Un golpe de Estado
Jonatan Tamayo, Manguito, entra con sus escoltas. También lo acompañan miembros de su Unidad de Trabajo Legislativo (UTL). Es el viernes 31 de mayo de 2019. Se trata de una reunión ordinaria. La convoca el Comité Ejecutivo Nacional del partido Alianza Social Independiente. Están en la sede del barrio La Soledad en Bogotá. Al ver a Manguito algunos miembros del partido se incomodan. Mucho más por el séquito de hombres que lo acompañan. Un par armados. Se da inicio a la reunión. Comienza el caos. Honorio Abadía propone un nuevo orden del día. Honorio es el secretario de asuntos regionales. En sus competencias no están esos atributos. De entrada propone revocar a la presidenta del partido. Berenice Bedoya se percata de que la quieren tumbar. Todo es anómalo. Para elegir o reelegir se necesita una convención nacional.
Manguito está impaciente. Se le ve inquieto. No sabe que hay cámaras. Todo está siendo registrado. En algunas escenas se le ve alegando. Discute con quienes no están de acuerdo. En otras se le ve paseándose por la sala. Las manos atrás. “No soy yo”. Los brazos ocultos. “Son ellos”. Ellos se retiran. Berenice Bedoya, Diego Jaimes, Senaida Epia y Russell Ramírez, se van. Ellos en su orden son: presidenta, secretario general, secretaria de la mujer y veedor nacional. Golpe de Estado. Así llaman afuera a lo que ocurre adentro. Berenice pide un favor. Que alguien suba a cerrar su oficina y baje las llaves. Sandra Castillo sube. Entra, toma el bolso y se dispone a cerrar y quitar las llaves de la puerta. Quienes acompañan a Manguito se lo impiden. El senador corre para ver la escena. No hace nada. Ella solicita las llaves. Amigos de Manguito se las niegan. Ella las vuelve a pedir. Ríen y se las pasan por el aire de mano en mano. Sandra desiste. Quiere llorar. Siente impotencia. Se va.
Paradójicamente la reunión sigue. Honorio y otros cuatro miembros de aquel comité se sientan. En la mesa también están miembros de la UTL de Manguito. Levantan actas. No lo pueden hacer según los estatutos. Pero lo hacen. Manguito, manos atrás, les habla en voz baja. Los llama para que miren hacia la cámara de un celular. Quiere registrar su victoria. Vuelve a la mesa y les habla al oído. Sobre todo al oído de Antonio Almazo. Es de La Guajira y en el papel lo nombran como nuevo representante legal. Parece que lo han logrado. Manguito ya no tiene las manos atrás. Ahora salta. Ríe. Se envuelve en un abrazo de felicidad con Ana Ospina. De pronto las manos de Manguito vuelven atrás. “No soy yo”. Los brazos ocultos. “Son ellos”.
Una trova
Jonatan Tamayo Pérez nació en Medellín. Su infancia la vivió en San Javier La Loma, en la Comuna 13. La familia era tan humilde que Jonatan al salir de la escuela se iba para la calle a trabajar. Hacía mandados, cuidaba carros y vendía frutas en los semáforos. De ahí el apelativo de Manguito por el producto que vendía y también por su corta estatura. Su vida en el mundo de la música empezó como un hobbie y terminó como un trabajo. No se fue por el género del rap o del metal como muchos de sus amiguitos, sino que tomó el camino de la trova antioqueña. La calle lo volvió repentista y le sacó aquel talento innato para improvisar. Improvisar ha sido lo suyo.
Tenía apenas ocho años cuando conoció a Crisanto Alonso Vargas, mejor conocido como Vargasvil, quien para la época rondaba los cuarenta años de edad, había hecho radio, había conducido su propio programa de humor a nivel nacional y regentaba una compañía de presentaciones. Manguito fue apadrinado por el humorista y tal parece que entró definitivamente en su corazón el día que murió su mamá y Vargasvil corrió con todos los gastos del funeral y el entierro. También le comenzó a ayudar con los costos de sus estudios y además con los de su hermano menor, mientras que su hermanita fue enviada a un internado. Más adelante lo ayudó para que participara en el programa Sábados Felices, donde con 12 años se convirtió en el concursante más joven en ganar la competencia de chistes. “En parte por él soy senador de la República”, escribió hace poco en su cuenta de Twitter. Tal vez por todo lo anterior es que en octubre de 2019 Manguito salió en defensa de Vargasvil, después de que Crisanto fuera acusado de un supuesto caso de acoso sexual a menor de edad.
Corrió el tiempo y Jonatan junto a su hermano Steven y a su mejor amigo Nicolás Castro montaron el grupo Los Manguitos. Era el año 2000. Se pasearon por cuanto concurso de trova y de chistes había en el país. Pronto les llamó la atención Villavicencio y se radicaron en el Meta. Sin más estudios, comenzaron a rebuscarse la vida montando shows en bautizos, fiestas de quince años, matrimonios, grados, despedidas de empresas, tarimas de barrio, restaurantes, fincas y donde les pagaran. ¿Quién los contrataba en los llanos? Eso no importaba, necesitaban ganarse la vida. Varias veces volvieron a presentarse en Sábados Felices. Apareció, entonces, la iglesia cristiana. Los pastores, la Biblia, los salmos, las alabanzas, los cantos y las tribulaciones empezaron a hacer parte de sus vidas. Allá consiguieron un nuevo público y en muchas fotos se les puede ver haciendo presentaciones. Dejaron a un lado las groserías, le bajaron a la crítica de los defectos físicos del otro como causa de burlas y crearon un eslogan: “Sano es más bacano”.
Diez años más tarde se lanzaron al mundo de los eventos de mayor calado. Se asociaron con personas naturales de la región para alquilar lugares con gran aforo y contrataban a sus amigos cuenta chistes para que se presentaran en Villavicencio. Un volante del 2010, verbigracia, promociona un evento de Producciones CTV y Humor Sano donde presentan a Tanainas, El Pastor de la risa, La niña Zory, Luchito y Los Manguitos, con la conducción de Hernán Orjuela.
Fuentes en Villavicencio dan cuenta del intempestivo ingreso de Manguito al próspero negocio del alquiler por horas de canchas sintéticas de fútbol. De hecho, el 30 de enero de 2013 en la Cámara de Comercio de esa ciudad se llevó a cabo el registro del Parque Extremo Los Manguitos S.A.S. Quien firma como representante legal es Jonatan Tamayo. El documento da cuenta de que la sociedad se abrió con un capital de 60.000.000 de pesos. En algunas de las publicidades del nuevo patrimonio de Tamayo decía que el parque contaba con canchas sintéticas de fútbol, un campo y equipos para practicar paintball, alquiler de cuatrimotos y un salón de eventos. Todo lo anterior ubicado en el kilómetro cuatro vía Acacías (Meta).
Dos años más tarde a Los Manguitos les picó el bicho de la política. En las elecciones del 2015, Nicolás Castro, el otro del grupo, se lanzó al concejo de Villavicencio por el Partido Conservador. La quemada fue mayúscula. Castro consiguió apenas 1.687 votos, de modo que le tocó volver a lo suyo: los eventos, las canchas sintéticas, las iglesias, la trova, el repentismo.
La política, otra improvisación
Una fuente le asegura a Vorágine que a Manguito lo aceptaron en el partido Alianza Social Independiente como a un experimento social. Algo parecido a lo que pasó con Luis Eduardo Díaz, el embolador que llegó al Concejo de Bogotá. Manguito para algunos políticos es un personaje cómico. En Villavicencio aún conserva esa imagen pintoresca. Además, que partidos pequeños como la ASI para llenar la lista: “meten al perro y al gato”. Un viejo político de la zona da cuenta que necesitaban llenar la lista al Senado para sumar votos y poder salvar la personería jurídica de los partidos de aquella alianza.
Con el primer político que se le ve a Manguito en la ASI es con el diputado José Manuel Sandoval. Este, días antes, había llevado a Carolina Pulido, pero todo indica que ella no quiso seguir el juego. “Pasó algo muy raro: en política se sabe que los dos números más peleados por los candidatos son el 1 y el 100. A la gente cuando se le olvida el número del candidato por el que iba a votar lo que hace es marcar el primero o el último. Estos números hasta se compran, hay negocios detrás de eso. Y en diciembre se supo que a Manguito, un desconocido en la política a nivel nacional, le habían dado el 100. Algo rarísimo”, asegura una fuente.
Jonatan Tamayo resultó elegido senador de la República con apenas 14.885 votos. La ola de una coalición conformada por la UP, el Mais, Colombia Humana y la ASI, lo puso en el desconocido mar del Congreso. Pero una vez elegido comenzaron los problemas. En enero de 2019 la ASI se declaró como un partido independiente al presidente Iván Duque por la falta de apoyo a los Acuerdos de Paz firmados con las Farc. Contrariando las directrices del partido, Manguito reveló que apoyaría las ideas de gobierno así se le viniera el mundo encima. Y se le vino.
Una traición
Finalizando abril de 2019 la presidenta de la ASI le envió una carta a Manguito solicitándole que se acogiera a los lineamientos del partido para que él, como senador, no fuera a votar positivamente las objeciones a la JEP que propuso el Centro Democrático. Sin embargo, Manguito las votó y siguió como rueda suelta sin acatar los preceptos de quienes lo habían avalado para llegar al Senado. “Nos quieren satanizar a los que firmamos la ponencia positiva. Por agradar a unos no les voy a dar la espalda a las víctimas en Colombia. Prefiero votar y al otro día renunciar al Congreso de la República, pero no voy a quedar con la conciencia sucia”, dijo Manguito sobre las objeciones, las cuales votó pero sin cumplir su promesa de renunciar.
De inmediato Berenice Bedoya, como representante legal y cabeza de la ASI, envió una carta al Tribunal Disciplinario y de Ética Nacional de ese partido para iniciar el proceso de sanción por “darle la espalda a los postulados, principios y normas que rigen nuestra organización política”. Para ellos era un acto de deslealtad y de traición. Así mismo, el 7 de mayo los congresistas Aída Avella, María José Pizarro y Gustavo Bolívar, interpusieron una demanda ante el Consejo de Estado para que Manguito perdiera su investidura como senador por no seguir los lineamientos de lo que para ellos era una bancada de izquierda.
Pero esa misma Corte dejó en firme la investidura del senador bajo el argumento de que la Lista de los Decentes no tenía personería jurídica, sino que cada uno de los partidos que conformaron esa coalición tenía sus propias personerías y el senador se debía solamente a la Alianza Social Independiente. Libre del fallo de la Corte, Manguito debió seguir con el proceso disciplinario en su partido, pero a renglón seguido ocurrieron los hechos de aquel 30 de mayo de 2019 en la sede de la ASI, sucesos a los que miembros de ese partido llamaron: “El golpe de Estado de Manguito”.
Las cinco personas que intentaron junto al senador cambiar el orden del día y tumbar a Berenice Bedoya fueron expulsadas. Con el sombrero en alto, Manguito continuó departiendo y apoyando muchas de las ideas de partidos tan contrarios al suyo como el Centro Democrático. La prensa le cayó al hombre de la trova paisa para indagar sobre sus preceptos y convicciones y este ha respondido con la agilidad que siempre le ha dado su repentismo, su improvisación.
En varias entrevistas Jonatan Tamayo respondió que apenas faltando un mes para las elecciones legislativas del 11 de marzo de 2018, las directivas del partido Alianza Social Independiente le avisaron que tendrían una coalición que se llamaría Decentes. Dando a entender que en plena campaña le hubiesen avisado de dicha decisión. Pero su afirmación es falsa. El 3 de diciembre de 2017 Gustavo Petro anunció que pondría su nombre junto al de Clara López y Carlos Caicedo a consideración en una consulta interpartidista para escoger al candidato de la izquierda en las elecciones presidenciales. Ese mismo día anunciaron que los partidos Unión Patriótica (UP), Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS), Colombia Humana y la Alianza Social Independiente (ASI) crearían una coalición para anunciar la lista de sus candidatos al Congreso. Incluso anunciaron su nombre: La Lista de los Decentes.
Si se hacen cuentas, Tamayo tuvo nueve días para arrepentirse y no estar en dicha coalición con la que hoy dice no tener ninguna concordancia política. Manguito tan solo el 12 de diciembre de 2017 anunció su candidatura y estampó su firma en la Registraduría para inscribirse al Senado, día en que también le escribió a sus amigos en Facebook que se lanzaba a la arena política. En esa misma red se puede ver que en enero de 2018 comenzó a hacer publicidad con el color púrpura de aquella coalición y se dedicó a promocionar su nombre en La Lista de los Decentes.
Manguito también dijo: “Si yo no me lanzo al Congreso, no habían sido senadores Bolívar y Petro, porque ganamos por muy poco el umbral y los votos míos fueron necesarios para que tuviéramos todos credenciales”. Los hechos fácticos muestran que el trovador cae en otra falsedad entendiendo que, para pasar el umbral, la coalición de los Decentes necesitaba 450.000 votos y por mucho rebasaron esa cifra, ya que obtuvieron 523.286; es decir, si Manguito no se hubiese lanzado y se restaran los 14.885 sufragios que obtuvo, de todos modos los partidos de esa coalición hubiesen conservado sus personerías jurídicas. Incluso por más de 50 mil votos. Así mismo, Gustavo Petro no obtuvo su curul por las elecciones al Senado, sino por haber quedado en el segundo lugar en la elecciones presidenciales del 2018.
Un soborno
El 9 de noviembre de 2019 el partido tomó la decisión de sancionar a Jonatan Tamayo con la pérdida de voto en el Senado por haber incurrido en cinco faltas graves: “No acatar las directrices programáticas disciplinarias, estatutarias y político electorales del partido; apoyar al Gobierno Nacional en disposiciones contrarias a los principios programáticos del partido; incumplir deberes atinentes a su cargo dentro del partido; extralimitarse en funciones en ejercicio de su cargo; tomar decisiones contrarias a las determinaciones de instancias superiores”. Pero Manguito apeló y la decisión entró en un letargo extraño. Una nebulosa que la pandemia del coronavirus comenzó a extender.
El 17 de marzo de 2020 Caracol Radio reveló unos audios que comprometían a miembros del comité de ética de la ASI con un soborno que favorecería a Manguito respecto de los procesos que le abrió el partido. En las grabaciones entregadas por un tercero a la emisora, Juan Diego Giraldo, miembro del Tribunal de Ética, asegura ese medio, trató de sobornar a los otros dos miembros de aquella instancia con el objeto de revocar la sanción contra Jonatan Tamayo. Estos hechos también podrían hacer parte del expediente que le tiene el partido a Manguito, según respuesta de Russel Ramírez, veedor nacional de la ASI.
Un trabajo legislativo
Umorista, Guallaquil, inchada, avia, coliceo, esponente, aver, consientisar, vendiciones, irieron, comienze, son algunas de las tantas palabras que se leen en los antiguos post de Jonatan Tamayo en su perfil de Facebook. Pero mágicamente después de entrar al Congreso su ortografía comenzó a ser diáfana, prolija, y además las tildes por fin aparecieron, tal vez gracias a su Unidad de Trabajo Legislativo. Aunque en Wikipedia se asegura que Jonatan Tamayo estudió música en la Universidad Autónoma del Caribe, Vorágine chequeó y dicha institución no tiene esta carrera.
En su hoja de vida del Senado Tamayo solo acreditó estudios de bachillerato y pareciera que gusta de trabajar solo con bachilleres por lo que se puede saber de quienes lo asesoran. En los documentos publicados en la página web del Senado hasta abril de 2020, se registra que Manguito tiene inscritas en su Unidad de Trabajo Legislativo a seis personas. Tres de ellas reportaron estudios de apenas básica secundaria. Incluso, Tamayo tuvo en su UTL a su socio y amigo, el trovador Nicolás Castro, quien apenas reportó estudios de bachillerato, pero que devengó $4.968.696 durante 12 meses.
En un aparte del portal web de Congreso Visible, dice: “El buen o mal desempeño de un congresista en su labor legislativa en gran medida se debe a su UTL, pues son sus miembros quienes investigan, instruyen, informan, asesoran y enriquecen el trabajo del legislador en el Congreso”. Y parece que Manguito sigue a rajatabla las asesorías de su unidad porque en varias ocasiones ha mencionado que sus proyectos de ley se deben a los consejos de quienes lo rodean.
Una llamada
Son las 7:14 de la mañana. Es el martes 11 de diciembre de 2018. Una llamada. Quienes la hacen son los periodistas de La W. Jonatan Tamayo contesta. Le preguntan por un proyecto de ley. Tamayo es el ponente. Resumen las pretensiones del senador. Se trata de crear un “Consejo Profesional del Comunicador Social”. También revivir las credenciales para acreditar periodistas. Manguito trata de exponer sus argumentos. “Este, este, este”, dice. Le preguntan sobre un contenido concreto de la ponencia. Manguito titubea. Ellos indagan. Ahora Manguito pregunta: “¿Por cuál ponencia me hablan?”. Los periodistas se lo recuerdan. “Este, este, este”, dice. “Lo veo perdido con su ponencia, senador”, le replican. “¿De qué ponencia me hablan?”, insiste Manguito. “De la que usted firmó”, le dice el periodista. “La ponencia viene desde Richard Aguilar”, se defiende Manguito. “¿Senador, usted no responde por una ponencia que usted mismo firmó?”, interroga el periodista. “La ponencia a mí me, me, me, me (…) me la direcciona la mesa directiva como ponente”, dice Manguito. “Y usted la firma”, le recuerda el periodista. “La ponencia la recibo hace tres meses y medio”, se defiende el senador. “Y la firma”, vuelve a recordarle el periodista. “No le escuché la última parte”, dice Manguito. “Le repito despacito senador: ¿Usted firmó la ponencia para regular el ejercicio del periodismo?. Silencio. “Aló”, dice Manguito. Le insisten con la pregunta. “Aló me escuchan, aló, es que no le escucho muy bien. No le escucho muy bien. Aloooo”, dice Manguito. La entrevista termina. Más tarde Jonatan Tamayo le diría a la Revista Semana que estaba dormido cuando lo llamaron de La W.
Otros proyectos, otras trovas
Tiempo después su nombre volvió a figurar al ser autor de un artículo en la Ley de Financiamiento que buscaba que a las personas que intervienen en el negocio de las webcam se les creara un nuevo mecanismo de retención en la fuente. Cuando le preguntaron que de dónde había surgido la idea, Manguito volvió a responder que uno de sus asesores se lo había propuesto y le pareció interesante. El artículo pasó. “Qué senador se iba a atrever a levantar la mano y a oponerse a eso, queda como cliente”, dijo Manguito riéndose meses después. Así mismo en octubre de 2019 quiso proceder con un proyecto de ley para regular las protestas en Colombia. Su intención era que estas solo se permitieran los sábados y domingos. El proyecto se cayó.
Más tarde, en otro proyecto de ley, dio a conocer su intención de prohibir la divulgación en sitios públicos de canciones con letras que “atenten contra el buen nombre y dignidad de la mujer y menores de edad”. Algunos periodistas le preguntaron si se refería al reguetón. Incluso Daniel Samper Ospina le dedicó una de sus columnas y una canción donde lo parodiaba. La seriedad del proyecto de ley quedó en un video musical hecho por el senador Tamayo donde le cantaba a su esposa para demostrar que una canción se podía hacer sin agredir. “¿Para esto le pagan 32 millones de pesos a este senador?”, se preguntó un ciudadano en Twitter.
En artículos de El Espectador y Pulzo le recordaron a Jonatan Tamayo que algunas de sus trovas en el pasado no tenían groserías, pero que de alguna manera también ridiculizaban y ofendían a las mujeres. Todo quedó ahí. Pero, Manguito sigue trovando. Así lo hizo en la campaña a las elecciones regionales de octubre, donde se le vio en tarima junto a candidatos del Centro Democrático, junto a Álvaro Uribe y junto a Iván Duque, porque Manguito adonde va le piden que haga lo que mejor sabe hacer. Trovar. Improvisar.
*Vorágine llamó en varias oportunidades al senador Jonatan Tamayo para solicitar una entrevista. El senador prometió llamar, pero a pesar de nuestra insistencia no lo hizo.
*Por: Pacho Escobar
Tomado de Voragine