‘Las redes sociales son peores que los cigarrillos’

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Algunos lo llaman el ‘padre de la realidad virtual’, y muchos lo conocen como el ‘gurú de internet’. La Enciclopedia Británica lo reseña como uno de los 300 inventores más grandes de la historia. Sin embargo, tal vez sea mejor encuadrarlo como el ‘caballo de Troya’. En su caso, de Silicon Valley. Porque Jaron Lanier considera que internet, tal y como solemos usarlo, debe ser demolida. ¿Y las redes sociales? “Son peores que los cigarrillos”, dice. Nos hacen (más) idiotas, asegura.

Lanier, el factótum detrás de ‘Together’, el último desarrollo de Microsoft para videoconferencias, no está en contra de internet o de los avances tecnológicos. Solo rechaza las redes como están hoy concebidas y, explica sus motivos.

¿Por qué cree que las redes sociales son peores que los cigarrillos?

Porque recrean los experimentos conductistas en los que se despliega un sistema metódico para cambiar el comportamiento de un animal o de una persona. En sus orígenes lo desarrollaron científicos reconocidos. (Iván) Pavlov fue el primero, hace más de 100 años. Y luego (Burrhus Frederik), Skinner. La esencia de las redes sociales es un algoritmo que mide lo que hace una persona y le da una recompensa o un castigo, según un plan que maximiza la modificación de su comportamiento. Empresas como Facebook no planean hacer esto exactamente, a pesar de que usan un lenguaje que busca aumentar la participación de sus usuarios. Pero la idea detrás del botón ‘Me gusta’ de Facebook puede retrotraerse a la década de 1950, con el botón que debían presionar pichones o ratas como parte de su entrenamiento para obtener dulces. La razón por la que sistemas como el de Facebook se vuelven tan malos es que los algoritmos están tratando de generar algún efecto sobre el comportamiento. Y el más inmediato es estimulando las respuestas de pelea o huida. Ambas respuestas son como circuitos muy profundos en el cerebro humano que evolucionaron para protegernos.

¿Cómo funcionan?

Su esencia es que si percibimos un posible peligro, tenemos que decidir si atacar o correr. Y, dado que los algoritmos buscan una reacción de la gente, la respuesta más fácil de los programadores fue concentrarse en esto. Por eso, los algoritmos tienden a excitar a sus usuarios una y otra vez. Le aclaro: los experimentos originales sobre el comportamiento apelaban a otras respuestas, ofreciendo golosinas, más orientadas al centro del placer, pero ese proceso es más lento. Estos son peores, apuntando a la lucha o huida, y el resultado es que la gente se centra más y más en su lucha de intereses, afectando su personalidad, volviéndote un poco más paranoico, sectario y partidista. Y cuando esas reacciones de lucha o huida les sucede a todos en una sociedad, esto tiene efectos en la política.

Insisto, ¿cree realmente que las redes son peores que los cigarrillos?

Mi punto es que un cigarrillo te matará, pero no te convierte en una persona diferente. Tendrás cáncer de pulmón, pero seguirás teniendo la misma personalidad. El alcohol, en cambio, sí te convierte en una persona diferente, realmente cambia a las personas. Hace que sean crueles, violentas. Y yo diría que las redes sociales tienen un efecto en las personas que se parece un poco al del alcohol. Las hace más propensas a meterse en peleas, a estar un poco locas. Pero lo bueno del alcohol es que puedes despertarte y tener resaca, pero ya no estás borracho. Con las redes sociales, siempre estás borracho. Se necesita mucho tiempo para superarlo.

Y, en ese sentido, la patología del fomo (el temor a perderse algo por no estar conectados) sería demostrativa de esa adicción a las redes…

Sí. Una forma muy típica de saber si eres adicto es si estás verificando compulsivamente qué tan popular eres, cuántos ‘me gusta’ cosechas. En ese caso, resultaría bueno para tu salud simplemente dejar esa plataforma. Sé que es un consejo muy difícil, porque mucha gente siente que sus carreras dependen de su vida en las redes. Y pueden tener razón hasta cierto punto. En ese caso, puede que tengas que buscar una situación intermedia.

Dadas las audiencias que organizó el Congreso de EE. UU., y los reclamos crecientes en todo el mundo, ¿podemos esperar que Google, Facebook y otras compañías tecnológicas asuman su responsabilidad y corrijan estas deficiencias?

Esta es una pregunta realmente interesante porque, de alguna manera, las personas que dirigen esas empresas también son víctimas del sistema. Conozco a algunas de ellas. Hasta cierto punto, cuando te involucras en este modelo de ganar dinero manipulando a la gente es muy difícil salir de él. Tan pronto como entras en él, quedas atrapado y se vuelve casi imposible admitir lo que has hecho. Lo hemos visto de manera dramática con Facebook, donde un flujo constante de primeros fundadores o altos ejecutivos se fueron y denunciaron a la compañía. Creo que tendríamos que volver a la época de la Segunda Guerra Mundial y a las compañías de armamento para encontrar un fenómeno similar de deserción de ejecutivos arrepentidos y con un sentimiento de karma moral, ya que piensan que nunca se podrá revertir lo que hicieron.

¿Y cuál es la solución?

No creo que pase por amenazar con un castigo a las personas que dirigen las empresas, sino por crear incentivos financieros diferentes que les den la libertad para comportarse de otra manera. La única forma como hoy pueden ganar dinero es con publicidad, que se optimiza mediante algoritmos que convierten la plataforma en este sistema horrible de modificación de conducta. Entonces, la única opción es que ganen dinero con algo que no sea publicidad. Probablemente cobrar suscripciones, como Netflix o algún sitio web de juegos en línea u otras cosas por las que la gente está acostumbrada a pagar en la red. Pero, al mismo tiempo, también tendrán que empezar a pagarle a la gente cuando suba a la plataforma algo con valor añadido. Se lo llama ‘la dignidad de los datos’.

¿Podría darse el modelo de Onlyfans.com, donde los usuarios pagan por acceder al contenido de las personas a las que quieren seguir?

A muchos de estos proyectos les va bastante bien, del mismo modo que también permiten financiar el desarrollo de una gran cantidad de software. Pero hay un problema con esa opción: esos sistemas de financiamiento voluntario tienden a crear un pico muy pequeño de personas que obtienen mucho dinero, mientras que el resto se reparte monedas. Lo que lleva a que tengas unas pocas historias personales muy buenas, pero luego tienes una gran cantidad de personas que no la pasan bien. Tiende a desarrollarse un ‘efecto de red’ en el que un número muy pequeño de personas acaparan la atención y el dinero, en desmedro del resto, que resulta eclipsado. En una economía en crecimiento saludable, en cambio, se da un conjunto mucho más amplio de interacción, con mucha gente haciendo transacciones entre sí. En rigor, lo que planteo no es novedoso. Muchas de las críticas que se le hacen al capitalismo, por ejemplo, pasan por la facilidad con que puede concentrar la riqueza en unas pocas manos. Los libros de Thomas Piketty son un ejemplo reciente de este tipo de planteos. La clave para un sistema saludable es que las personas tengan el control sobre su propia información para que puedan disponer de su propia optimización, que será distinta de la de cualquier otra persona. ¿Se entiende?

No.

(Risas) Tan pronto como tienes un sitio que acumula y maneja toda la información de todos, la ordenará de acuerdo con sus propias prioridades e intereses, y alentando la concentración, como pasa si tienes un nodo centralizado en cualquier mercado. Por el contrario, si cada parte controla su propia información, en lugar de pasar por Facebook o cualquier otra plataforma centralizadora, entonces sería posible obtener interacciones personalizadas y un mercado mucho más amplio.

¿Puede la pandemia resultar un factor que cambie el statu quo tecnológico? ¿O será, por el contrario, un factor que reforzará conductas previas?

Esa es una gran pregunta. El uso de internet en Estados Unidos cambió durante la pandemia. Eso es bueno. Las personas ahora hablan entre ellas a través de los computadores, como nosotros ahora, en vez de estar sentadas absorbiendo pasivamente el material que provee un algoritmo. Siempre pensé que eso es lo peor. Por algo se llama feed (alimentación, en inglés). Pero ahora, con la pandemia, el feed algorítmico está teniendo menos influencia. Eso es fascinante. Diría que internet ha mejorado un poco durante la pandemia. Quiero ser optimista, y para eso fíjese en lo que pasa con el movimiento Black Lives Matter. Siempre hubo protestas a lo largo de la historia de Estados Unidos, pero esto es distinto. Las protestas han sido en su mayoría no violentas, han sido constructivas y se han extendido por todo el país. Esto es diferente y, en mi opinión, positivo.

Sin embargo, usted ha dicho que por cada Primavera Árabe que se gesta en las redes, hay una reacción que termina en algo como el grupo terrorista Estado Islámico, y que por cada Black Lives Matter hay un grupo supremacista blanco que llama a disparar contra quienes se manifiestan. ¿Por qué sería diferente esta vez?

Tengo que decirle que mi visión es incluso peor. Lo que he dicho es que debido a que los algoritmos buscan naturalmente a las personas que tienen las respuestas de lucha o huida más fuertes, en realidad obtienes un KKK (por el Ku Klux Klan) o un movimiento neonazi o un Estado Islámico más fuerte que el original. Eso ha sido históricamente así, pero espero que esta vez sea diferente debido a que la gente que integra el movimiento Black Lives Matter, por ejemplo, no está tan interesada en publicar en las redes sociales, sino que está enfocada en el mundo real, protestando en las calles. Y ese giro de las protestas en línea a las protestas en el mundo real podría crear algo diferente. Por supuesto que se trata de una idea, de mi esperanza. Las protestas del Black Lives Matter no dependen mucho de internet. La discusión en línea simplemente no es un factor importante para quienes protagonizan el movimiento, aunque también debo decir que la reacción al movimiento sí sigue siendo en línea y que nuestro presidente (Donald Trump) está tratando de convertir lo que ocurre en las calles en una guerra ‘en línea’ y las protestas, en un fenómeno violento. Aun así, tengo esperanzas. Quizás esta vez sea mejor.

Tomado de El Tiempo

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