Mafia criolla y rusa, detrás de submarinos que llevan cocaína a Europa

FECHA:

Las cuentas de la mafia son sencillas. Poner una tonelada de cocaína colombiana de alta pureza en Europa representa un ingreso de 33 millones de euros, unos 121.000 millones de pesos.

Y ensamblar un narcosubmarino para atravesar el Atlántico con el alijo vale máximo 2 millones de euros, unos 7.400 millones de pesos.

Eso explica por qué agentes de inteligencia lograron ubicar una especie de ‘cementerio marino’ de este tipo de aparatos entre las islas Canarias (España) y las Azores (Portugal).

Según un informe conocido por el periódico El Tiempo, se calcula que unos 20 submarinos han sido hundidos en esa zona, luego de que organizaciones mafiosas retiraron el cargamento.

La información salió a flote luego de que, el pasado 24 de noviembre, cayó en las costas de Galicia (España) uno de estos aparatos, con 3 toneladas de coca colombiana encaletadas en cinco habitáculos.

El cargamento, avaluado en 110 millones de euros, unos 418.000 millones de pesos, puso el foco de Europa en esta modalidad de narcotráfico.

Autoridades de España y Portugal lo mostraron como un gran trofeo luego de interceptarlo justo cuando sus tres tripulantes (dos ecuatorianos y un español) comenzaron a hundirlo para regresar luego por el alijo.

Y si bien en Colombia los narcosubmarinos se empezaron a detectar en los 90, eran rústicos aparatos que apenas llegaban a Centroamérica o la mafia los usaba para transbordar droga a barcos que se encontraban en altamar, haciéndoles el quite a los radares.

Pero ahora están siendo adaptados para atravesar sin problema el Atlántico, y debido a la narcobonanza que vive el país, su uso está literalmente disparado.

El aparato incautado en España, según le confirmaron al periódico El Tiempo fuentes locales, navegó 624 horas (26 días), con total autonomía, luego de partir muy cerca de Leticia, en el Amazonas colombiano.

Tras recorrer 8.652 kilómetros, lo terminó delatando una simple avería en el motor que impulsaba el aparato de 20 metros de eslora y hecho de fibra de carbono.

Según la DEA, los tripulantes eran los ecuatorianos Pedro Delgado y Luis Benítez, y el español Agustín Álvarez.

Los tres se coordinaron para dormir sobre las panelas de coca y se turnaban para surtir de combustible el aparato.

Primero intentaron acercarse a las costas de Oporto, en jurisdicción portuguesa, pero ante el mal tiempo y la presencia de autoridades decidieron bordear la península.

Incluso, alcanzaron a subir hasta Finisterre, ya en España, pero terminaron hundiendo el aparato en la ría de Aldán.

Rusos, tras los desechables

“Este tipo de aparatos cuentan con válvulas que los hunden una vez la droga es retirada por buzos, que la suben a barcos pesqueros o lanchas rápidas. A pesar de sus costos, son desechables”, explicó un investigador.

Fuentes de ambos lados del Atlántico, consultadas por el periódico El Tiempo, aseguraron que el itinerario que cumplió la narconave deja en evidencia su capacidad: atravesó Brasil por el río Amazonas y salió por la población de Macapá hacia el Atlántico para enrutarse directamente hacia Europa.

Para asegurar que la droga llegara a su destino, cada tripulante recibió por adelantado 87.000 euros (330 millones de pesos). Y obtendrían una especie de bono de éxito una vez coronaran el cargamento.

“Estos submarinos no son de índole militar. Si bien su tecnología es alta, registran algunas falencias. Aquí ya logramos capturar a otras tres personas, pero hasta ahora se han negado a hablar formalmente y lo poco que han dicho, para establecer quiénes los reclutaron, son cosas mínimas que les han expresado a otros presos”, señaló un oficial español.

Información de inteligencia colombiana indica que este tipo de artefactos –con la tecnología y los equipos de GPS necesarios para atravesar el Atlántico– se están ensamblando en Colombia, Guyana y Surinam. Cuando están listos son movidos por vía fluvial hasta los lugares de acopio de coca para cargarlos.

En la costa Pacífica colombiana funcionan varios talleres y astilleros en los que se ensambla la flotilla que se mueve hacia Centroamérica.

La Armada Nacional y la Policía los han detectado en Nariño, Chocó y Cauca, pero también en Atlántico y Magdalena.

Oficiales de inteligencia aseguran que hay evidencia de que expertos rusos han llegado a Colombia a mejorar la navegabilidad de estos aparatos y que un grupo de empresarios se encarga de traerlos.

“En 2017, las autoridades detectaron en Chocó y Urabá a un puñado de rusos-armenios que decían estar de turismo ecológico o capturando ranas venenosas. Pero meses después, labores de inteligencia señalaron que al menos uno de ellos estaba vinculado al ensamblaje de narcosubmarinos”, señaló una fuente.

Y agregó que en Colombia hay un instituto que certifica a técnicos en motores diésel fuera de borda, cuyos egresados son muy apetecidos por la mafia: «Un par de instructores den el Pacífico ya fueron judicializados por nexos con estas redes».

AGC o Clan del Golfo los financia

Y aunque ya se sabe que las disidencias de las Farc eran las dueñas de las 3 toneladas de coca que cayeron en España, los principales financiadores de la narcotecnología son otros. Información de inteligencia señala que la banda criminal el ‘clan del Golfo’, bajo el mando de Dayro Antonio Úsuga, alias Otoniel, es la que está invirtiendo recursos para mejorar la técnica de envíos bajo el agua.

Labores de inteligencia indican que en Medellín hay un grupo de ‘empresarios’ dedicados a moverles la droga al clan.

«Llevan décadas, traficando , recorriendo el mundo como si nada y son de la oficina de sicarios de Bello y Envigado. Delinquen sin problema y pasan como grandes familias de deportistas y empresarios», señaló una fuente confiable.

Al cabecilla se le conoce como ‘Narices’ y junto con sus hijos posee grandes extensiones en Caucasia, Apartado y Turbo. Además, tienen negocios en los llamados sanadresitos.

Si bien la novedad en el caso de España es que se haya disparado un submarino con capacidad para atravesar el Atlántico, ‘Otoniel’ y bandas como ‘los Puntilleros’, ‘los Pelusos’, el Eln y las disidencias de las extintas Farc usan desde hace varios años un aparato similar, aunque con menor capacidad.

Se trata de los semisumergibles con los que se saca coca a través del Pacífico hacia Centroamérica y Estados Unidos.

Parten desde al menos 11 puntos entre Nariño, Valle, Cauca y Chocó, y a algunos los alcanzan a cargar hasta con 8 toneladas del alcaloide.

Uno de estos fue incautado por la Armada Nacional cerca de Tumaco, Nariño, a mediados de septiembre, y el valor de su carga era de 264 millones de dólares, unos 877.000 millones de pesos.

Se calcula que Colombia ha incautado cerca de un centenar de semisumergibles en los últimos años, algunos de ellos con autonomía de más de 10 horas y que –tras ser recargados– logran llegar a costas mexicanas y regresar.

Uno de los aparatos incautados con mayor capacidad fue el que cayó en un improvisado astillero localizado entre los municipios de Facatativá y Madrid, Cundinamarca, el 11 de septiembre del 2000. Podía transportar hasta 15 toneladas de coca.

Y hace tan solo una semana, en aguas del mar de Talara, en Piura (Perú), la Marina de Guerra de ese país detuvo un semisumergible con 2 toneladas, ensamblado y ‘envenenado’ en Colombia.

Medía 15 metros de eslora, tenía dos motores diésel y un motor con una potencia aproximada de 350 caballos de fuerza. Perú confirmó que su estructura era muy similar a la del que fue incautado en Europa.

Por ahora, Colombia y Estados Unidos evalúan estrategias para cerrarles el paso a estas narcoflotillas, incluidas vigilancias satelitales y labores de inteligencia en terreno.

Pero mientras los cultivos ilícitos no cedan, Europa tendrá que seguir a la caza de los modernos narcosubmarinos, ‘narcojets’, barcos y mulas repletos de cocaína pura hecha en Colombia.

En Perú cayeron otro narcosubmarino y dos colombianos

La Marina de Guerra del Perú interceptó el pasado 15 de diciembre un narcosubmarino cargado con 2 toneladas de coca de alta calidad. La operación se realizó en aguas del Pacífico, a 178 millas (286 kilómetros) de Talara, localidad de la región de Piura.

El reporte oficial indica que lo tripulaban dos colombianos, un mexicano y un peruano, quienes ahora esperan su juicio.

Además, las autoridades peruanas confirmaron que el aparato está hecho de fibra de vidrio, tiene 15 metros de eslora, generador de energía eléctrica, capacidad para transportar 4 toneladas de coca y hasta aire acondicionado.

Su motor es diésel, con potencia de hasta 350 caballos de fuerza. De hecho, la misma Marina de Guerra corroboró que su ensamblaje es muy similar al del que se interceptó el 24 de noviembre en Galicia (España).

Además, que tanto su origen como el de la cocaína que transportaba son colombianos, y que, de acuerdo con la evidencia recaudada hasta el momento, pertenecía al ‘clan del Golfo’, precisamente la banda narcoparamilitar que disparó el aparato detenido en Europa.

Los paquetes del alijo estaban marcados con sellos en alto relieve con las palabras ‘Coca Cola’, ‘KL’, ‘Tigre’ y ‘F-7’.

Tomado de El Tiempo

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