Roma, 22 de marzo de 2022.- Un grupo de treinta refugiados ucranianos llegó hoy a Roma tras un largo viaje para huir de la guerra: son «los más vulnerables», niños y adultos con discapacidades que necesitan una atención especial que podrán recibir en Italia, lejos de las bombas que asolan su país.
Menores aferrados a sus madres, jóvenes cansadas y ancianos en sillas de ruedas descienden de la caravana de buses llegados a la capital, donde, tras horas de viaje, los voluntarios les dan la bienvenida con un vaso de té caliente y un dulce.
Partieron hace varios días desde Leópolis como parte de un grupo de 83 refugiados procedentes de toda Ucrania rescatados en la primera misión de la Cruz Roja y la Protección civil italianas, que los han llevado a varias regiones del país para ser acogidos.
«Hemos colaborado con la Cruz Roja de Ucrania, que nos habló de estas personas con problemas. Partimos de Italia con un equipo de médicos para llegar a Leópolis, donde verificamos su estado de salud, por el que necesitaban ser evacuadas a Italia», explicó a Efe Ignazio Schintu, director de operaciones de emergencia y socorro de la Cruz Roja.
Los rescatados son «los más frágiles», muchos con discapacidades físicas y mentales, «que fueron elegidos porque tenían más dificultades para superar el conflicto», describió.
Tras una operación «complicada», Schintu insistió en que entre los refugiados hay niños: «No son paquetes. Estas personas son seres humanos que deben ser apoyados de la forma correcta».
Sasha es uno de esos niños que ha huido de una guerra que les ha robado la infancia. El pequeño de 11 años baja del bus saludando a los voluntarios y de la mano de su madre, que agradece la bienvenida y la oportunidad de poder rehacer su vida y de que su hijo, con síndrome de down, pueda volver a ir a escuela y practicar aikido, su gran pasión.
«Hemos venido buscando protección porque no queremos oír más los disparos. Esperamos que aquí en Italia podamos comenzar una nueva vida, sobre todo para nuestro hijo, que necesita tratamiento y atenciones especiales», explica emocionada Marina, que huyó de Kiev también con su marido.
Sasha observa las instalaciones con ojos curiosos y sonríe al cruzar su mirada con la de un voluntario o periodista. «No le hemos explicado el motivo por el que hemos huido, ya que él no entiende por qué disparan. Oye los impactos pero no se da cuenta de lo crítica que es la situación», comenta su madre.
Marina ha dejado atrás a la mayoría de su familia y se le rompe la voz cuando relata lo que ha visto y las personas que ha visto morir bajo los misiles rusos.
A pesar de la destrucción masiva que está dejando atrás este conflicto, Marina, al igual que Tatiana, una joven de Leópolis llegada hoy a Roma, espera poder volver a su país.
«Por supuesto que todos queremos volver a nuestro país lo antes posible y nos gustaría que esta pesadilla acabe por fin, porque no hay razón alguna para que este conflicto suceda, no entiendo por qué está ocurriendo ésto», relata a Efe la joven.
Por eso, Cruz Roja trabaja en medidas enfocadas a después de la guerra y no solo parches para cubrir los problemas actuales. «Debe haber una inclusión a largo plazo, porque aunque el conflicto terminase mañana dejará consecuencias para los próximos años», aseguró el director de operaciones de emergencia. Andrea Cuesta
EFE
