Madrid, 31 ago – La periodista colombiana Laura Ardila se sentía “incapaz de ejercer el periodismo” en Colombia debido a la persecución y a las amenazas que recibía en su país, por lo que se vio obligada a abandonarlo.
“Me sentía muy indefensa, absolutamente incapaz de seguir adelante con mi oficio, vivía encerrada en mi apartamento”, afirma Ardila en una entrevista con EFE en Madrid a su llegada a España.
Periodista desde hace 20 años, durante la última década se ha especializado en temas de corrupción, sobre todo electoral, por lo que sufrió amenazas y un robo.
Aunque el Estado le asignó dos escoltas y una camioneta, manifiesta que “nadie puede ejercer el periodismo de manera libre de esta forma”.
Víctima de amenazas
En 2015, la abordaron en la calle tres hombres armados que le robaron la libreta de apuntes y, además de intimidaciones y bullying en redes sociales, le llegaron dos mensajes que sí le causaron miedo.
“Decían que me declaraban persona no grata en la ciudad donde yo vivía [Barranquilla] y otro decía que a mí no me salvaba ni Dios”, recuerda.
Estas últimas amenazas sucedieron tras su primer libro, ‘La costa nostra’(publicado en 2023 por una editorial independiente), una investigación periodística sobre la familia Char, que controla la política, los negocios e incluso el fútbol en Barranquilla, una de las ciudades más importantes del Caribe colombiano.
Este trabajo iba a ser publicado por la editorial española Planeta, pero en el último momento, con la portada diseñada y listo para imprimir, la editorial le comunicó que el libro no saldría lo que la periodista consideró “un episodio de censura”.
Tras una investigación de medios colombianos dedicados a la verificación, se supo que las cuentas desde donde Ardila recibía amenazas –contó la periodista– eran cuentas «cercanas» a la familia Char y a su entorno político y económico.
¿Y el Estado?
Tras el robo de su libreta, la periodista pidió un estudio de su situación a la Unidad Nacional de Protección (UNP), dependiente del Ministerio del Interior, que le respondió que no corría ningún riesgo.
“Yo nunca sentí que el Estado colombiano efectivamente –al menos en mi caso– ejerciera una protección”, opina Ardila.
Pero a raíz de las amenazas tras la publicación de su libro, un nuevo estudio de la UNP arrojó que su nivel de riesgo era “extraordinario” y, en marzo de 2024, le asignaron dos escoltas, que tuvo hasta antes de su llegada a España este mes de agosto.
Según la Fundación para la Libertad de Prensa de Colombia, en lo que va de 2024 hubo 214 violaciones a la libertad de prensa ejercidas sobre periodistas, a la vez que se registraron 135 amenazas, 31 casos de acoso judicial y dos asesinatos.
El año 2023 se cerró con 243 violaciones a la libertad de prensa sobre periodistas, de las cuales 39,5 % fueron agresiones virtuales.
“Yo no concibo estar exiliada”.
En España, la periodista se integrará al programa ‘Elche, Espacios Seguros para la Libertad de Prensa’, un acuerdo entre Reporteros Sin Fronteras (RSF) y la Universidad Miguel Hernández de esa ciudad del este de España, por lo que estará allí durante nueve meses.
Además, hará un máster, dará conferencias y charlas con entidades civiles y para el público en general.
Respecto a si su llegada a España significa un exilio, Ardila es tajante: “Yo no concibo estar exiliada”, pero matiza: “A lo mejor es algo que me digo a mí misma para no sentirme tan mal porque me estoy alejando muchísimo de mi país”.
No obstante, sostiene que su sueño es ejercer el periodismo en su país, aunque cree que, en este momento, su única opción era abandonar Colombia.
“Es una etapa compleja en la que me vi obligada a salir. A salir para respirar, a salir para poder estar en la calle sin preocuparme y sin estar con angustia”, manifiesta.
Ardila afirma que, actualmente, en América Latina “la libertad de expresión es un valor muy golpeado por muchísimos gobiernos autoritarios y autoritaristas”, por lo que los periodistas “no solo somos necesarios, sino que somos más necesarios que nunca”, resalta.
Patricia Cotelo Bertaiola
EFE