Srinagar (India)/Nueva Delhi/Islamabad, 24 de abril de 2025.- Las tensiones entre las potencias nucleares rivales India y Pakistán se dispararon este jueves con una severa escalada diplomática, reavivando los temores de guerra, tras el ataque civil más mortífero en la Cachemira administrada por la India en años recientes.
Las fuerzas de seguridad e investigadores continúan la búsqueda de los hombres armados que el martes pasado abrieron fuego contra un grupo de turistas en una pradera cerca de la popular ciudad turística de Pahalgam, en el sur de Cachemira, una región en disputa que ambas naciones reclaman como propia desde su independencia del imperio británico en 1947.
Entre las 26 víctimas se encuentran 25 ciudadanos indios y uno nepalí.
La masacre ha provocado un rápido deterioro diplomático entre los dos vecinos del sur de Asia.
Se profundiza el deterioro diplomático
La India tomó medidas significativas al degradar sus relaciones diplomáticas con Pakistán, convocar a su máximo enviado, cerrar un importante cruce fronterizo y, por primera vez, suspender el Tratado de Aguas del Indo, un acuerdo de reparto de agua de 1960 negociado por el Banco Mundial que ha resistido décadas de conflicto.
Este tratado rige la asignación de agua de seis ríos, otorgando a la India el control sobre tres ríos orientales y a Pakistán sobre tres occidentales.
Reaccionando con dureza, Pakistán advirtió hoy que cualquier intento indio de desviar agua de los ríos que le fueron asignados se consideraría «un acto de guerra».
En una declaración contundente tras una reunión del principal órgano civil-militar del primer ministro Shehbaz Sharif, Pakistán rechazó las acusaciones de la India y calificó la suspensión del tratado como un acto «unilateral y hostil».
«Cualquier movimiento para desviar agua se enfrentará con toda la fuerza a través de todo el espectro del poder nacional», afirmó el Comité de Seguridad Nacional de Pakistán.
Pakistán también anunció la suspensión de todos los acuerdos bilaterales, incluido el Acuerdo de Simla (un tratado de paz que marcó el final formal de la guerra de 1971), hasta que la India cambie lo que denominó su «conducta beligerante».
Con efecto inmediato, Pakistán cerró el cruce fronterizo de Wagah (conocido como Attari en el lado indio), suspendió las exenciones de visa para ciudadanos indios (excepto los peregrinos sij), expulsó a los asesores de defensa indios y ordenó a la India reducir su personal en la Alta Comisión (embajada) en Islamabad a 30 para el 30 de abril.
Además, cerró su espacio aéreo a todas las aerolíneas de propiedad u operación india y suspendió todo el comercio con la India, incluido el tránsito a través de terceros países.
India culpa a Pakistán y promete represalias
El primer ministro indio, Narendra Modi, calificó hoy el ataque como una afrenta directa a la seguridad nacional y prometió venganza.
«Al mundo le digo esto: la India identificará, rastreará y castigará a cada terrorista y a quien lo respalde. Los perseguiremos hasta los confines de la Tierra», declaró Modi en su primer discurso público desde el ataque.
La India ha alegado que los hombres armados tenían vínculos con Pakistán, acusando a Islamabad de apoyar a los asesinos.
La responsabilidad del asalto fue reivindicada por The Resistance Front (TRF), un grupo que se cree que es una organización pantalla del grupo militante Lashkar-e-Taiba (LeT), con sede en Pakistán y que llevó a cabo los ataques de Bombay de 2008.
India endurece las restricciones de visado
La India ha suspendido todas las visas para paquistaníes y ha ordenado a quienes ya se encuentran en el país que se marchen en un plazo de 72 horas.
Todas las visas existentes serán revocadas a partir del 27 de abril y las excepciones de visa médica finalizarán el 29 de abril. El Gobierno también aconsejó a los ciudadanos indios evitar viajar a Pakistán e instó a quienes se encuentran allí a regresar «lo antes posible».
Estallan protestas, regresa el miedo a Cachemira
En Nueva Delhi estallaron protestas contra Pakistán, con manifestantes ondeando banderas indias y sosteniendo pancartas que decían «Abajo Pakistán» y «No nos doblegaremos ante el terrorismo».
Las fuerzas de seguridad custodiaron la Alta Comisión de Pakistán mientras los manifestantes coreaban consignas.
Mientras tanto, los cachemires se preparaban para lo que temen será otro ciclo de culpas, represión y confrontación.
«Conocemos el patrón», dijo a EFE Fayaz Ahmad, un maestro de escuela en el distrito de Anantnag. «Cada vez que sucede algo así, el cachemir común termina pagando el precio», agregó.
«No tenemos nada que ver con armas ni violencia. Solo queremos criar a nuestras familias, enviar a nuestros hijos a la escuela y dormir tranquilos por la noche», lamentó.
Las fuerzas de seguridad aumentaron los despliegues en toda la región, ya de por sí fuertemente militarizada, estableciendo puntos de control y realizando registros intensificados. Algunos residentes informaron de acoso e interrogatorios por Policía.
Los cachemires, tanto en la región como en toda la India, dijeron que se enfrentan a lo que describen como un «castigo colectivo» por un ataque llevado a cabo por asaltantes desconocidos, entre los que las autoridades indias alegan que había una mezcla de militantes locales y paquistaníes.
Cachemira ha sido un punto álgido entre India y Pakistán desde 1947. Una insurgencia separatista estalló en 1989 y se ha cobrado decenas de miles de vidas. India acusa a Pakistán de apoyar a los militantes, cargo que Islamabad niega.
EFE