Los clanes, la «mano negra» que maneja el poder político en Colombia

FECHA:

La política colombiana está dominada por al menos 18 grandes clanes conformados por familias que han logrado amasar poder y riqueza y a los que no les importa aliarse con quien sea con tal de mantener su hegemonía en las regiones.

Así los describe el investigador León Valencia, autor del libro «Los clanes políticos que mandan en Colombia» (Planeta), que fue presentado en Bogotá en un acto al que también asistió el senador del Polo Democrático Alternativo (PDA, izquierda) Iván Cepeda.

«Los clanes políticos son grupos de poder regionales con nexos familiares y afinidades políticas, económicas y sociales. Hunden sus raíces en los doscientos años de vida republicana», explicó Valencia, director de La Fundación Paz y Reconciliación (Pares).

LOS CHAR

Entre los grupos que dominan la política está el clan Char, que tiene control no solo en el Atlántico, sino en otros siete departamentos del Caribe colombiano lo que le permite tener nueve parlamentarios en el Congreso Nacional.

Los clanes familiares, explica Valencia, «se fortalecieron» en el periodo de alternancia política conocido como Frente Nacional (1958-1974) «como una reacción defensiva de las regiones ante los acuerdos de los líderes nacionales de los partidos Liberal y Conservador para repartirse el poder central».

El investigador detalló que los Char hacen parte de los 18 clanes que controlan la política en el país «pero en realidad tenemos documentadas 44 de estas organizaciones».

En buena parte de las 300 páginas del libro, Valencia desmenuza la historia del poder en manos de pocas personas en los departamentos del Magdalena con la familia Cotes; Cesar con los Gnecco; Chocó con los Montes de Oca; Santander con los Aguilar; y Norte de Santander con los Villamizar, entre otros.

Esos grupos tienen como común denominador que ascendieron en la política a través de prácticas corruptas y en no pocos casos en alianza con grupos paramilitares.

POTOSÍ DE INFORMACIÓN

A propósito de los Char, su familia se ha vuelto centro de atención no solo por el poder político y económico que detentan sino porque la excongresista Aída Merlano, detenida en Venezuela, los ha salpicado en sus declaraciones.

Merlano, condenada en Colombia a 15 años de cárcel por corrupción electoral, se fugó en octubre pasado aprovechando una cita en un consultorio odontológico de Bogotá y fue arrestada el 27 de enero por agentes de la Fuerza de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) en Maracaibo (Venezuela).

La política aseguró que quienes planearon y pagaron por su fuga fueron los Char en compañía de otros aliados políticos.

Igualmente, la semana pasada en una declaración ante un tribunal venezolano, dijo que el Gobierno del presidente colombiano, Iván Duque, tiene la intención de asesinarla y acusó de corrupción a varios políticos colombianos, entre ellos el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, el exalcalde Alejandro Char y otros miembros de su familia, así como al empresario Julio Gerlein.

«Aída Merlano se ha convertido en un potosí de información», dice Valencia, quien añade que, pese a que sus declaraciones tienen mentiras, «en un 90 % es verdad» lo que dice y que hay que esperar las pruebas que aportará.

Destaca que la familia Char busca más poder político y recuerda que Arturo Char aspira a ser presidente del Senado de Colombia mientras su hermano Alejandro «suena para ser candidato presidencial».

TÍMIDOS AVANCES

Pese a que el libro de Valencia retrata las prácticas corruptas que utilizan las mafias para enquistarse en la política colombiana, el senador Cepeda dice que hay cambios, especialmente por lo visto en las elecciones de octubre pasado.

«Este libro es una buena radiografía de cuál es el origen, la trayectoria y la lógica de estos clanes políticos mafiosos que existen en todo el país, pero hay cambios y eso se ve en la llegada de nuevas fuerzas y políticos que airean el país», dijo Cepeda.

De esos cambios hacen parte los nuevos alcaldes de Bogotá, Claudia López; Medellín, Daniel Quintero; Cartagena de Indias, William Dau y Manizales, Carlos Mario Marín, entre otros.

«El mensaje del libro es que estamos avanzado hacia la destrucción definitiva de esos clanes», subrayó Cepeda, quien destacó que también ayudan a esos cambios los líderes sociales y los defensores de derechos humanos de los que dijo que «han ofrendado todos los días su esfuerzo y sacrificio para lograr que la democracia triunfe».

EFE.

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