El coronel Carlos Alfonso Velásquez fue expulsado del Ejército tras denunciar que sospechaba que el general Rito Alejo del Río tenía vínculos con el paramilitarismo. Había llegado el 1 de junio de 1995 a la Brigada 17 con sede en Urabá, pero su salida se precipitó por un informe que le entregó a la cúpula castrense, el 31 de mayo de 1996, en el que exponía diversos episodios en los que se percató de que el general del Río no estaba dispuesto a combatir ese grupo armado. El 1 de junio Velásquez salió de esa base militar y el 23 de agosto de 1996 el general Iván Ramírez Quintero, jefe de la Primera División, firmó la resolución de sanción. El coronel fue tachado de traidor.
Un ejemplo de actitudes sospechosas del general del Río se dio en medio de una inspección de la Brigada adelantada por el general Manuel José Bonett. Del Río enumeró los enemigos a combatir, entre los cuales no estaban los paramilitares. El coronel retirado cuenta que Bonett le dijo al general que todos sabían que en Urabá había paramilitares, ante lo que le respondió que tenía razón. Argumentó que por un olvido no los mencionó. Ese hecho agotó la paciencia de Velásquez y se decidió a presentar el informe.
Esa historia se conoció en su momento, pero mientras todo eso pasaba Antioquia empezó a vivir un momento crucial para entender el desarrollo del conflicto armado. Álvaro Uribe Vélez había asumido como gobernador del departamento en 1995, un año antes el gobierno de César Gaviria firmó el decreto que creó el marco legal bajo el cual surgieron las Asociaciones Convivir. Uribe era uno de sus impulsores.
Pero la idea de armar civiles tenía contradictores. En Urabá, Gloria Cuartas, alcaldesa de Apartadó (Antioquia) , en compañía del general Víctor Álvarez, comandante de la Brigada 17, y el coronel Carlos Alfonso Velásquez se opusieron a la creación de las Convivir. Incluso le hicieron varias advertencias al Gobernador sobre la explosión de violencia que podría conllevar para la región la instauración de esas organizaciones. Ya había algunas señales de la fragil situación de orden público, en octubre de 1995 fue asesinado Edgar Mauricio Plazas Niño, secretario general de la Alcaldía de Apartadó.
Álvarez fue comandante de la Brigada 17 hasta diciembre de 1995. En su reemplazo llegó el general del Río sobre quien entonces ya había rumores de sus nexos con el paramilitarismo. Cuando Velásquez salió de Urabá llegó el coronel Jorge Eliecer Plazas Acevedo, quien también fue aliado de esa organización criminal. Fue entonces cuando se instauraron las 13 Convivir que operaron en esa región. La primera en entrar a funcionar fue la Convivir La Restauración: Uribe le dio personería jurídica el 17 de julio de 1996, Herman Arias Gaviria le otorgó licencia de funcionamiento el 15 de octubre y del Río firmó un concepto militar favorable el 17 del mismo mes. En 1997 entraron a operar todas las asociaciones de Urabá.
Tiempo después, jefes paramilitares revelaron que las Convivir fueron controladas por ellos y utilizadas para recibir los aportes de bananeros, ganaderos y comerciantes al grupo armado. También para la compra de armas, material de intendencia y la obtención de información de inteligencia. Luis Fernando Claros Guerra, contador de Vicente Castaño, tuvo su propia Asociación llamada Abibe. En esa misma militaba Jesús Ignacio Roldán, ‘Monoleche’. El representante legal de La Tagua del Darién (otra de esas organizaciones) fue Jaime Alonso Castrillón quien fue condenado por financiar al paramilitarismo al igual que Arnulfo Peñuela Marín, representante de la Convivir Papagayo. Esas asociaciones dieron paso a la consolidación del paramilitarismo en Urabá que desplazó, asesinó despojó de sus tierras a miles de campesinos. Por ejemplo, Turbo (Antioquia) es el municipio con más solicitudes de restitución de tierra en todo el país con 2.742.
Del Río y Plazas Acevedo terminaron condenados por la justicia, el primero a casi 26 años de cárcel por el homicidio de Marino López Mena en medio de la Operación Génesis que él comandó y por la cual la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado colombiano, el general retirado está en libertad condicional tras acogerse a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP); el segundo, a 40 años de prisión por el secuestro y la muerte del empresario israelí Benjamín Khoudari. Ambos fueron vinculados a la investigación por el asesinato del periodista Jaime Garzón.
En entrevista con el coronel retirado Velásquez cuenta cómo le habían advertido a Uribe ese riesgo, quiénes fueron los impulsores de las asociaciones y cómo el Ejército bajo el mando de del Río dejó de hacer inteligencia sobre la Casa Castaño.
¿En qué momento se empezó a hablar de la conformación de las Convivir?
Cuando yo llegué, en junio de 1995, el gobernador Álvaro Uribe estaba empezando a promocionar la creación de las Convivir en Urabá. En el segundo semestre de 1995 la alcaldesa de Apartadó, Gloria Cuartas, el general Víctor Álvarez, comandante de la Brigada 17, y yo veíamos que eso no era saludable para Urabá porque en esa región los paramilitares habían llegado a sacar a sangre y fuego a todo lo que oliera a guerrilla. Muchos de ‘Los Esperanzados’, quienes se habían desmovilizado del Epl en el 91 y conformaron el partido Esperanza, Paz y Libertad, estaban trabajando en el DAS de Urabá y las Farc los asesinaban por considerarlos traidores de la revolución. Las Farc buscaban influenciar las fincas bananeras donde el sindicato del antiguo EPL tenía injerencia y estaba bajo la influencia de Esperanza, Paz y Libertad. Esa colectividad en defensa propia, que no es justificable, armó los Comandos Populares para retaliarle a las Farc los asesinatos. Esos Comandos fueron cooptados por los paramilitares de Castaño. Había un caldo de cultivo de gente haciendo justicia con su propia mano que dijimos que si se creaban las Convivir unas las cogían las Farc y otras los paramilitares, pero principalmente esos últimos porque tienen compromisos con grandes fincas bananeras para evitar que los sindicatos tuvieran más concesiones. Siempre que Uribe fue a Urabá a hablar de las Convivir tuvo un muro de contención en esas tres personas. Álvarez salió en diciembre de 1995, yo salí en junio del 1996 y Gloria Cuartas se quedó sola, entonces las Convivir se implementaron en el segundo semestre de 1996. Con el tiempo se vino a saber que teníamos razón, fueron totalmente cooptadas por los paramilitares y produjeron más violencia disfrazada de legalidad.
¿Qué argumentos les daba Uribe?
Que era para que se le facilitara al Ejército tener información inmediata de gente civil en las fincas para poder operar. Ese era el argumento principal para tratar de convencernos de que era positivo para nosotros.
¿Qué decía Uribe sobre la oposición de ustedes a las Convivir?
Él sencillamente se quedaba callado. Insistía, pero se daba cuenta que no tenía contrargumentos para nuestros argumentos. La prueba es que no se pudieron implementar mientras estábamos nosotros allá. Después las sacó adelante porque ya con del Río al lado…
¿Por qué salió el general Álvarez?
Fue un traslado normal, duró un año en Urabá. Esa es una cosa curiosa también, en esa brigada los generales duraban sólo un año porque era de mucha tensión, mucho estrés y generalmente sin la familia. Cuando llegó del Río por primera vez un comandante de Brigada duró dos años.
¿Había otros sectores que tratara de convencerlos de instaurar las Convivir?
Los bananeros y los grandes propietarios de tierra.
Usted ha dicho que veía que los empresarios eran proclives al paramilitarismo ¿Qué rol jugaban ellos en Urabá?
Sí, yo lo olía, por eso nunca hablé con ellos. Me invitaban a reuniones y yo me inventaba cualquier cosa para no ir.
¿Usted conoce cómo funcionaron las Convivir en Urabá?
Pues sí. Inclusive en la Brigada tuvo una sede la Convivir Papagayo.
¿Del Río les facilitó instalaciones?
Yo no lo viví, pero me contaron que eso hizo él.
¿Usted chocó con del Río por las Convivir?
No, por el tema de los paramilitares. Con él nunca discutimos sobre las Convivir porque ni siquiera estaban implementadas. Él tampoco se puso a promocionarlas por lo menos delante mío porque seguramente sabía cuál era mi postura. El problema fue porque yo veía que tenía cero voluntad de lucha contra los paramilitares. Con el tiempo me di cuenta que no sólo era falta de voluntad de lucha, sino una alianza que venía de tiempo atrás.
Hay muchos conceptos militares para la creación de una Convivir que firmó el general Alfonso Manosalva Flórez, comandante de la Cuarta Brigada ¿Cómo era la articulación entre las Brigadas 17 y 4?
La Cuarta Brigada y la Brigada 17 tenían fronteras de área de responsabilidad. La Cuarta operaba de Dabeiba hacia el sur y la 17 de Dabeiba hacia el norte, a veces había que coordinar operaciones. Pero más que eso, aunque el gobernador Uribe no tenía el mando sobre las tropas, él buscaba asumirlo y algunos generales como del Río y Manosalva le caminaban. Uribe hacía una reunión quincenal o mensual en la Gobernación de Antioquia con los comandantes militares y de Policía. Ahí siempre estaban Manosalva y del Río. Seguramente de esas reuniones salían los conceptos.
¿Sabían de la existencia de la Casa Castaño por esa época?
Cuando yo llegué empecé a averiguar eso y lo vi claramente, pero la inteligencia de la Brigada estaba muy en pañales. Eran vistos como un actor secundario, unos delincuentes pero no algo importante a tener en mente por parte de la inteligencia. Gracias a la labor que desarrollé con el general Álvarez se empezaron a convertir en un actor a tener en cuenta. Cuando llegó del Río los dejó quietos y a mí me sacó de toda labor que tuviera que ver con la inteligencia.
¿Y qué funciones le asignó?
Él decidió manejar operaciones, inteligencia y relaciones civiles y que yo manejara logística y personal. Lo más reglamentario es que el segundo comandante esté pendiente de todo para ayudar al comandante en todo. La alcaldesa de Apartadó, como me tenía confianza, siempre iba a la Brigada y buscaba hablar conmigo, nunca con del Río y eso le causó escozor. Una vez colocó una cámara en mi oficina para filmar a todas las personas que entraban a hablar conmigo como sospechando de que yo hablara con quién sabe quién, pero principalmente quería saber cuándo hablaba conmigo la alcaldesa.
¿Habían identificado a las personas que delinquían con los Castaño?
No. Tenía informaciones, había leído de los paramilitares. Sobretodo la inteligencia que hice fue por contactos con amigos de Esperanza, Paz y Libertad que me contaban cosas de quiénes eran unos, quiénes eran los otros, la alcaldesa de Apartadó, otros alcaldes, un concejal que era representante de los comerciantes y algunos de la Unión Patriótica que me contaban de los paramilitares. Iba anotando y haciendo mi cuadro.
Varias Convivir fueron integradas por paramilitares como Jesús Ignacio Roldán, ‘Monoleche’, y gente cercana a los Castaño ¿La Gobernación y la Brigada podían saber quiénes eran ellos?
Hasta donde yo pude ver, que fue en diciembre del 95, porque ahí me apartaron de la inteligencia, no había datos para saber quién era el tal ‘Monoleche’ o los otros. Una vez a raíz de una masacre en Chigorodó, yo estaba recién llegado, me entró una llamada de un mayor retirado que vivía en Medellín y me dijo que tenía un amigo que me podía dar información. A la media hora me llamó un tipo que se identificó como ‘Doble cero’ y me dijo «somos de los primos», le dije «conmigo no tienen nada de qué hablar» y le colgué. La Brigada nunca se interesó por hacerle inteligencia a los paramilitares porque no le interesaba y tampoco venía información de inteligencia de la División. También es cierto que nombres como el de Roldán se conocieron con el tiempo, en esa época la prensa no hablaba de ellos.
Tomado de El Espectador