«Las FARC han entregado bienes por $ 934,755,718,000»: Julián Gallo

FECHA:

Por GONZALO GUILLÉN

Julián Gallo usó en la guerra el nombre de “Carlos Antonio Losada.” Comandó la Red Antonio Nariño de las FARC, una de las células clandestinas urbanas más temibles de cuantas han existido ­–de derecha e izquierda– en América Latina. Nació en Bogotá, en 1961, y a los 15 años llegó a la guerrilla por conducto del Partido Comunista, en el que se matriculó siendo un estudiante escolar. Participó en el paro nacional de 1977 contra el gobierno de Alfonso López Michelsen, suceso doloroso que dejó una cantidad no establecida de muertos y enormes destrozos en zonas populares de Bogotá que recordaron el devastador “Bogotazo”, del 9 de abril de 1948. El estallido social fue sofocado con la imposición del estado de sitio y Gallo cayó preso. Estuvo sometido a torturas en la Escuela de Artillería y confinado durante un mes en la Cárcel Distrital, no obstante ser menor de edad. De ahí pasó a la lucha armada.

Fue miembro del Estado Mayor de las FARC y negociador de esa guerrilla en los diálogos de paz de La Habana, sobre la base de los cuales la organización rebelde se desmovilizó a cambio de beneficios y garantías pactados para detener una guerra de 60 años.

Hoy es senador del partido Fuerza Alternativa del Común, FARC, y uno de los hombres más amenazados de Colombia. Su actuación más notable hasta ahora en el Capitolio Nacional es el masaje cardíaco de urgencia que le dio a su colega de extrema derecha y enemigo declarado José Obdulio Gaviria, sobre quien se abalanzó como un gato al verlo caer al suelo en el salón de sesiones plenarias, le reanimó el corazón y lo salvó de morir. Gaviria, primo hermano de Pablo Escobar Gaviria, es el ideólogo del más encarnizado de sus contrarios: Álvaro Uribe Vélez.

Vive en un pequeño apartamento, en lo alto de un edificio del centro de Bogotá. Frente a una de sus ventanas se extienden sobre el altiplano más grande del mundo las luces, las miserias y la gloria de la ciudad de nueve millones de habitantes que azotó durante años con sus milicias clandestinas.

Tiene un sofá y dos sillas en la salita de recibo, su cama en una pequeña habitación y una caminadora eléctrica en el segundo y último aposento, donde se ejercita ante la imposibilidad de hacerlo libremente en la calle. Durante la guerra cruzó a pie el país varias veces, en todos los sentidos, a lo largo de escondrijos misteriosos, abiertos a machete entre las selvas y los bosques andinos.           

G.G.:¿Cuáles serán las confesiones que harán las FARC sobre el secuestro?

J.G.: En las audiencias individuales y colectivas que hemos tenido en la JEP sobre el caso 01 [relativo al secuestro], hemos aceptado que el secuestro fue una práctica por parte de las FARC-EP, hemos explicado el contexto en que se dio esa práctica, hemos atendido hasta donde ha sido posible los requerimientos de las víctimas y estamos en proceso de búsqueda de restos de personas que murieron en poder de las FARC-EP.

G.G.: ¿Cuántos secuestrados reconocen?, se habla de 15 mil.

J.G.: Esa cifra se ha ido desinflando. La Fiscalía envió a la JEP un informe de alrededor de seis mil casos y en la actualidad hay acreditadas unas mil 200 víctimas.

G.G.: ¿En qué consisten los bienes y el dinero que las FARC han entregado?

J.G.: Un resumen del listado entregado al Gobierno Nacional, a través de la Segunda Misión de la ONU, es el siguiente: Se registran bienes  inmuebles por un valor tasado en $441.503.000.000, $2.500.000.000 en efectivo, semovientes entre ganado vacuno y cabalgar por un valor de $4.135.000.000, medios de transporte avaluados en $8.317.000.000, distintos equipos y enceres valorados en $21.311.000.000, 267.000 gramos de oro, $29.235.000.000  en bienes que habían sido confiscados por las FARC-EP  a organizaciones mafiosas, recursos en caletas por $16.476.000.000, un registro de 196.622.000.000 en infraestructura vial que se construyó por parte de las FARC en distintas regiones. Así mismo, $4.484.000.000 en inversiones sociales que se hicieron en las mismas regiones, USD $ 451.000 en efectivo y el armamento que se entregó lo valoramos en $210.172.000.000.

G.G.: Eso suma $ 934,755,718,000. Es decir, novecientos treinta y cuatro mil setecientos cincuenta y cinco millones setecientos dieciocho mil pesos.    

J.G.: Ese es el resumen general de los bienes que están registrados en ese informe que se entregó al Gobierno de entonces y que, en su momento, el fiscal Néstor Humberto Martínez quiso ridiculizar hablando de unos traperos y unas escobas.

Puedo asegurar, con absoluta certeza, que ninguno de los integrantes de la bancada parlamentaria del Partido FARC piensa regresar a la guerra

Gonzalo Guillén: ¿Cuáles son las pruebas con las que demostrarán que las FARC sí mataron a Álvaro Gómez y atentaron contra Vargas Lleras?

Julián Gallo: En el caso del homicidio del doctor Álvaro Gómez Hurtado y los atentados al doctor Germán Vargas Lleras nosotros daremos ante la Jurisdicción Especial para la Paz los detalles acerca de la participación de unidades de las FARC en la ejecución de los hechos; al respecto no vamos a dar detalles a través de los medios.

G.G.: ¿Las FARC reconocerán que mataron al padre de Álvaro Uribe, como él lo viene sosteniendo?

J.G.: A lo largo de su vida Álvaro Uribe Vélez ha atribuido a las FARC la muerte de su padre,  hasta el momento no conocemos qué pruebas pueda tener él para asegurar eso, lo que le puedo decir al respecto es que sería muy importante conocer en qué va esa investigación en la Fiscalía, porque en este país ha sido costumbre atribuir a las FARC-EP la responsabilidad hasta de los desastres naturales y por eso sería muy importante, y muy interesante, conocer el estado de esa investigación, qué se sabe de los posibles responsables, qué pruebas se tienen.

Sin lugar a dudas, los paramilitares deben ir finalmente a la JEP, es necesario que el rompecabezas del conflicto cuente con todas las fichas

G.G.: ¿En qué consiste el frente común por la paz de la FARC y Mancuso?

J.G.: Ha habido un intercambio epistolar y una conversación telefónica entre Rodrigo Londoño (“Timo”) y Salvatore Mancuso. Nosotros, lo que sostenemos es que para que la verdad pueda cumplir el objetivo de armar el rompecabezas de lo que fue el conflicto, para que se llegue a tener una verdad completa, es necesario que, no solamente la insurgencia y los paramilitares, también los financiadores del paramilitarismo, los denominados “terceros”, los parapolíticos; y, por supuesto, también los altos funcionarios del Estado que tomaron decisiones en desarrollo del conflicto, como los presidentes, los ministros, gobernadores, alcaldes, aporten la parte de verdad que conocen, porque solo así vamos a poder pasar la página del conflicto; solo así vamos a cerrar las heridas de tantas víctimas que ha generado esta confrontación interna. Por eso nos parece muy pertinente la idea de un gran movimiento nacional por la verdad, que termine rescatándola, porque la tienen secuestrada; y digo esto porque hay que decir que de una Jurisdicción Especial pensada para todos los intervinientes terminamos teniendo un sistema integral al que solo están acudiendo los exintegrantes de las FARC-EP y mandos medios, con excepción de dos o tres altos mandos, y personal de base de las fuerzas armadas; esa es la realidad, entonces, hay que recuperar esa verdad para la memoria del país y para satisfacer plenamente los derechos de las víctimas.

G.G.:¿Creen que los paramilitares deben ir finalmente a la JEP, en aras de la paz?

J.G.: Sin lugar a dudas los paramilitares deben ir finalmente a la Jurisdicción Especial para la Paz, es necesario que el rompecabezas del conflicto cuente con todas las fichas, los paramilitares pelearon la guerra al lado del Estado, de la mano del  Estado, por eso tienen mucho que decirle a la sociedad colombiana, tienen mucho que retribuir a las víctimas y creemos que ese es el camino para llegar a esa paz tan anhelada; que  absolutamente todos los intervinientes, insurgencia, paramilitares, militares, funcionarios civiles del Estado, a lo largo de los distintos gobiernos, y por supuesto los empresarios que financiaron los grupos  paramilitares, todos, absolutamente todos debemos comparecer ante el Sistema Integral para lograr tener el mapa completo.

G.G.:¿Quién está detrás de los asesinatos permanentes de desmovilizados de las FARC?

J.G.: Nosotros lo que podemos asegurar en este momento es que prácticamente se nos está disparando desde todos los flancos, lo digo porque tenemos compañeros nuestros que han sido asesinados por las Fuerzas Armadas del Estado, como el caso de Dimar Torres y de Jonatan Trompetero, en el Cauca. Pero tenemos también casos de asesinatos por parte del Ejército de Liberación Nacional, por las mal llamadas disidencias y por los paramilitares; de manera que, en este momento, nosotros estamos siendo víctimas de fuego cruzado desde diferentes flancos.

G.G.: ¿Qué otros hechos de trascendencia nacional, como los de Gómez y Vargas Lleras, reconocerán las FARC?

J.G.: Debo decir que no necesariamente las otras verdades que nosotros entregaremos en el marco del Sistema Integral irán a tener las mismas repercusiones de los casos de los atentados al Doctor Vargas Lleras o el homicidio de Álvaro Gómez Hurtado; pero, sin lugar a dudas, daremos a conocer otros hechos que son responsabilidad de las FARC, hechos que afectaron a dirigentes políticos regionales y aspiramos a que los otros intervinientes en el conflicto comiencen a dar verdad para poder tener la imagen completa de lo que sucedió a lo largo de estas últimas décadas. En ese sentido todavía hay una deuda con el país, que necesita saber qué fue lo que sucedió con hechos como los asesinatos de Jorge Eliécer Gaitán, de Jaime Pardo Leal, de Carlos Pizarro León Gómez, de Bernardo Jaramillo, de José Antequera, de Manuel Cepeda, por solo mencionar algunos de los cuales hasta ahora solo se conoce la responsabilidad, y no en todos los casos, de los autores materiales, pero seguimos ignorando quienes estuvieron detrás de esos asesinatos, quiénes dieron la orden, cuál fue el entramado que permitió que se diera el genocidio contra la Unión Patriótica; esas son deudas que tienen sectores de la sociedad que se involucraron en el conflicto y que la nación colombiana espera que quedé saldada con sus aportes de verdad.

G.G.: ¿En cuántas partes están divididas las FARC?

J.G.: Si hacemos referencia a lo que fueron en su momento las FARC-EP, hay que decir que una parte pequeña se quedó con Gentil Duarte e Iván Mordisco, otro grupo pequeño se fue con Iván Márquez y los demás seguimos cumpliendo los compromisos firmados en el Acuerdo.

G.G.: ¿Qué opinan ustedes del matrimonio de “Joaquín Gómez” con la hermana de Kiko Gómez?

J.G.: No tengo ninguna opinión a ese respecto. Primero, porque no conozco si sea real o no; segundo, porque si ese matrimonio se dio, son hechos que corresponden al ámbito personal y, por lo tanto, no creo que debamos hacer comentarios al respecto.

G.G.: ¿Creen que ustedes, los antiguos comandantes de la cúpula de la FARC, van a terminar extraditados a Estados Unidos a pesar de los acuerdos de paz?

J.G. En el trascurso de la discusión en La Habana abordamos extensamente el tema de la extradición y en el Acuerdo quedó estipulado que no habrá extradición por hechos relacionados con el conflicto, de manera que a eso nos atenemos; y, claro, hemos conocido que comienza a develarse la conspiración urdida desde la Fiscalía y la embajada norteamericana para extraditar a Jesús Santrich y a Iván Márquez, para lo cual urdieron ese entramado del entrampamiento. Pero, repito, si se cumple cabalmente el Acuerdo no hay ningún riesgo que pueda llevar a que en un momento determinado se pueda pensar en la extradición de quienes hicimos parte de la dirección de las FARC-EP.

Néstor Humberto Martínez va a tener que responder ante la justicia colombiana

G.G.: ¿Cuál es la posición sobre las 24 mil grabaciones que la Fiscalía se niega a entregar a la JEP, con excepción de 12?

J.G.: Las revelaciones que hemos conocido a través del diario El Espectador acerca de las veinticuatro mil grabaciones que la Fiscalía no le entregó a la Jurisdicción Especial para la Paz, en el marco del caso Jesús Santrich, lo que demuestran es la mala fe de Néstor Humberto Martínez y la Fiscalía que él dirigía en ese momento, demuestran que hubo una conspiración urdida desde la fiscalía y la embajada norteamericana para atentar contra la paz del país. Estamos seguros que en la media en que se avance en el esclarecimiento de estos hechos, necesariamente Néstor Humberto Martínez va a tener que responder ante la justicia colombiana porque allí hay un concurso de delitos, comenzando porque en la legislación colombiana el entrampamiento, como figura, está prohibido, puesto que se trata de inducir a otra persona al delito, y, si eso lo hace la propia Fiscalía que es la entidad encargada de investigar, imagínese qué puede suceder. También, le puedo decir que no fue solo ese entrampamiento, hubo por lo menos dos o tres montajes similares que quisieron hacernos, algún día eso se sabrá.

G.G.: ¿Dónde están realmente Santrich, Iván Márquez y el Paisa?

J.G: Desconozco realmente dónde podrán encontrarse Santrich, Iván Márquez y el Paisa, no tenemos información al respecto.

G:G.: ¿Cree que las disidencias tienen algún futuro militar?

J.G.: Cuando abordamos en La Habana el tema de si era viable o no avanzar en la firma del Acuerdo discutimos mucho en torno a la posibilidad cierta de una victoria militar en caso de que no se llegará a un acuerdo. Esas conclusiones están por ahí, es un documento en el que se recogen los aspectos que surgieron de un intercambio en el que participamos los integrantes del Estado Mayor de las FARC y otros cuadros que hacían parte, en ese momento, de la Delegación de Paz de las FARC y la conclusión fue que no había la posibilidad inmediata de un triunfo militar; si bien se pudiera prolongar la resistencia, pensar que sin el apoyo de grandes núcleos de población se va poder obtener una victoria es realmente una quimera; no existe esa posibilidad.

G.G.:¿Usted ha recibido cartas de Santricht y Márquez, según entiendo, ¿qué dicen en ellas?

J.G.: No sé si usted se refiera a una carta, o, a un escrito apócrifo que circula por estos días en distintos chats y medios que no tiene ninguna firma y dónde se hacen una serie de acusaciones; aseveraciones dirigidas claramente a desprestigiar y poner en entredicho el papel de quienes tenemos una responsabilidad en la conducción del Partido y el desarrollo de aspectos importantes de la implementación del Acuerdo de Paz, entre esos la representación parlamentaria de nuestro partido.

G.G.: Sí, me refiero a una carta sin firma, llena de graves señalamientos contra ustedes.

J.G: Si es a esa carta que se refiere, lo que yo le puedo decir, es que esa es una carta que no creo que se le pueda atribuir a Romaña, es un papel sin firma, tendencioso. Un apócrifo.

G.G.: ¿Con qué gobiernos tiene relaciones el partido Fuerza Alternativa del Común, FARC?

J.G.: A lo largo de nuestra historia hemos mantenido relaciones con muchos gobiernos, en este momento lo que le puedo decir es que mantenemos una interlocución con los gobiernos cubano y noruego, que jugaron un papel muy importante en el proceso de construcción del Acuerdo de Paz. Hemos tenido contactos con funcionarios de la representación diplomática de los gobiernos de México, de Nicaragua, con el gobierno de Bolivia, cuando estaba Evo Morales, y que aspiramos a retomar ahora, con el nuevo presidente. Por supuesto, también con el gobierno de Venezuela, entre relacionamientos que tenemos a nivel de gobierno.

G:G.: ¿Existe la posibilidad de que los congresistas de las FARC o alguno de ellos regrese a la guerra en respuesta a los ataques de los que son objeto permanentemente? ¿Han discutido entre ustedes esa posibilidad?

J.G.: Yo puedo asegurar, con absoluta certeza, que ninguno de los integrantes de la bancada parlamentaria del Partido FARC piensa regresar a la guerra, como producto de los ataques permanentes y la estigmatización que se nos hace permanentemente; no existe esa posibilidad de regresar al monte, eso está totalmente descartado. Cuando tomamos la decisión de firmar el Acuerdo sabíamos que estábamos quemando las naves de la guerra y que no íbamos a regresar, que esa decisión implicaba muchos riesgos, demandaría esfuerzos y sacrificios, pero teníamos muy claro que más allá del destino personal, lo que nos estábamos jugando era el futuro histórico de un proyecto político que ha sido construido sobre la base de mucho sacrificio, de mucha sangre derramada de gente humilde que entregó sus vidas por el sueño de una Colombia distinta, de manera que no vamos a reversar en esa decisión de seguir buscando esa Colombia distinta por las vías de la lucha política legal y abierta.

G:G.: ¿Cuáles son las metas políticas de ustedes?

J.G.: La meta política inmediata que tenemos es lograr la implementación integral del Acuerdo Final de Paz. Ese es el objetivo más importante y más inmediato que tenemos como partido; objetivo que, estamos claros, solamente conseguiremos con la más amplia convergencia política y social de fuerzas pro paz. Eso implica, necesariamente, que para el 2022 todas estas fuerzas del espectro político colombiano que estamos interesadas en la consolidación de la paz, para que sea estable y duradera, para que sea integral, para que sea una paz completa, logremos elegir un gobierno que arrebate el poder a esas élites políticas tradicionales de extrema derecha, que está actualmente en el poder. Ese es el objetivo político inmediato. A mediano plazo aspiramos a consolidarnos como una opción política importante en este país, nosotros renunciamos a la guerra, pero no hemos renunciado en ningún momento a construir una sociedad distinta en Colombia, y cuando digo una sociedad distinta estoy hablando de una sociedad que tenga un modelo económico diferente al capitalismo neoliberal que rige actualmente, lo que implica construir un modelo distinto, que parta de nuestras propias condiciones y realidades socio-económicas y políticas, estoy hablando de un gobierno para un país que, aún manteniéndose en el marco del capitalismo, siente las bases para el desarrollo de una poderosísima economía agraria, y un importante desarrollo industrial para el fortalecimiento del mercado interno. Esas son luchas y banderas que nosotros levantamos, al igual que la defensa del ambiente y de los bienes comunes que nos dio la naturaleza, acabar definitivamente el modelo económico extractivista; todo esto complementado con un régimen político profundamente democrático e incluyente y, desde luego, con un gran sentido social, ese es el proyecto político democrático y pluralista que nosotros aspiramos ayudar a construir para Colombia en el mediano plazo.

G.G.: ¿La guerra les dejó más amigos o más enemigos?

J.G.: Bueno en una guerra que se prolongó tanto y que adquirió visos tan dramáticos, tan duros, resultan muchos enemigos, pero también podemos decir que son muchos los amigos que logramos conseguir, sin ellos sería impensable una resistencia de más de medio siglo, ninguna organización aislada sería capaz de sostenerse en el tiempo enfrentando al Estado con la aplicación de todos sus recursos, todos los medios, con asesoría y apoyo internacional; de manera que nos quedamos con los amigos, los antiguos y los que hemos ido consiguiendo, aproximando, acercando en estos cuatro años que llevamos desde la firma del Acuerdo de Paz. 

G.G.: ¿Cuáles son los cinco enemigos más grandes que tiene hoy el partido FARC?

J.G.: Yo en este momento no hablaría de enemigos, más bien hablaría de adversarios; pero más allá de eso quiero referirme a los retos, el primero de ellos cómo derrotar el sector que se sigue oponiendo a la paz y que necesita la guerra como una condición esencial para seguir sobreviviendo. Y estoy hablando del sector político y económico que está actualmente en el poder. Otro reto enorme que tenemos nosotros es romper la indiferencia de sectores muy grandes de la sociedad colombiana, que no han entendido el significado histórico del Acuerdo de Paz que se firmó, que siguen siendo sujetos de la manipulación mediática y que no han entendido que el Acuerdo de Paz ya se firmó y que es necesario modificar los referentes sobre el partido y la propuesta política que nosotros encarnamos de manera distinta a lo que fuimos en el conflicto. Un tercer reto es el cerco político que se nos ha querido tender desde los sectores pro-paz, que apoyan el Acuerdo, pero que a la hora de nuestro aterrizaje en el escenario político, producto del sectarismo y los cálculos electorales no han entendido que la reincorporación política de quienes estuvimos alzados en armas pasa por abrirnos las puertas a los procesos de convergencia. Un cuarto reto es la adaptación nuestra a la vida política legal abierta y la necesaria modificación de los referentes para el tratamiento de los problemas internos de partido, en eso tenemos que reconocer que nos hemos equivocado y que vamos a tener que encontrar formas y medios que nos permitan tramitar esas diferencias de la mejor manera. Y, por último, un quinto reto, tal vez de los mayores, es la desazón e incertidumbre que hay entre las bases nuestras ante la no implementación del Acuerdo y la falta de garantías para la vida, esos son algunos de los principales retos que tenemos.

G.G.: ¿Cómo se siente en la vida civil?

J.G.: Esta ha sido una etapa bastante compleja en lo personal, porque no es solamente el salir de cuatro décadas de estar dedicado a la guerra, en medio de la clandestinidad, y dar el paso a una vida pública, eso implica retos enormes, muchas complejidades, desde lo personal y también desde lo político. Nosotros fuimos formados para actuar en la clandestinidad, no para la vida pública, y eso demanda hacer un esfuerzo grande, máxime en el contexto político de estigmatización, de persecución, de montajes que hemos tenido que enfrentar. De manera que todavía no terminamos por acostumbrarnos, hemos tratado de asumirlo y de desempeñarnos de la mejor manera, porque somos conscientes del peso que tenemos sobre nuestros hombros y,  sobre todo, la responsabilidad histórica que significa cumplir adecuadamente la tarea que nos correspondió, pensando siempre de cara a las generaciones futuras; eso nos anima y nos fortalece, entendiendo que aquí no se trata de jugarnos el destino propio, sino un proyecto político y de sociedad para el futuro de Colombia y por eso vale la pena cualquier sacrificio.

Tomado de La Nueva Prensa

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