Los secretos que se llevó a Berlín el liberado excapo Carlos Lehder

FECHA:

Sin que ninguna autoridad en Colombia se percatara, uno de los narcotraficantes del sanguinario cartel de Medellín, Carlos Lehder Rivas, alias el Loco, recuperó su libertad el pasado 15 de junio en Estados Unidos y fue enviado directo a Alemania.

Acudiendo a su precario estado de salud, una fundación sin ánimo de lucro accedió a ayudarlo a ubicar en Berlín, en calidad de capo jubilado, y salió en un vuelo de Nueva York a Frankfurt con dos custodios.

Durante 16 años, el capo duró aislado en la temible prisión de Marion, Illinois, y otros 17 en cárceles más benévolas que para sus allegados fueron suficiente castigo para enmendar el daño que hizo como distribuidor de coca de grandes ligas y cómplice de Pablo Escobar.

Lehder, ladrón de carros en Detroit, inició su carrera en la mafia cuando conoció a George Jung. Eran compañeros de litera en la prisión federal en Danbury, por distribuir marihuana. De la mano de Jung, el delincuente colombiano ingresó al mercado de la coca, que acababa de entrar en escena.

Tras quedar libres empezaron a traficar mercancía en pequeños aviones, y con las jugosas ganancias Lehder negoció en las Bahamas un cayo: Norman.
La isla tenía una pista con la que Lehder saltó sin problema a la cúpula del cartel de Medellín.

El cayo –ubicado a 250 millas de las costas de Estados Unidos– servía de plataforma para mover toneladas de coca a través de una narcoflotilla de aeronaves, y todos los capos le rendían pleitesía a su dueño. Ese fue el tiquete para conocer los secretos de Escobar, incluidos sus crímenes.

Exmiembros del cartel le dijeron al diario El Tiempo que Lehder se codeaba con los hermanos Ochoa y negociaba la coca con alias el Mexicano.

“Llegaba a la hacienda Nápoles a cruzar cuentas con el patrón”, dice uno de ellos. Y asegura que conocía quiénes eran los verdaderos socios de Tranquilandia, el complejo cocalero más grande de la época.

Lehder dijo que si bien el ministro había revelado el maridaje entre el fútbol y la mafia, y la infiltración de Escobar en la política, el golpe a Tranquilandia fue la causa de su crimen.

“A Lara lo fusiló el pueblo (..) claro que justifico su muerte”, dijo, y admitió que felicitó a Escobar por eliminarlo.

En esa época, Escobar le dio acceso a Lehder a todas las reuniones y decisiones de su hermandad mafiosa, incluida la planeación de los crímenes. Sus locuras eran nada frente a las ganancias que le traía.

Jung contó que los dividendos de los embarques llegaban al país en los paneles de las puertas de camionetas Blazer que Lehder importaba. De hecho, tenía su propio concesionario en Estados Unidos.

Pero el surgimiento de otras rutas y sus excesos (borracheras, trabas y declaraciones a la prensa) llevaron a Escobar a entregarlo.

En una ocasión, en medio de un ‘viaje’ con su propia mercancía, empezó a alucinar y mató a un escolta en Nápoles. El epílogo fue su extradición (en 1987), convirtiéndose en el primer jefe del cartel de Medellín en manos de Estados Unidos (luego, el turno fue para Fabio Ochoa).

El Tío Sam le aplicó a Lehder de manera textual todo el peso de la ley: su sentencia fue de cadena perpetua más 135 años.

“Su primer error fue ir a juicio. Si yo hubiera sido su abogado en esa época, Carlos hubiera estado en casa hace 15 o 20 años”, le dijo al diario El Tiempo su defensor, Óscar Arroyave.

¿Y los políticos?

Lo concreto es que Lehder logró quitarse de encima la cadena perpetua y 80 años adicionales, entregando en bandeja al dictador panameño.

Pero en su juicio, como solía pasarle, se le fue la lengua y empezó a hablar de líderes políticos –de Colombia, Cuba y Nicaragua– que supuestamente apadrinaron al cartel.
Pero a Estados Unidos solo le importaba Noriega y nunca fue más allá.

Esa es parte de la verdad que Lehder se llevó a Berlín y que la justicia colombiana o las tantas comisiones de la verdad nunca se ocuparon en averiguar.

El diario El Tiempo preguntó oficialmente si había alguna posibilidad de que fuera requerido por Colombia, y esta fue la respuesta: “Estamos analizando la información existente”.
En todo caso, miembros del cartel dicen que –si Alemania no lo restringe– Lehder va a empezar a mandar mensajes y a hablar.

Tomado de El Tiempo

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