Niamey, 27 mar – Al menos 182 civiles han muerto en ataques terroristas en el primer trimestre de este año en la región nigerina de Tillabéry (oeste) frente a 200 fallecidos en atentados en esa misma zona entre 2017 y 2020, según la Oficina de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA).
La OCHA agrega en un informe sobre la situación humanitaria y de seguridad en el país, publicado hoy en Niamey, que los autores de estos ataques tienen sus bases en los países vecinos de Malí y Burkina Faso, donde operan varios grupos yihadistas como Al Qaeda y el Estado Islámico (EI).
«El asesinato de civiles, los asesinatos selectivos de líderes tribales y religiosos, los secuestros, el saqueo de propiedades y ganado, y la violencia de género son frecuentes en esta región», fronteriza con Mali, señalan los autores del informe.
Para advertir del repunte de la violencia en los últimos meses, el informe precisa que Tillabéry ha registrado 292 incidentes de seguridad en el primer trimestre del 2021 frente a 377 actos similares cometidos durante el período 2017-2019.
Estos ataques mortales se han producido en el contexto del estado de emergencia declarado desde 2017 en esa región y que otorga poderes excepcionales a las fuerzas de defensa y seguridad y restringe las libertades públicas.
Ante la sensación de abandono por parte del Estado en materia de seguridad, las poblaciones víctimas de los atentados, que sufren también de la escasez de recursos alimentarios, han huido de sus localidades en masa a zonas más seguras, según el informe de la OCHA.
A fecha de hoy, han sido registrados más de 95.000 desplazados dentro de la región asentados en 18 sitios o en familias de acogida, además de muchos otros que han encontrado refugio en lugares que no responden a las normas y estándares en la materia, advierte el organismo de la ONU.
«La región de Tillabéry encabeza las zonas del país que más sufren la inseguridad alimentaria con 511.332 personas afectadas», según un estudio del Programa Mundial de Alimentos realizado en noviembre del 2020.
La inseguridad alimentaria, sumada a un brote de desnutrición infantil, se ha agravado por el ascenso de los ataques de los terroristas, quienes además de cometer matanzas, queman cosechas y atacan mercados rurales, privando así a la población del suministro de alimentos.
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