Jerusalén, 5 septiembre.– Por undécimo sábado consecutivo, y en medio de una ola de calor en Israel, miles de israelíes pidieron la dimisión del primer ministro, Benjamín Netanyahu, procesado por corrupción y que no consigue parar la segunda ola de coronavirus que tiene al país en vilo.
Las marchas comenzaron como cada sábado en puentes e intersecciones de Israel y la más concurrida tuvo lugar en Jerusalén frente a su residencia oficial. Además, cientos de ciudadanos protestaron a las puertas de la residencia privada de Netanyahu, en la ciudad costera de Cesárea.
El país pasa por su momento más crítico de la segunda ola de la COVID-19, que dura dos meses y con máximos diarios esta semana, por lo que se confinarán treinta comunidades israelíes a partir del lunes, mientras el Gobierno estudia un cierre nacional si no remite la curva de contagios.
En las marchas, se acusa además a Netanyahu de «corrupto» por su procesamiento, en el que está siendo juzgado por delitos de fraude, cohecho y abuso de confianza, lema del movimiento antigubernamental conocido como Bandera Negra que inició estas manifestaciones en marzo y que han crecido cada semana.
El primer ministro israelí considera que están organizadas están alentadas por la «izquierda anarquista» y por los medios de comunicación.
Sin embargo, cada semana se han unido más ciudadanos afectados por la crisis económica relcionada con la pandemia, principalmente jóvenes que según las encuestas muestran una mayor desafección por el liderazgo de Netanyahu.
Desde el inicio, se han producido altercados con la policía israelí y los manifestantes han denunciado ataques de simpatizantes del primer ministro, posteriormente detenidos por las fuerzas de seguridad.
El pasado sábado se registró una de las protestas más concurridas, con unos 20.000 participantes en Jerusalén, y hoy continuaron con una alta tensión con la policía.
EFE