Los presos de las cárceles chilenas comenzaron esta semana a fabricar sus propias mascarillas como medida preventiva ante la pandemia del coronavirus, que en el país austral supera ya los 5.000 casos positivos y deja más de 40 fallecidos por el COVID-19.
En la cárcel de Santiago Sur, conocido como la ex Penitenciaría, la prisión más poblada y antigua de Chile, y la de Valparaíso, los reclusos pusieron en marcha esta fabricación en masa que busca crear 50.000 mascarillas.
La idea es poder cubrir con uno de estos elementos el rostro de cada una de las 49.380 personas privadas de libertad que actualmente, según datos de la Gendarmería (guardia de prisiones), se encuentran tras las rejas en Chile, y también para sus carceleros.
En una semana, los Centros de Educación y Trabajo (CET) del interior de las prisiones capitalina y costera ya fabricaron 2.474 de estos cubrebocas, en algunos casos a un ritmo de 300 al día.
«Esta medida es una de las tantas que estamos tomando, con mucha urgencia, para proteger la vida y la salud de las personas que están bajo custodia del Estado. Hemos estado muy preocupados de la situación que se vive al interior de los penales con motivo de la pandemia del coronavirus», dijo el ministro de Justicia, Hernán Larraín.
Los primeros envíos fueron destinados a las prisiones de Santiago, ciudad donde se concentran casi la mitad de los casos positivos de coronavirus en Chile.
Mientras los primeros elementos se reparten, los reos siguen fabricando estas mascarillas para sus compañeros privados de libertad, y otras prisiones ya están poniendo en marcha sus propias cadenas de montaje.
«Hemos aprovechado las capacidades de los propios internos, para producir un «stock» de mascarillas que permita a la brevedad posible, repartir estos insumos básicos a todas las personas que están privadas de libertad, así como a todos los funcionarios del sistema penitenciario chileno», agregó el subsecretario de Justicia, Sebastián Valenzuela.
Por el momento, los encarcelados están poniendo en práctica sus capacidades de costura y crean dos tipos diferentes de mascarillas, las cuales se embolsan de forma individual.
Por un lado hacen mascarillas de tela no tejida de polipropileno (TNT) con doble capa, ajuste con cuerda elástica y que se pueden reutilizar por tres veces si se lavan y posteriormente se plancha al vapor.
El otro tipo de cubrebocas es de tela lavable, con características antifluido y antibacteriana, certificadas por el laboratorio Caltec Chile y que permiten hasta 100 usos, siempre previo lavado.
El director nacional de la Gendarmería, Christian Alveal, explicó que lo más importante de esta iniciativa es que los presos tomen conciencia de la situación de la pandemia y los riesgos que supone para la salud.
«Claramente, la posibilidad de contar con una mascarilla individual es un aporte en este sentido», afirmó.
Chile se encuentra actualmente bajo estado de excepción por catástrofe, con toque de queda nocturno a nivel nacional y las fronteras cerradas, al igual que los comercios y negocios que no sean de primera necesidad.
El Gobierno ha descartado decretar la cuarentena obligatoria en todo el territorio, como han hecho otros países vecinos con menos casos como Argentina, Bolivia, Colombia y Perú, y se inclina de momento por una «cuarentena progresiva», que depende de la evolución de los contagios.
En las prisiones del país austral se han establecido medidas más severas a las habituales como la restricción de visitas o el control sanitario para cualquiera que acceda a los recintos.
EFE