París, 29 octubre.- Como un «déjà-vu» del mes de marzo, los franceses asisten pacientes a un segundo confinamiento, que no esperaban pero que ya es inminente.
La experiencia de haber vivido una cuarentena hace unos meses es, para algunos, un punto a favor para sobrellevar esta situación; para otros, en especial para los dueños de aquellos comercios considerados no esenciales, es un nuevo golpe cuando llega la campaña navideña.
Un nuevo confinamiento que ha caído sobre una moral ciudadana ya minada por el toque de queda y que, según anunció el jefe del Estado, estará en vigor hasta el próximo 1 de diciembre y que no debería prorrogarse si se consigue doblegar la curva de contagios y aligerar la saturación en los hospitales.
Pese a los avisos y recomendaciones de la comunidad científica y sanitaria, que alertaban de la creciente ocupación de camas en las salas de reanimación de los hospitales por pacientes con Covid, el Gobierno descartó la posibilidad de un nuevo confinamiento hasta casi el final.
«Debemos convivir con el virus hasta que llegue la vacuna» fue la premisa habitual del presidente, Emmanuel Macron, desde el desconfinamiento del mes de junio hasta este miércoles por la noche, cuando reconoció que el virus circulaba por Francia a tal velocidad que «ni las previsiones más pesimistas podían anticipar», y por ello el país debía volver a encerrarse.
Cuando los premios Nobel de Economía de 2019 Abhijit Banerjee y Esther Duflo recomendaron, a finales de septiembre, establecer un confinamiento de todo el territorio del 1 al 20 de diciembre, para permitir que los franceses se reunieran con sus familias durante las fiestas, pocos les hicieron caso.
NIÑOS AL COLEGIO, UN ALIVIO PARA LOS PADRES
«Honestamente, pensábamos que no llegaríamos al confinamiento esta vez, pero finalmente así ha sido, así que debemos aceptarlo», admite Clementine Depois, vecina del distrito 95 de las afueras de París que tiene dos hijos y que agradece poder llevarlos al colegio esta vez, algo que no fue posible durante la primera ola.
«Será bueno para ellos y bueno para nosotros, porque podremos focalizarnos en el teletrabajo, sobre todo nos irá bien para las reuniones» virtuales de empresa, explica.
Una opinión compartida por otra parisina, Coralie Covin, de 52 años, que llama a que todo el mundo se tome en serio las normas para poder volver a una vida normal cuanto antes, y no se muestra muy pesimista para el próximo mes: «El anterior confinamiento pasó, no fue precisamente una fiesta diaria, pero lo llevamos como pudimos. Como ya hemos vivido uno, este lo llevaremos con más moral».
Jean-Charles va más allá y declara que este nuevo confinamiento es indispensable. «Si no se imponen medidas así de duras no saldremos de esta. Ahora creo que psicológicamente no será tan duro, porque este confinamiento será más ligero», dice este otro parisino.
La resignación, palpable entre la población, se convierte en tristeza y preocupación si se mira a los comercios, que este jueves a las 21.00 horas deberán bajar la persiana hasta como mínimo el 1 de diciembre, como el caso de JouéClub, una concurrida juguetería del céntrico Boulevard Haussmann.
«El cierre de tiendas es siempre un momento dramático. Para nosotros, como comerciantes de juguetes, el sentimiento es todavía más fuerte, llevamos un año trabajando para preparar la Navidad de los niños», lamenta Franck Mathais, quien considera que tiendas como la suya tienen las mismas medidas de seguridad que los supermercados, y sin embargo les obligan a cerrar.
INCOMPRENSIÓN EN LAS REGIONES MENOS AFECTADAS
Maxime Larché, vecino de la localidad borgoñona de Avallon, no comprende que esta población de la campiña francesa se vea afectada por el confinamiento igual que otras regiones, donde el virus circula con una intensidad mucho más alta.
Este departamento pertenece a la región de Auvernia Ródano Alpes, donde se encuentra la ciudad de Lyon, una zona donde, según las previsiones del Instituto Pasteur, el 80 % de las UCI estarán ocupadas el 31 de octubre por enfermos con Covid, y a mediados de noviembre esa ocupación podría llegar al 200 %.
Isabelle Février, profesora de niños de entre 14 y 20 años de Bretaña, lamenta que cuando tan solo quedan tres días para que los alumnos vuelvan a clase después del puente de Todos los Santos, el Ministerio de Sanidad no les ha informado aún de cuál va ser el nuevo protocolo a seguir en las aulas.
Cindy Pallavidino, vecina de 30 años de Draguignan, una localidad de la Costa Azul cercana a Niza, cree que vivir cerca del campo la ayudará tanto a ella como a su familia a sobrellevar este nuevo confinamiento. «Espero que esta medida ayude a que en Navidad nos podamos reunir con la familia».
El propio Macron expresó en la noche del miércoles, al anunciar el nuevo confinamiento, la esperanza de que esta medida pueda permitir celebrar las Navidades en familia, aunque las autoridades han advertido de que no tolerarán fiestas masivas.
Josep Puig y Ana Ayesa