Enviada especial de Análisis Urbano
“[…] Bueno, esta vez venían a saludar la paz y no a descargar bombas”. Rodrigo Londoño.
Durante el acto protocolario de la firma del acuerdo de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC-EP, mientras Rodrigo Londoño presentaba su discurso, dos aviones de las Fuerzas Militares sobrevolaron el Centro de Convenciones. En medio de tanta emoción, los asistentes sentimos temor ante la repentina aparición de las aeronaves. Menos mal, y parafraseando lo que en el momento dijo Londoño, quien también se notó sorprendido con el incidente, estos aviones estaban saludando la paz y no destinados a bombardear.
El episodio me trasladó en un segundo a algún lugar de la selva colombiana. Me visibilice como una joven de 19 años, en un campamento con el temor más grande del mundo, me sentí como una más de los miles de jóvenes, a los cuales la única oportunidad que le dimos (hasta ahora) fue un fusil.
La anécdota anterior fue parte de lo que llamé “el mejor día de mi vida”, una mezcla de felicidad, esperanza, nostalgia, ganas de gritar y saltar. Viví una avalancha de emociones en el acto de la firma de la paz en Cartagena de Indias, el 26 de septiembre de 2016.
Una buena parte de los ciudadanos colombianos, desde diversas ópticas políticas y círculos sociales, entendimos que el diálogo es la ruta para empezar a construir un mejor país. Muchos pensamos que no viviríamos para ver esto: el jefe de las FARC-EP dando un saludo al presidente de la Nación, ambos reconociendo al otro como un ser humano con derecho a defender sus ideas, con derecho a participar de la disputa del poder en un escenario democrático que debemos construir desde la diversidad.
El discurso de Rodrigo Londoño brindó esperanza “[…] alguien sentenció alguna vez que los únicos sueños que logran alcanzarse son aquellos que se intentan. Hoy más que nunca sentimos que esa sentencia contiene una verdad indiscutible”. Así inició su oratoria, con una felicidad marcada en el rostro.
Invitados nacionales e internacionales acompañaron la jornada. Todos expectantes y ansiosos de presenciar el momento más importante de la historia reciente de Colombia. El fin de la guerra con las FARC-EP y el comienzo de la apertura democrática. Todo parece un sueño, con posibilidad de errar, pero con la convicción de estar haciendo lo posible por salvar vidas y promover un país más equitativo.
Las palabras del presidente Juan Manuel Santos complementaron esta bienvenida a la construcción de una paz estable y duradera:
“Hoy Colombia y la comunidad internacional —representada por sus más altos dignatarios— saludan el acuerdo de paz como la mejor noticia en medio de un mundo convulsionado por la guerra, los conflictos, la intolerancia y el terrorismo.
¡Y qué bueno dar esta noticia desde Cartagena de Indias, la ciudad que vio a San Pedro Claver trabajar por los derechos de los esclavos, la ciudad que defendió su libertad con más firmeza que ninguna, la ciudad que hoy congrega a visitantes del mundo entero para admirar su belleza y su historia!
Cartagena fue conocida por resistir la guerra y el asedio, y se ganó el apelativo de Ciudad Heroica. A partir de ahora será recordada como el lugar donde se firmó el acuerdo de paz más importante en la historia reciente de Colombia, y será por eso, también, ¡la Ciudad de la Paz!
Gabo —el gran ausente en este día—, que fue artífice en la sombra de muchos intentos y procesos de paz, no alcanzó a estar acá para vivir este momento, en su Cartagena querida, donde reposan sus cenizas”. Juan Manuel Santos- Discurso de la firma de la paz, Cartagena 26 de septiembre de 2016
La firma de la paz ratificó, una vez más, mi compromiso por el SÍ.
Imágenes de la firma del acuerdo final firmado en la ciudad de Cartagena de Indias entre las FARC-EP y el presidente Juan Manuel Santos en representación del Estado colombiano.
