Naciones Unidas, 18 de mayo de 2022.- La salida de Mali de la coalición antiterrorista regional G5 Sahel ha supuesto un nuevo capítulo en el pulso que Rusia y Francia mantienen ahora mismo en esa región africana, tal y como se hizo evidente este miércoles durante una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU.
La decisión del Gobierno maliense, anunciada el pasado fin de semana, marcó una sesión bianual del Consejo para analizar la situación de esa fuerza contra el terrorismo creada por Burkina Faso, Chad, Mauritania, Níger y el propio Mali y respaldada oficialmente por Naciones Unidas.
El movimiento de las autoridades de Bamako fue criticado por Francia y otras potencias occidentales, además de por la propia ONU, pero no por Rusia, que acusó a París de presionar al resto de miembros del G5 para que no traspasaran la presidencia de turno de la coalición a Mali, tal y como estaba previsto, un rechazo que motivó la retirada de Mali de esa alianza.
«La decisión de las autoridades malienses de retirarse del G5, causada por un comportamiento beligerante de sus vecinos, parece muy lógica», señaló Anna Evstigneeva, responsable de Asuntos Políticos de la misión rusa ante la ONU.
Evstigneeva subrayó que su país apoya la idea del G5, pero considera que esta alianza se ha encontrado con problemas que poco tienen que ver con el combate al terrorismo en el Sahel como consecuencia de «presiones occidentales, principalmente de Francia».
Al anunciar su decisión este fin de semana, Bamako apuntó también a Francia, asegurando que la oposición de algunos países a que presida el G5 estaba «ligada a las maniobras de un Estado extrarregional que busca desesperadamente aislar a Mali».
Mali expresó su «rechazo enérgico» a la idea de que no puede hacerse cargo de la presidencia por su «situación política interna», marcada por un Gobierno militar golpista, y subrayó que «ningún texto legal del G5 Sahel prevé restricciones contra un Estado miembro» por esos motivos.
Hoy, en el Consejo de Seguridad, Francia lamentó la salida de Mali del G5 y avisó que hará más frágil la arquitectura regional de seguridad.
«Pese a las dificultades, la fuerza conjunta ha ejecutado operaciones durante los últimos seis meses. Ante una amenaza que desafía las fronteras, la cooperación regional sigue siendo fundamental», recalcó el embajador francés, Nicolas de Rivière, que pidió a la comunidad internacional continuar respaldando esta labor y dejar en manos de los miembros las decisiones sobre el futuro de la coalición.
Francia, que en los últimos años ha tenido un papel central en el Sahel y especialmente en Mali, está retirando sus fuerzas antiterroristas de la zona y vive un duro enfrentamiento con las actuales autoridades malienses, que han roto el tratado de cooperación en materia de defensa firmado con París en 2014 en medio de un claro aumento del sentimiento antifrancés entre la población.
Al mismo tiempo, el Gobierno de Mali se ha acercado a Rusia, que le está facilitando apoyo militar y, según denuncian las potencias occidentales, también mercenarios del grupo Wagner, próximo al Kremlin y acusado recientemente de cometer abusos contra civiles en el país africano.
Francia aprovechó la reunión de hoy para expresar su preocupación por esas supuestas «violaciones de los derechos humanos» y demandar investigaciones nacionales e internacionales.
También Estados Unidos insistió en la amenaza que plantea el grupo Wagner, tanto para los civiles como para los «cascos azules» de la ONU desplegados en Mali y otros países.
Sobre la situación general del Sahel, tanto la ONU como una mayoría del Consejo de Seguridad advirtieron sobre un claro deterioro por el avance de los grupos terroristas que operan en la zona y por los efectos de la crisis climática.
Varios de los participantes alertaron además sobre el retroceso democrático que se está viviendo en la región, con varios golpes de Estado recientes y con tres países (Mali, Chad y Burkina Faso) dirigidos actualmente por militares.
EFE