Las noches de ramadán se tiñen de magia oriental para alegrar tiempos difíciles en Líbano

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Asistentes disfrutan del evento de ramadán 'Layali Zaman' en Beirut, Líbano, este martes. EFE/Noemí Jabois

Beirut, 26 mar – Decorados reminiscentes de ‘Las Mil y Una Noches’, manjares tradicionales, tatuadoras de henna y hasta zancudos cobran vida cada atardecer en Beirut para llenar de magia el mes sagrado de Ramadán, en un intento de disipar las dificultades que vive el Líbano en medio del conflicto con Israel.

Los organizadores del evento ‘Layali Zaman’ han convertido un espacio de unos 10.000 metros cuadrados en un antiguo ‘khan’, las plazas bordeadas de soportales con negocios y habitaciones donde hace siglos se congregaban los comerciantes durante sus viajes por Oriente Medio.

Al más puro estilo de un auténtico ‘khan’, más de 30 puestos de comida y 70 tiendas efímeras con productos tradicionales libaneses se esparcen por los márgenes del Foro de Beirut, mientras en el centro cientos de personas fuman pipas de agua entre bocado y bocado.

«Con todo lo que está pasando en el Líbano, en el sur del Líbano y en Gaza, pensamos que era hora de crear algo bueno, algo positivo, algo que suponga un cambio para marcar la diferencia pese a toda la negatividad», explica a EFE Joe Harb, propietario de la organizadora In Action Events.

La idea surgió el pasado diciembre, cuando el país vivía su tercer mes de enfrentamientos armados, y ha dado lugar a una celebración de una envergadura poco común desde que el Líbano cayera en una grave crisis económica a finales de 2019.

De hecho, In Action Events tuvo que suspender sus famosos mercados navideños durante tres años en medio de la depresión y la pandemia.

«Queremos hacer que vuelva la alegría, queremos traer la vida de nuevo a la gente. Somos el tipo de personas que aman la vida (…) pero aquí es donde estamos, vivimos en un país muy difícil», sentencia el dueño, esgrimiendo la «resiliencia» característica de los libaneses.

‘Las noches de antes’

El espectacular decorado de ‘Layali Zaman’ no escatima en detalles: arcos que emulan la arquitectura islámica, fuentes, carros de madera e incluso un techo azul plagado de pequeñas luces a modo de cielo estrellado.

El recinto, abierto hasta el final del mes sagrado con una entrada simbólica de 5 dólares, atrae a entre 3.000 y 4.000 visitantes por noche, según estimaciones de los organizadores.

«Cada noche también tenemos entretenimiento musical, música que de nuevo va con el tema de ramadán, son canciones orientales con laúd, con qanún, con todo este tipo de instrumentos», apunta Harb, mientras un grupo árabe anima la fiesta desde el escenario.

Por los soportales improvisados, tiendas que venden túnicas tradicionales o artesanía de cobre se intercalan con puestos especializados en dulces árabes o zumos típicos de la festividad.

En el puesto Msaharati Foul Option, sirven «de todo» para la comida con la que se rompe el ayuno al caer el sol (‘iftar’) y también para los últimos bocados antes del amanecer (‘suhur’), asegura a EFE el supervisor del chiringuito, Sam Dameer.

El joven afirma que están teniendo muchos clientes, especialmente a la hora del ‘suhur’, y procede a recitar un menú lleno de clásicos como la famosa ensalada levantina ‘tabouleh’ o las frituras de carne ‘kibbeh’.

Tatuajes y juegos

Tras romper su ayuno con algunas de las delicias a la venta, una pareja de jóvenes disfruta del concierto mientras echa una partida de backgammon, uno de los juegos de mesa tradicionales a disposición de los asistentes.

«Es un buen evento, hay un montón de gente. Aquí el ambiente es agradable para todo el mundo», comenta Elias a EFE, mientras su acompañante asegura que volverán a acudir.

No faltan los vendedores ambulantes de café ataviados con la indumentaria tradicional ni animadores con disfraces tan a tono como el de genio, con lámpara mágica incluida. Ni tampoco faltan los tatuajes de henna, una de las actividades más populares.

Zahra no deja de recibir a clientas deseosas de lucir uno de sus diseños, que duran alrededor de un mes y que pueden ser improvisados a mano o hechos con alguna de las plantillas de su catálogo, explica a EFE mientras decora el brazo de una joven.

Muy cerca del carrito de la artista, Mohammad disfruta de un dulce oriental ‘baklava’ junto a un grupo de amigos, asegurando a EFE que ya es su tercera noche en este «maravilloso» evento.

«Estamos pasando por tiempos difíciles en el Líbano, necesitábamos un espacio para respirar, para pasar un rato divertido. Necesitábamos un espacio para disfrutar, para gozar de la compañía», concluye el visitante.

Noemí Jabois

EFE