San Lorenzo (Perú), 13 jul – Una persona no puede ponerse enferma de gravedad después de las 5:00 de la tarde en lugares como el Datem del Marañón, en el corazón de la Amazonía de Perú. El precario centro de salud que abastece a cientos de comunidades carece de médicos y especialistas la mitad del día, lo que deja indefensa a una de las poblaciones más olvidadas del país.
Los majestuosos paisajes amazónicos de esta zona del norte del país ocultan una dramática realidad: la falta de acceso a servicios de salud para la mayor parte de personas que habitan sus dispersas aldeas, puesto que su atención sanitaria más cercana está a horas en bote y, en la mayoría de casos, no cuentan con lo mínimo que podría salvar vidas.
«Alrededor del 75 % de la población del Datem es indígena, que ha sido históricamente relegada y que nunca ha tenido acceso a servicios de salud adecuados, además de ser una población de difícil acceso y donde los servicios de salud, lamentablemente, no pueden llegar porque es un territorio bastante inhóspito, muy disperso y con muchos retos en temas logísticos y de transporte», cuenta a EFE Carlos Zegarra, especialista en salud de Unicef Perú.
La poca conectividad, las largas distancias, la falta de recursos gubernamentales y la pobreza de la población crean un complejo panorama sanitario en el que los más afectados son los más pequeños, puesto que estas dificultades provocan que el índice de vacunación sea de los más bajos del país y además tengan enfermedades sin tratar que dificultan su desarrollo.
«Hay una mayor prevalencia y mayor número de casos de enfermedades diarreicas agudas, de enfermedades respiratorias agudas, y otras enfermedades que creíamos erradicadas o que no conocemos en un entorno urbano, por ejemplo, aquellos que pueden ser prevenibles por vacunas porque aquí por la baja cobertura es mucho más frecuente», añadió el experto desde la comunidad de Campo Verde.
Las pocas postas de salud que se pueden encontrar por la provincia lucen descoloridas y parecen sacadas de otra era, sin acceso telefónico para avisar de emergencias, sin médicos ni enfermeros que trabajen ahí o directamente están cerradas.
Los dirigentes de comunidades como San Juan de Sasipahua reclaman al menos un técnico de enfermería permanente porque cuando las personas se enferman deben trasladarse en bote al único centro de salud de la provincia, algo peligroso en una emergencia y con un costo que no pueden asumir.
Red de agentes comunitarios
Para intentar mejorar el acceso a la salud de niños, adolescentes y gestantes, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) desarrolla un proyecto en la provincia para fortalecer estos servicios y ha encontrado en los agentes comunitarios en su mejor aliado.
«Un eje fundamental, son los agentes comunitarios, por eso en este proyecto hemos trabajado de su mano, se han desarrollado guías, unos portafolios adaptados culturalmente a la zona, se les ha capacitado porque ellos son el enlace entre el centro de salud y la comunidad, son la primera mano que nos van a dar esa ayuda», explica Zegarra.
Carmen tiene 48 años y, tras criar a sus siete hijos, ahora cuida de la salud de sus vecinos. Ha sido capacitada por Unicef para informarles de la importancia de vacunar a los niños, aconsejar alimentos para vencer la anemia y el clave lavado de manos para evitar enfermedades.
«Anemia también hay acá, hay mucha necesidad y muchas enfermedades, parásitos con los niños, hepatitis, malaria. Todo eso tenemos. Acá la ciudad está rodeada de siete pueblos, en estas también que es muy importante llegar hasta el último lugar es muy importante. Yo sugiero que lleguen hasta las últimas comunidades, porque también ellos necesitan aprender», dice en la puerta de su casa de madera.
Cuenta que los vecinos no van al médico por vergüenza, por antiguos mitos de que las vacunas traen enfermedades, por la lejanía de los establecimientos y también el costo, en este sentido destaca que las personas de estas comunidades «son muy humildes».
Los agentes comunitarios como Carmen actúan de manera voluntaria y acuden a domicilios de familias con niños para dar estas pequeñas charlas, y también cuando hay mujeres embarazadas, para advertir de peligros de la gestación, aconsejar una adecuada nutrición y animarle a que vaya a hacerse el primer control médico.
«Estamos tocando puerta por puerta y también tenemos nuestros agentes comunitarios, que son nuestra ayuda, nuestro brazo derecho para poder cubrir toda la ciudad de San Lorenzo, porque está dividido en más de 36 barrios y no alcanzamos a cubrir todos los controles», dice la enfermera Katherine Bances.
Cuenta desde una pequeña posta que el proyecto ha reabierto en Carabanchel, anexo de la ciudad de San Lorenzo, que es muy importante que la población tenga a su alcance al menos un acceso sanitario como este, donde simplemente atienden a madres gestantes para evitar posibles complicaciones, revisen que se cumpla el calendario de vacunación de los más pequeños y concienciar sobre el uso de anticonceptivos, entre otros temas.
Advierte que la pobreza y el abandono del Estado hace que las enfermedades de los niños, que se podrían evitar con vacunas, se multipliquen y relata con pena que pocos profesionales como ella quieren trabajar en un lugar tan remoto de la Amazonía.
Paula Bayarte
EFE