Bogotá, 23 octubre.- El resultado de las elecciones en Bolivia, donde el candidato del expresidente Evo Morales, Luis Arce, se alzó con la mayoría, confirma que en un buen número de países latinoamericanos, los líderes históricos buscan permanecer en el poder con «delfines» nombrados por ellos mismos.
Esta práctica no distingue entre derechas ni izquierdas, muestra con ello poca renovación de los liderazgos en la región y mantiene la figura del «heredero» como un valor político, según expertos.
Evo Morales gobernó Bolivia durante casi 14 años y se vio forzado a renunciar a la Presidencia tras las elecciones de 2019 entre denuncias de fraude electoral y un presunto golpe de Estado del que dice fue víctima.
Refugiado en Argentina, Morales buscó con éxito recuperar el liderazgo en su país y coordinó la campaña electoral de su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), con su exministro Luis Arce como candidato.
LÍDERES «ETERNOS»
El fallecido presidente venezolano, Hugo Chávez, fue un dirigente que llevó su liderazgo y su proyecto bolivariano fuera de las fronteras de su país, al punto que su opinión pesó en la elección de varios candidatos en Latinoamérica.
En Venezuela, Chávez le pidió a los venezolanos antes de morir que eligieran a su entonces vicepresidente Nicolás Maduro como presidente.
El sucesor del líder bolivariano, que asumió el poder como «presidente encargado» luego del fallecimiento de Chávez en marzo de 2013, ganó las elecciones en abril de ese año por un estrecho margen.
Otro liderazgo que ha marcado el destino de un país es el de Fidel Castro. El 31 de julio de 2006 el líder de la revolución cubana, quien se encontraba ya muy enfermo, delegó el poder en su hermano Raúl y en 2008, el menor de los Castro, asumió formalmente la Presidencia de Cuba.
Raúl comandó por diez años la isla y en un hecho sin precedentes, desde que en 1959 se registró la revolución cubana, Castro abogó por un relevo generacional y pasó en 2018 el mando a Miguel Díaz-Canel.
En las antípodas ideológicas y con procedimientos democráticos, Colombia ha vivido también esta apuesta por los delfines políticos.
Álvaro Uribe llegó a la Presidencia por primera vez en 2002 y tras impulsar una reforma constitucional, superó una reelección y gobernó hasta 2010. Intentó una nueva modificación sin éxito y al no poder postularse «apadrinó» al que fuera su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, quien de la mano del proyecto político del líder derechista ganó las elecciones y estuvo por dos períodos seguidos hasta 2018.
Sin embargo, Santos pronto se distanció de la ideología de su mentor, cuestión que no fue impedimento para que nuevamente Uribe apoyara otro candidato, Iván Duque, quien ganó las elecciones en 2018.
A ELLAS TAMBIÉN LAS APADRINAN
La primera mujer en llegar a la Presidencia de Brasil vino de la mano de Luiz Inácio Lula da Silva, uno de los hombres más queridos y más polémicos del país.
Lula aprovechó su caudal político y en 2011 catapultó a su jefa de su gabinete a la primera jefatura del gigante suramericano. En 2014 de nuevo la apoyó para su reelección, pero los escándalos de corrupción que también alcanzaron a su «padrino político» llevaron a que el Congreso la destituyera en 2016.
Incluso, la misma Rousseff trató de proteger a Lula nombrándolo ministro, lo que le otorgaba un fuero y lo libraría de los procesos que ya cursaban en contra del exmandatario, pero un magistrado de la Corte Suprema dejó sin efecto esa designación y Lula tuvo que someterse a la Justicia.
En 2007 el entonces presidente argentino, Néstor Kirchner, declinó presentarse a la reelección y designó a su esposa, Cristina Fernández, como candidata.
Cristina Fernández fue reelegida en 2011 y pese a que su esposo falleció en octubre de 2010 los argentinos depositaron de nuevo en ella su confianza como una forma de rendir un homenaje al aprecio que le tenían a Kirchner.
En una jugada muy polémica por los varios procesos judiciales que pesan sobre la exmandataria, el año pasado la misma Cristina Fernández anunció que sería la fórmula vicepresidencial con el peronista Alberto Fernández, quien finalmente fue investido presidente de Argentina en diciembre de 2019.
UNIONES TORMENTOSAS
No siempre el sucesor sigue el dictado del líder. En Ecuador, por ejemplo, Lenín Moreno asumió la Presidencia del país en 2017, gracias al apoyo que le dio Rafael Correa de quien fue su vicepresidente.
Moreno no había completado aún los primeros cien días de Gobierno cuando ya se empezó a evidenciar un claro distanciamiento entre los dos, tras las denuncias del actual mandatario de varios presuntos desfalcos en la anterior Administración que habían dejado vacías las arcas públicas.
Al no poder presentarse de nuevo a la Presidencia, Rafael Correa hizo lo mismo que su aliada política argentina Cristina Fernández y se presentó como fórmula vicepresidencial de Andrés Arauz, pero la condena contra el expresidente por un caso de corrupción en su país, lo dejó políticamente inhabilitado.
Una relación tormentosa también vivieron Juan Carlos Varela y Ricardo Martinelli, quien se había comprometido a apoyar al primero de cara a una candidatura presidencial en Panamá.
Para sorpresa de muchos, el que fuera el vicepresidente de Martinelli ganó la Presidencia en 2014 con el lema de la lucha contra la corrupción que, según dijo él mismo, fue lo que distanció de su líder político, quien promovió por su lado a un candidato de su partido.
Laura Núñez Marín