Al mejor estilo de la guerra fría, Gran Bretaña se inunda de paranoia a través de su ministro de defensa Gavin Williamson, quien está en el cargo hace 6 meses y tiene como objetivo revertir el corte de presupuesto a la maquinaria bélica
Willianson cree en el desarrollo de un centro contra la guerra química y habla sobre “vacunas de prevención” contra el ántrax. Basado en el intento de asesinato en Salisbury, con gas tóxico, al ex espía ruso Serghei Skripal y su familia, el punto principal del ministro radica en la necesidad de Gran Bretaña, de contar sobre sí misma en materia de seguridad nacional.
«Con el Brexit los ojos del mundo están sobre nosotros: estén seguros de que nuestros adversarios nos observan incluso más de cerca que nuestros aliados, es tiempo de conservar nuestra ventaja competitiva», dijo.
El ministro se refiere a la “amenaza rusa” y de otros países como argumento para la inversión de 48 millones de libras un centro nacional sobre la guerra química, que tendrá sede en Port Down, donde de hecho existe el principal laboratorio militar de Gran Bretaña.
Por otro lado la ministra de exteriores rusa Maria Zakharova, sostiene que las acusaciones provenientes de Londres sobre involucramiento del país euro-asiático en el caso Skirpal, provienen de asuntos políticos internos de la isla, y que Moscú no tendría motivos para atentar contra la vida del ex espía Skirpal y su familia, calificando la acusación como ruso fobia apoyada por los Estados Unidos contra el Kremlin.
Por lo tanto el gobierno ruso por medio del ministro de exteriores Serghei Lavrov, anunciará medidas de respuesta a la expulsión de diplomáticos rusos de parte de Londres, informó ANSA.