Imponente. Así se ve el helicóptero Black Hack UH-60 tripulado por la teniente Angie Paola Toro, oriunda de Bogotá, quien con 29 años y aproximadamente 10 de pertenecer al Ejército Nacional, hace parte del selecto grupo de mujeres que pilotean los halcones negros, esos mismos, que han estado en la primera línea de guerra cuando el conflicto armado atacaba latentemente el país.
Toro, quien alcanza los 1.60cms de altura, de tez blanca, cabello negro y ojos oscuros, se calificó hace un par de días, es decir, recibió instrucción por parte de un superior para avanzar en su proceso y convertirse en una de las 15 pilotos que tiene el Ejército.
No obstante, ahora hace parte de las cuatro mujeres que están calificadas para volar helicópteros MI-17 y Black Hawk, aeronaves que sirven para operar el Bamby Bucket, que no es otra cosa que un mecanismo que tiene la aviación del Ejército para combatir los incendios desde el aire.
El ‘Helibalde’ que es instalado en el gancho de carga del halcón, es una canasta gigante de color naranja, tiene una capacidad de hasta 6.030 libras, y Toro es la encargada de transportarlo con el helicóptero hasta una piscina artificial. Una vez en el lugar, debe suspenderse en el aire mientras recoge el agua, y después de ello desplazarse hacia el punto de la conflagración.
Aunque parece ser una labor sencilla, el procedimiento para estar en las alturas con la responsabilidad que ello implica, le ha dejado a Toro extensas jornadas de preparación física y mental ya que no es una tarea fácil.
Aunque el halcón es uno de los helicópteros más completos que tiene la institución es un reto maniobrarlo, pero más allá de eso volver de operaciones con vida, pues sobre el piloto recae el compromiso de volver a tierra con su equipo sano y salvo, y Toro tiene clara su misión.
La preparación previa es la pieza clave de la operación, el denominado ‘briefing’ que dura un poco más de media hora, le deja ver a Toro y a su equipo las condiciones en las que se subirán al halcón. Revisan la climatología, incluso la hora en la que sale y se oculta el sol, los tripulantes que van a bordo, y analizan en más de una ocasión la misión a la que se enfrentarán.
Cabe mencionar que la flota de halcones negros de la aviación del Ejército también tiene entre sus funciones generar operaciones de asalto aéreo, evacuaciones aeromédicas, e incluso, llegar a lugares recónditos del país con pelotones de más de 17 uniformados con fusil y equipo al hombro, para combatir la delincuencia.
Una de las mujeres valerosas que tiene la fuerza
Además de Toro, Diana Alexandra Andrade, una técnico en Equipos de Rescate y técnico de Vuelo de la Fuerza Aérea Colombiana, también se convirtió en una de las mujeres valerosas que tiene la fuerza.
Andrade, se posicionó en un lugar que por años ha sido ocupado por hombres, no obstante, esta responsabilidad no le quedó grande, pues su pasión por las aeronaves la heredó de su abuelo y su padre, por eso desde muy joven se propuso trabajar en este medio, lo cual hizo realidad siendo parte del equipo de trabajo del Comando Aéreo de Mantenimiento (CAMAN), ubicado en Madrid, Cundinamarca, donde laboró en el proyecto de modernización de las aeronaves C-130 Hércules y los aviones de entrenamiento básico T-27 Tucano.
El pasar tiempo con estas aeronaves, le bastó a Andrade para proyectar su vida en las alturas y hacer parte de una tripulación. Se preparó durante seis meses, y por primera vez aprendió a portar el uniforme, ese que le daría la gloria de volar aún más lejos que sus sueños.
El Comando Aéreo de Combate No. 1 fue su primera base, logrando convertirse en la primera mujer Técnico de Mantenimiento, posteriormente fue trasladada a la ‘Cuna de las Tripulaciones de Ala Rotatoria’ (CACOM-4), donde se encuentra la mayor flota de helicópteros de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC).
Inicialmente no solo hizo parte de las tripulaciones como Artillera de vuelo, sino que con el tiempo tuvo la oportunidad de ser la primera mujer en realizar el Curso de Operaciones Especiales obteniendo el título de Técnico en Equipos de Rescate (TER). Desde esta nueva posición, pudo interiorizar las capacidades helicoportadas y contribuyó de manera directa en el desarrollo de operaciones de búsqueda y salvamento, evacuaciones aeromédicas y transporte de carga externa.
Con el paso del tiempo sus metas avanzaron y se propuso ser la primera mujer Técnico de Vuelo de Helicópteros de la FAC, logrando escalar un peldaño más en su vida militar. Con sacrificio, y empeño, esta zipaquereña de 28 años, logró terminar su curso, cumpliendo un sueño más, el de volar como tripulante en los poderosos helicópteros medianos Huey II y Bell 212.
Andrade afirma que al ser la única mujer en estos cursos, siente que los ojos están puestos sobre ella, por las responsabilidades que implica estas asignaciones, pero confía plenamente en sus capacidades y los conocimientos que ha adquirido en cada curso que realiza, además, de la pasión que siente por hacer lo que le gusta. La joven suboficial no descarta ser parte de la tripulación del helicóptero presidencial.
Tomado de La Opinión