Madrid, 26 octubre.- Hace 5.300 años, los antiguos egipcios empleaban tinta negra para escribir sus textos y roja para destacar títulos, instrucciones o palabras clave. Saber de qué estaban compuestas es esencial para trazar la historia de la escritura en el Antiguo Egipto y de otras culturas como las mediterráneas de Grecia y Roma.
Hoy, el análisis de doce antiguos fragmentos de papiros del periodo romano (entre el año 100 y 200 d.C) analizados con microscopios de rayos X ha desvelado que los egipcios utilizaban plomo en la tinta de sus textos pero no como pigmento, sino por sus propiedades secantes, una técnica similar a la empleada por los artistas del Renacimiento en Europa, durante el siglo XV.
El estudio concluye que, 1.400 años antes de que Rafael o Fra Angelico marcasen una época, los egipcios ya sabían cómo conseguir que sus papiros no se emborronaran con tinta fresca, lo que, para los autores del estudio obliga a revisar los antiguos escritos del Mediterráneo, ya que las técnicas de secado podrían haberse difundido mucho antes de lo pensado.
La investigación, liderada por científicos del Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón (ESRF) de Grenoble, Francia, y de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), y publicada en la revista PNAS, desvela la composición de las tintas de una docena de antiguos papiros egipcios de la biblioteca del templo de Tebtunis del antiguo Egipto, y famosa por sus textos científicos y costumbristas, con explicaciones de cómo vivían sus habitantes -muchos griegos y romanos-.
Las muestras estudiadas en este proyecto de investigación, por tanto, son excepcionales no solo por las tintas con los que fueron escritos.
«Al aplicar la tecnología de punta del siglo XXI para revelar los secretos ocultos de la antigua tecnología de la tinta, contribuimos a desvelar el origen de las prácticas de escritura», explica Marine Cotte, investigadora de la ESRF y coautora del trabajo.
«Algo muy llamativo fue que encontramos que se añadió plomo a la mezcla de tinta, no como un tinte, sino como un secador de la tinta, para que la tinta se quedara en el papiro», dice Cotte.
Los investigadores llegaron a esta conclusión porque no encontraron ningún otro tipo de plomo, como el plomo blanco o el minio, que debería estar presente si servía como pigmento.
Además, «el hecho de que el plomo no se añadiera como pigmento sino como secante implica que la tinta tenía una receta bastante compleja y que no podía ser fabricada por cualquiera», añade Thomas Christiansen, egiptólogo de la Universidad de Copenhague y coautor del estudio.
«A juzgar por la cantidad de materias primas necesarias para abastecer una biblioteca de templo como la de Tebtunis, creemos que los sacerdotes deben haberlas adquirido o supervisado su producción en talleres especializados muy parecidos a los de los maestros del Renacimiento», añade Christiansen.
El hallazgo fue posible gracias a las diferentes técnicas que el equipo utilizó en la línea de luz ID21 de la ESRF para estudiar los fragmentos de papiros y que permitieron descubrir que el plomo estaba asociado una compleja mezcla de fosfatos de plomo, a sulfatos de plomo potásicos, a carboxilatos de plomo y a cloruros de plomo.