Madrid, 12 febrero.- La prohibición por parte del Gobierno de España de la caza del lobo ibérico en todo el país ha desatado la polémica: mientras ecologistas y conservacionistas abogan por aprender a convivir con este animal, los ganaderos, que sufren directamente los estragos económicos causados por esta especie, rechazan la medida.
La controversia ha estallado tras el dictamen del comité científico encargado por el Ejecutivo español para dirimir sobre la cuestión, según el cual el lobo ibérico debe ser incluido en el catálogo de especies protegidas por sus valores ambientales y culturales.
El lobo ibérico («canis lupus signatus») es una subespecie del lobo gris endémica de la península Ibérica históricamente considerada una «alimaña» y acorralado como tal en el noroeste peninsular hasta los años 70 del siglo XX, pero cuya imagen ha mejorado mucho en las últimas décadas, especialmente en el entorno urbano, y al que ya no se ve como «el malo del cuento».
Si bien desde el ámbito científico se defiende que es clave para mantener el equilibrio ecosistémico en un país como España -habitado por gran cantidad de ciervos, jabalíes y corzos cuyas poblaciones crecerían desproporcionadamente sin su depredador natural-, en el mundo rural el lobo ibérico representa un peligro para su ganado y su economía.
Con opiniones tan contrapuestas, la polémica tras el dictamen del comité científico estaba servida.
RECHAZO FRONTAL EN LAS REGIONES CON EL 90 % DE LOBOS IBÉRICOS
Pese a ser una especie de interés comunitario y gozar en el caso de la vecina Portugal de protección absoluta, en España hasta la semana pasada su situación era diferente según viviera al norte o al sur del Duero, río que atraviesa parte del centro-oeste de España hasta desembocar en Oporto.
Así, mientras al sur había fondos europeos para proteger a este animal -por ejemplo, el proyecto Life «El lobo en Andalucía: cambiando actitudes»‘-, al norte el lobo podía ser objeto de «medidas de gestión» o, lo que es lo mismo, podía ser cazado con autorización.
De hecho, el dictamen del comité científico se ha topado con el rechazo total de los gobiernos de las cuatro regiones del noroeste peninsular -Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla y León- que han calificado la decisión del Ejecutivo central de «declaración de guerra al mundo agrario» y se han quejado de que no se tenga en cuenta de manera prioritaria la opinión de los territorios donde habita más del 90 % de los lobos españoles.
Por ello, han constituido el Comité Técnico del Lobo Ibérico en el Noroeste de la Península Ibérica para presentar una estrategia coordinada, que incluye presentar un recurso legal a la protección del lobo y en algún caso, como el del Gobierno regional de Cantabria, para anunciar que allí se seguirá cazando al animal «pase lo que pase».
Ante este rechazo, la ministra española de Transición Ecológica y Medio Ambiente, Teresa Ribera, ha convocado a responsables de estas cuatro regiones a una reunión telemática la semana próxima, en un intento de aproximar posiciones.
DEFENSA DE LOS ECOLOGISTAS
Frente al malestar del mundo rural y de las regiones donde habita la inmensa mayoría del lobo ibérico, las organizaciones ecologistas están satisfechas con la protección que tendrá este animal.
Durante los últimos años, diversas organizaciones ecologistas han organizado protestas y manifestaciones exigiendo su protección total y, así, el presidente de la asociación Lobo Marley, Luis Miguel Domínguez, se preguntaba recientemente si España «puede aspirar a ser un país moderno y respetado en toda Europa, si persigue y masacra a tiros a su biodiversidad».
Los conservacionistas, como Ecologistas en Acción, defienden que la ciencia no ha aclarado que matar ejemplares ayude a reducir los estragos de las manadas y aseguran que los cazadores disparan «de manera aleatoria» sin estudiar previamente la jerarquía de la pieza a cobrar dentro de cada manada por lo que, si abaten al líder, el grupo puede desestabilizarse y aumentar su conflictividad propiciando los ataques a presas fáciles como el ganado.
Por ello, abogan por «trabajar la coexistencia» y sustituir las batidas cinegéticas por las subvenciones para albergar el ganado en cercados y naves y empleando perros mastines para guardarlo.
Mientras tanto, frente a todo ello, el lobo ibérico no solo ha sobrevivido todo este tiempo por sus propios medios, sino que incluso se ha ido expandiendo del norte hacia el sur de España, hasta el punto de que en los últimos años han sido avistados algunos ejemplares en la sierra al norte de Madrid.
Y está generando ganancias económicas a algunos sectores, pues alimenta un turismo desestacionalizado que supone una importante inyección económica para los negocios de hostelería y hospedaje que albergan a viajeros naturalistas, sobre todo europeos, deseosos de ver y fotografiar en libertad al lobo ibérico.
Por Sara Elisa Fernández