La reforestación, negocio que une al humano con la madre tierra en Nicaragua

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Camoapa (Nicaragua), 5 mayo.- Históricamente el negocio de la madera ha significado destrucción ambiental en Nicaragua, sin embargo, una industria relativamente nueva en el país, basada en las plantaciones de árboles, está ganando dinero a la vez que une al ser humano con la «madre tierra».

Es la industria de la reforestación, que convierte potreros en zonas arboladas, transforma el dióxido de carbono (CO2) en madera, ofrece empleo a humanos y refugio a los animales, según el gerente general de la empresa de origen noruego Norteak, Ove Faurby.

Desde el año 2000, aproximadamente 28.000 hectáreas degradadas hoy están cubiertas con unos 280.000 árboles plantados por 15 empresas que integran la Asociación Nacional de Reforestadores, conocida como Confor, según su presidente, Salvador Mayorga.

Esto se nota en la finca La Embajada, de Norteak, ubicada en el municipio de Camoapa (centro). Su vigorosa cobertura vegetal contrasta con los daños de la frontera agrícola y la ganadería en propiedades vecinas.

«Tratamos de ser (ambientalmente) conciliadores. Estas eran áreas de potreros, la cantidad de árboles remanentes era poca, lo que había era pasto, (ahora) Norteak anda en 1.700 hectáreas (cultivadas) entre teca y otras especies de la zona», afirmó el gerente de la finca, Douglas Rodríguez.

Esta industria no ofrece todo su potencial hasta los 20 años. Actualmente representa unos 10 millones de dólares anuales, según la Asociación, pero desde ya brinda ganancias ambientales.

GANANCIAS AMBIENTALES

El especialista en recursos naturales Róger Román, exdirector de la Secretaría Técnica de la Reserva de Biosfera Bosawás, explicó que los beneficios ambientales van más allá de las 240.000 toneladas de CO2 que capturan las reforestadoras en Nicaragua, con datos de la Asociación.

«Uno de los grandes impactos es la conservación de la biodiversidad en zonas que han sido afectadas por la desforestación, sirven de puentes entre bosques naturales, facilitan la reproducción de especies como el jaguar, que necesita 500 a 1.000 hectáreas de bosques para vivir», sostuvo Román.

«Si mantenemos el cuido, Nicaragua puede convertirse en una marca de medioambiente», subrayó Faurby, quien afirmó que los vecinos de Norteak «casi no conocían a los monos arañas, pero donde estamos nosotros regresaron una familia y otra, sólo regresan si los cuidamos».

«Tenemos una cámara trampa, hemos captado venados, saínos y un tigrillo. Ese tigrillo encuentra seguridad en las plantaciones», resaltó el encargado de Monitoreo e Investigación de Norteak, Lesther Flores.

Encontrar ese tipo de mamíferos en una plantación es revelador de su aporte al medioambiente, ya que se trata de algunos de los más grandes que existen en Nicaragua.

«Los animales son inteligentes, saben dónde están amenazados y dónde no, buscan la protección de las áreas plantadas, huyen de incendios, de la cacería», destacó Román.

El biólogo recordó que las zonas reforestadas también «ayudan a la infiltración del agua, reducción de la erosión, y el manejo de la escorrentía».

Un estudio sobre invertebrados en un río vecino de Norteak determinó que la calidad del agua influenciada por la reforestadora se encuentra en mejores condiciones que las de propiedades aledañas, sostuvo Flores.

LO SOCIAL Y ECONÓMICO

Las buenas prácticas ambientales de las reforestadoras, sumadas a su modelo de desarrollo, les brindan buenas relaciones en sus vecindarios.

El líder comunal de la comunidad La Embajada, Félix Valle, afirmó que sus pobladores no estaban acostumbrados a una gran fábrica, pero Norteak fue aceptada «porque es una empresa que ayuda a la comunidad».

Norteak donó un cementerio para que esas familias no enterraran a los fallecidos en sus parcelas, e hizo lo propio con un sistema de agua potable en San José de la Vega, cuyos habitantes caminaban hasta tres kilómetros para obtener agua.

«Ha sido una bendición», dijo la lideresa local de San José de la Vega Blanca Salmerón. «Con agua limpia hora hasta tenemos hielo», señaló el líder Alonzo Lanza.

También hay progreso a nivel personal. La técnica de Norteak Jessica Gómez, quien era maestra, cargo prominente en la zona, dijo sentirse «súper bien» al escalar aún más, en un sector dominado por hombres.

El jefe de área William Gutiérrez no ocultó su orgullo al decir que «yo crecí con la empresa», ya que entró como jornalero y ahora tiene 50 hombres a su cargo.

Gómez y Gutiérrez sostuvieron que sus ingresos en Norteak son superiores a los de una finca tradicional, y encima obtienen beneficios, como seguro social, ayuda con lentes o apoyo para construir sus viviendas.

Mientras Rodríguez recuerda que la reforestación es un negocio, Román destaca que el mismo debe ser «ambientalmente sostenible, socialmente responsable, y económicamente viable».

Dichas características garantizan la certificación del Consejo de Administración Forestal (FSC, por sus siglas en inglés), una de las más prestigiosas del sector forestal.

Mayorga señaló que la industria de la reforestación tiene opciones de crecimiento en Nicaragua, si se simplifican los trámites del sector, se estimulan los costos, y se facilita el acceso a los bonos de carbono.

Por ahora las reforestadoras de Nicaragua comercializan madera para calderas y en bloque, a la espera de que las plantaciones ofrezcan diámetros para tercera transformación (mueble y otros).

Mientras tanto, hombres y animales se aprovechan de los beneficios.

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