Por Luis Fernando Quijano
En la columna de opinión publicada en Bajo la Manga, titulada, “Medellín sitiada por la criminalidad”, el columnista Sergio Mesa pone el dedo en la llaga sobre la realidad que en materia de violencia e inseguridad vive la ciudad innovadora y desigual de Medellín, hace especial énfasis en el barrio Lovaina, mostrando que es un territorio donde los criminales, que él bautiza como los ‘señores de lovaina’, establecen sus señorío.
Los ‘señores de lovaina’ no son otra cosa que criminales consagrados, los cuales cogobiernan el barrio y ese cogobierno se evidencia en el control al tráfico de drogas, la prostitución y la explotación sexual infantil, obviamente en las vacunas, el pagadiario, las apuestas ilegales, entre otros, eso sí, ante la mirada pasiva y, por qué no, cómplice de un sector de la institucionalidad.
Mientras la institucionalidad se sigue jactando de haber reducido considerablemente el homicidio, los ‘señores de lovaina’ gozan de la ‘protección oficial’ que brinda generosamente la nómina paralela.
Finalmente, el columnista nos recuerda que quienes se metan con esos criminales protegidos, terminan amenazados y perseguidos como recientemente le ocurrió a la periodista Ana Cristina Restrepo. Sin embargo, debe recordarse, respetuosamente, que también fue amenazado Juan David Toro, un luchador incansable que diariamente se juega la vida desde la Corporación Talentos, al querer pelear por los derechos de quienes no tienen voz y son menos privilegios.
La pregunta a la institucionalidad es: Dónde está la estrategia de seguridad integral que efectivamente desmantele, no sólo la organización criminal de los ‘Señores de Lovaina’, apéndice de la ‘Oficina del Valle de Aburrá’, sino la de los ‘Señores del pacto del fusil’. En otras palabras, cuál es la estrategia para desmantelar a los ‘Urabeños’ y a la ‘Oficina del Valle de Aburrá’, a las 350 bandas armadas y más de 13.000 personas que las integran?