Manila, 4 junio de 2023.- La deficiencia en el sistema de recogida de basuras, la escasa conciencia de la población y la prevalencia de los envases individuales son algunos de los factores que explican que Filipinas, con 114 millones de habitantes, arroje al mar más de un tercio de los plásticos que flotan en los océanos de nuestro planeta.
Este dato demoledor convierte al archipiélago asiático en el mayor contribuyente a la polución plástica en los mares a nivel global, con más de 356.000 toneladas métricas de plásticos vertidos al océano, el 35,1 por ciento del total, seguido muy de lejos por India (126.513) y Malasia (73.098), según un estudio de la revista Science publicado en 2021.
Entre los diez primeros países que más contaminan el mar con plástico, solo hay uno no asiático, Brasil, en el séptimo lugar mientras que el resto de la lista de los diez más contaminantes la completan, por este orden, China, Indonesia, Birmania, Vietnam, Bangladés y Tailandia.
Las poblaciones de los países asiáticos echan al mar 836.488 toneladas métricas de plástico cada año, el 82,6 por ciento del que se vierte en el mundo, con Filipinas como país más contaminante a gran distancia de los demás: cada filipino vierte más de 3,3 kilos de plástico al año, 3.000 veces más que en España y 20 veces más que en China (170 gramos).
La bahía de Manila, en cuyas playas hace décadas que nadie osa bañarse por ser una de las zonas con más contaminación de plásticos del mundo, simboliza este problema que se debe a razones políticas, socioeconómicas y comerciales.
«La contaminación de nuestros mares y ríos con desechos plásticos en una emergencia nacional. El Gobierno lo considera un problema serio, pero no llegan los fondos necesarios para implementar programas de reciclaje idóneos, ni la infraestructura óptima», apunta a EFE la doctora Irene Rodriguez, experta ambientalista de la prestigiosa Universidad de Filipinas.
GRANDES EMPRESAS CONTAMINANTES
Entre los factores de mayor peso está la «economía de la bolsitas» («sachet economy», en inglés), como se conoce en Filipinas, la costumbre de los filipinos de comprar productos como el champú, la pasta de dientes, cosméticos o alimentos en pequeños sobres de plástico para uso individual.
El archipiélago asiático fue uno de los países donde las grandes empresas multinacionales experimentaron con las dosis unipersonales de productos cosméticos y de limpieza («sachets»), debido a la necesidad de adaptar unos hábitos eminentemente consumistas a la precaria economía doméstica de la clase media y trabajadora filipina.
Un informe de la Alianza Global para Alternativas a la Incineración en 2019 identificaba a Nestlé y Unilever como las dos empresas que más contribuyen a la contaminación con plásticos en Filipinas.
El 51 por ciento de la emisión de plásticos al oceáno en Filipinas se nutre de este tipo de productos, según Science. «La ambición por mantener los beneficios corporativos de estos gigantes empresariales» y la «presión» que estos grupos ejercen sobre las autoridades impide que las leyes para frenar la comercialización de estos productos se implemente debidamente.
Según Science, hay otro factor explicativo principal por el cual Filipinas destaca superlativamente sobre el resto de países en términos de contaminación plástica del los mares: la contaminación de sus ríos y arroyos, por donde todo el plástico desechado en las áreas urbanas y rurales habitadas viaja irremediablemente hasta desembocar en el océano.
Si bien en China, cuyo vasto territorio supera enormemente el conjunto de islas que forman el archipiélago filipino, solo 1.309 ríos fluyen con gran cantidad de plásticos, 4.820 de los ríos filipinos están altamente contaminados.
ASENTAMIENTOS INFORMALES
Para la doctora Rodriguez, la explicación reside en «la gran cantidad de asentamientos informales» que pueblan las zonas contiguas a las riberas, que «no cuentan con sistemas de reciclaje o gestión de residuos, y donde la educación medioambiental es escasa».
«En los últimos años se ha legislado contundentemente para frenar el desecho de plásticos en Filipinas, pero no hay dinero o voluntad política para crear la infraestructura necesaria» que ayude a atajar el problema debidamente, concluye Rodriguez.
Marian Ledesma, experta en la gestión de residuos de Greenpeace Filipinas, explica a EFE que el país asiático, además, «importa una gran cantidad de plásticos» procedentes de países industrializados para posteriormente procesarlos o reciclarlos.
El problema, desvela Ledesma, «es que Filipinas no cuenta con un sistema de reciclaje y procesado óptimo y buena parte del plástico que llega de países ricos es de baja calidad, por lo que este producto acaba convirtiéndose en residuos que se desechan» y crean las mareas de plástico que flotan a la deriva por el archipiélago.
por Federico Segarra
EFE