Redacción Deportes, 11 abr – «Nosotros no somos el origen de la violencia, el origen está en la sociedad. En la historia de la humanidad vemos que había violencia antes de que el fútbol existiera», declaró la FIFA a finales de 2012 tras los incidentes en la final de la Copa Sudamericana entre Sao Paulo y Tigre.
«Obviamente siempre estamos pendientes de los incidentes que hay en el fútbol, pero no tenemos potestad en temas de seguridad», remarcó la entidad, que por entonces estaba presidida por el suizo Joseph Blatter.
En las antípodas ideológicas de Blatter, el ya fallecido Diego Maradona dijo entre lágrimas durante su partido de despedida el 10 de noviembre de 2001 en La Bombonera «la pelota nos se mancha», pero la violencia la está manchando de nuevo.
Los aún confusos incidentes que dejaron dos jóvenes muertos el pasado jueves en las afueras del estadio Monumental David Arellano de Santiago antes del partido de Copa Libertadores entre Colo Colo y Fortaleza vuelven a «manchar la pelota» y reabren el debate sobre la seguridad y el triste protagonismo de las barras bravas.
Una fiesta que comenzó mal y pudo terminar peor
La final de la Copa América que Argentina ganó en tiempo extra a Colombia por 1-0 el 15 de julio de 2024 en el Hard Rock Stadium, suburbio de Miami Gardens, no fue la fiesta ideal esperada.
Pero pudo haber tenido consecuencias más graves, casi trágicas.
El ingreso masivo al coliseo de centenas de fanáticos sin entradas desató una avalancha que desbordó dramáticamente a los miembros del equipo de seguridad del estadio y del destacamento policial.
Las imágenes dejaron en evidencia los fallos de la organización para garantizar con un esquema macizo el orden y la seguridad a un evento de tanto interés colectivo.
Los problemas se registraron una hora antes en los alrededores del escenario situado en el sur de Florida en el que se congregaban alrededor de 30.000 personas.
Hinchas que hacían filas para entrar sufrieron desmayos y contusiones ante la brutal arremetida de los invasores, que, forcejearon con autoridades y para ingresar escalaron muros y portones y derribaron protecciones metálicas.
El comienzo del partido se retrasó treinta minutos, tiempo que las autoridades necesitaron para cerrar accesos, recuperar el control y arrestar a los causantes del caos.
Una final que la violencia llevó a Madrid
En 2018, la última final de la Copa Libertadores con el formato de ida y vuelta enfrentó a los archirrivales River Plate y Boca Juniors.
Tras el partido de ida jugado el 11 de noviembre en La Bombonera con un saldo de 2-2, la fiesta terminó mal en la vuelta, día 24 en el Monumental.
El autobús que transportaba a la delegación de Boca Juniors al estadio fue atacado con piedras y botellas, y varios jugadores resultaron heridos, entre ellos el capitán Pablo Pérez.
Los directivos de ambos clubes se acusaron mutuamente y la policía fue señalada de permitir que las barras bravas de River Plate atacaran a la delegación boquense.
La Conmebol decidió aplazar el partido para el día siguiente, pero Boca Juniors alegó falta de garantías y la definición de la Libertadores quedó en el aire.
Entonces surgió la sorprendente decisión que trasladó la final d la Copa Libertadores de America a Europa. Real Madri ofreció su estadio, el Santiago Bernabéu para el encuentro pactado el 9 de diciembre, con hinchadas de ambos equipos. El resto es historia.
Pesadilla en Sudamérica
La muerte de un joven en Bolivia en un partido de Copa Libertadores y los destrozos causados al Centenario de Montevideo en otro, dispararon las alertas a un año del Mundial de Brasil 2014.
Los clubes San José y Corinthians jugaban el 20 de febrero en el estadio Jesús Bermúdez de la ciudad boliviana de Oruro cuando un joven de 14 años fue impactado en la cabeza por una bengala arrojada por ultras del club brasileño.
Doce personas fueron detenidas bajo cargos de homicidio agravado y complicidad tras comprobarse su responsabilidad.
Y la Conmebol sancionó a Corinthians, campeón de la edición 2012 de la Libertadores y por entonces campeón mundial de clubes, a jugar sus partidos a puerta cerrada. A la vez se le prohibió jugar con hinchas sus partidos de visitante.
A finales de 2012, la FIFA llamó la atención a la Conmebol y pidió mejoras en la seguridad como consecuencia de los incidentes registrados durante la final de la Copa Sudamericana de ese año entre Sao Paulo y Tigre, club argentino, que denunció a agentes de seguridad de la entidad brasileña por presuntos de ataques en el vestuario durante el descanso del partido en el estadio Morumbi.
Una historia sin fin a la vista
El 1 de marzo de 2013 barrabravas del Vélez Sarsfield argentino ocasionaron millonarios destrozos en dos tribunas del estadio Centenario de Montevideo tras el partido de Copa Libertadores que su equipo ganó por 0-1 al Peñarol uruguayo.
Esa misma semana un fanático de Tigre murió a balazos como consecuencia de las heridas que recibió durante una gresca entre barras organizadas en Buenos Aires. Otros dos hinchas fueron ingresados en un hospital de Buenos Aires en grave estado.
Según la Policía, La pelea entre los barrabravas de Tigre se produjo por el control de las fuentes económicas que los financian.
EFE