Bathurst (Sierra Leona), 6 septiembre.- A tan solo 12 kilómetros de Freetown se asienta Bathurst, una pequeña comunidad fundada en 1817 en Sierra Leona para albergar antiguos esclavos devueltos por los británicos. Pese a su cercanía de la capital, solo ahora acaba de poner fin a 200 años de aislamiento con un gran hito: llegó la electricidad.
El acontecimiento es histórico para este pueblo emergido de una historia de sufrimiento que, casi dos décadas después del fin de la guerra civil que asoló el país entre 1991 y 2002, permanecía al margen de los avances logrados por Sierra Leona, al igual que muchas otras zonas del interior más rural del país.
La falta de electricidad y de agua, la ausencia de carreteras o la carencia de un centro de salud apropiado son solo algunos de los problemas a los que se enfrentan a diario sus más de 3.000 habitantes, descendientes directos de los africanos que fueron capturados ilegalmente para el comercio de esclavos, y posteriormente liberados y reubicados en Sierra Leona por la marina británica.
Poder encender las luces en Bathurst y que la localidad estuviera integrada en la red eléctrica nacional, era, por tanto, un acontecimiento simbólico más que esperado.
«Somos un Ministerio y un Gobierno que responde. Estoy muy orgulloso de encender el transformador de 1.000 kilovoltiamperios encargado para la comunidad de Bathurst después de 204 años», señaló este martes el ministro de Energía del país, Alhaji Kanja Sesay, durante un evento celebrado el pasado martes para conectar oficialmente Bathurst a la red eléctrica.
El propio ministro admitió que era inadmisible que en pleno 2020 hubiera habitantes de esa parte del país aún viviendo sin luz.
La instalación de la electricidad en Sierra Leona, sin embargo, es un grave problema, ya que apenas alcanza al 13 % del país y es eminentemente urbana, según los cálculos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Pese a ello, los herederos de los esclavos liberados de Bathurst están ya en la lista de los que sí pueden encender las luces.
«Damos gracias a Dios por la electricidad», manifestó a Efe Ebu Johnson, una antigua dirigente de esta localidad que, a sus 90 años, se confiesa «muy, muy feliz» de que haber podido ver antes de morir cómo la electricidad llegaba al lugar donde nació, tras tantos años en la oscuridad total.
«Nuestro centro comunitario tiene ahora luz, nuestra iglesia y otras casas… Damos las gracias al Gobierno de Sierra Leona. Ahora que el tema de la electricidad está resuelto queremos que el Gobierno nos ayude con buenas carreteras», añadió Johnson.
Para su vecino, el joven Mohamed Gbla, de 28 años, la llegada de la luz eléctrica es un hito emocionante que hará la vida de todos mucho más fácil ya que, hasta ahora, la única fuente de energía posible -para aquellos que podían permitírselo- era usar un generador.
«Esto no es un solo día de felicidad, continuaremos alegrándonos por esto hasta el día que muramos. Hemos anhelado esto por tanto, tanto tiempo… Nuestros padres pelearon pero no lo consiguieron», expresó Gbla.
Una emoción similar mostró el actual líder de la comunidad, Theophilus Adeyemi Johnson, quien en declaraciones a Efe hizo hincapié en que vivir sin luz pese a estar a solo 20 minutos en coche de la capital fue siempre un desafío para sus habitantes.
Ahora, este dirigente espera que de la mano de la electricidad lleguen también otras ventajas y que la localidad se convierta en un sitio más atractivo para invertir y mejorar así la subdesarrollada economía de la zona.
«Vivir en una comunidad sin electricidad es como vivir en una casa sin techo, estás expuesto a la lluvia y al sol y a cosas que no son buenas para tu salud. Y esta es la situación a la que se ha enfrentado Bathurst», sentenció Johnson.
«Con este nuevo hito hemos pasado de la oscuridad a la luz, de un nivel a otro en términos de desarrollo. También va a mejorar la el estatus educativo, social y económico de toda la población», vaticinó con optimismo.
Ishmael Sallieu Koroma
EFE