Laura Restrepo: El desarme del M-19 mostró que la paz en Colombia es posible

FECHA:

«Treinta años después, queda algo fundamental y valiosísimo: la noción de que la paz es posible». La escritora colombiana Laura Restrepo fue testigo privilegiado del proceso de paz de la guerrilla M-19, cuyo acuerdo para dejar las armas cumple hoy tres décadas, aunque Colombia sigue en una espiral de violencia difícil de atajar.

Restrepo, que cubrió como periodista todo el proceso, asegura en una entrevista con Efe que el desarme de aquella guerrilla urbana no sólo dijo adiós a 20 años de lucha armada para el Movimiento 19 de Abril (M-19), sino que supuso un cambio histórico clave para dar paso a un proyecto político pionero en América Latina.

«Tomó impulso un deslumbrante proceso constitucional, que reunió a toda la diversidad del país en la elaboración de la Constitución del 91, y esta fue y sigue siendo guía y bandera fundamental para una posible consolidación de la democracia en Colombia», afirma.

«Sucedió entonces que, por primera vez en la ruda y belicosa historia de América Latina, se abrieron camino la urgencia y la esperanza de silenciar los fusiles para que se escuchara el diálogo. Eso fue toda una revelación, una ventana abierta por la que entraba luz», reflexiona Restrepo.

La autora, que recogió aquella experiencia en el libro «Historia de un entusiasmo» (1995) describía así el proceso en aquella época: «La exuberante sensación de que, después de decenios de violencia en nuestra patria, la paz está por fin al alcance de la mano. Un soplo de futuro eriza la piel».

UN ACUERDO EXITOSO, PERO NO PERFECTO

Como el M-19 y con el propósito de convertirse en una fuerza política, en de 2016 la guerrilla FARC selló un acuerdo de paz con el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos.

Sin embargo, las 987 violaciones al derecho internacional humanitario registradas por el Comité Internacional de la Cruz Roja en 2019, demuestran que la desmovilización de la guerrilla más antigua del continente no ha sido suficiente para que Colombia deje atrás los horrores de la guerra.

A pesar de eso, Restrepo asegura que el país ha aprendido en estos 30 años que los contrarios se pueden entender, darse la mano y encontrar vías de conciliación, y que «aún en un país tan violento como Colombia, la paz es posible, una idea impensable antes del proceso de los ochenta».

«Sugerir que se comunicaran, se entendieran y llegaran a acuerdos el stablishment y los insurrectos, era anatema y producía una furia irracional en muchos sectores, para los cuales la guerra, la brutalidad y las balas eran la única vía concebible», afirma sobre el proceso de paz con el M-19.

«El proceso que se inició tuvo momentos de euforia colectiva, de poderosa movilización democrática y de explosiva fiesta de paz por barrios y pueblos de Colombia, pero también estuvo plagado de errores, contradicciones, mentiras, asesinatos, canalladas y traiciones», precisa Restrepo.

Como hoy, en esa época, afirma la escritora, «corrió mucha sangre, pero al final de ese camino tortuoso se firmaron la paz y el desarme, y Colombia sentó el precedente, hoy día tan esquivo en el mundo, de que se puede dejar atrás la guerra».

«Pero sucede que la paz no es un estado sólido, sino altamente inestable, gaseoso, que aparece y desaparece con la volatilidad de los sueños», advierte.

«LA PAZ TIENE Y TENDRÁ ENEMIGOS FEROCES»

El proceso de paz con las FARC, que se firmó en noviembre de 2016 con el Gobierno de Juan Manuel Santos, dejó a Colombia profundamente dividida entre quienes consideraban que el acuerdo premiaba a los exguerrilleros con impunidad y los que creyeron necesario ese paso para construir un nuevo país.

«La paz tiene y tendrá enemigos feroces en todos aquellos que viven de la guerra y de la fuerza, como negocio, como modus vivendi y método recursivo para eliminar a todo el que sea u opine distinto, o reclame derechos, o aspire a una vida más justa y digna», cuestiona Restrepo.

La transición de un Estado convulsionado por los atentados, asesinatos y secuestros no ha sido fácil en Colombia, aclara la escritora, quien asegura que «hoy el país pasa por tan atroz y sistemática matanza de dirigentes populares», que uno se pregunta «si de veras ha quedado algo de aquella paz que en algún momento asomó la cara».

Pero Restrepo es optimista, y prueba de ello -considera- son los movimientos sociales que hoy reclaman con más empeño la protección de los líderes sociales, el cumplimiento de los acuerdos de paz y el respeto por la memoria colectiva.

Hoy aquel proceso de paz «pervive en una juventud consciente, lúcida, solidaria y rebelde, heredera y custodia de aquella lección histórica que le hizo saber al país que la paz no sólo es deseable, sino que además -concluye- es posible».

EFE

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