La música de carrilera se escucha otra vez en los acordes de las nuevas guitarras que llegan a las manos encallecidas y recias de unos campesinos del corregimiento La Balsita, quienes añoraban volver a cantarle a las tierras y tradiciones campesinas que están recuperando para reponerse del conflicto armado.
Como acción del plan integral de reparación colectiva que implementa la Unidad para las Víctimas, con cooperación de la alcaldía local, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Organización Internacional para las Migraciones, casi 50 habitantes se congregan en el acto de entrega de las dotaciones culturales, que incluyen instrumentos musicales, amplificadores y trajes de danzas.
Con este equipamiento se reactivan los grupos musicales y artísticos de las 12 veredas que conforman esta alejada zona rural del municipio antioqueño de Dabeiba, lo que representa señales visibles de la reconstrucción social y física del territorio al que retornaron para vivir sin el miedo que sufrieron en el pasado.
El primero en tomar una de las nuevas guitarras y rasguear unos acordes es Juan Andrés Castaño, un líder comunitario y músico local, quien ante sus paisanos canta como mensaje religioso y de resiliencia que “las pruebas de este mundo no me podrán dañar porque me escogió mi Dios”.
Con nostalgia recuerda que antes de la incursión de las guerrillas y grupos de autodefensas “yo tenía un grupo compuesto por tres hermanos y nosotros nos encargábamos de los eventos culturales en las veredas. Ese grupo se acabó cuando nos despatriamos por la violencia, yo me desplacé en 1996 y uno de ellos fue muerto y la música la abandonamos”.
Mientras afina las cuerdas sonríe porque “la idea con estos instrumentos es volver a unir nuestros grupos y motivarnos y echar atrás lo malo que pasó ahora que recuperamos nuestras tierras”.
Reparación física y social
La entrega de las dotaciones culturales congregó a los pobladores de varias veredas en la caseta social reconstruida como otra acción del plan reparador que ha permitido que vuelvan a integrarse como comunidad.
Según la subdirectora de reparación colectiva de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, Luz Marina Durán Sánchez, con esta medida de restitución que permite «la recuperación de sus prácticas comunitarias y artísticas se completan 16 acciones implementadas, con lo que se está cumpliendo con casi el 70 por ciento del plan de reparación colectiva. Este año planeamos cinco acciones más, la próxima la dotación tecnológica, mobiliaria y equipamiento escolar para las 10 escuelas veredales de este corregimiento”.
Entre esas acciones están el fortalecimiento de proyectos agrícolas, reconstrucción y dotación de casetas comunales, equipos y canchas deportivas en varias veredas, y el desarrollo de la estrategia sicosocial Entrelazando para la reconstrucción del tejido social afectado por el conflicto armado.
Para el líder comunitario Alberto de Jesús Herrera Úsuga, “las dotaciones y otros proyectos nos permiten recuperar esas prácticas sociales y culturales que teníamos y que fueron violentadas y vulneradas. Con este plan de reparación colectiva que ha avanzado en gran porcentaje venimos en proceso de recuperación de tantos años muy duros que vivimos por causa del conflicto, que nos atrasó y ahora nos está sacando adelante con nuestros proyectos de vida”.
Por el enfrentamiento entre grupos armados, la población del corregimiento La Balsita sufrió homicidios, desapariciones forzadas, secuestros, confinamientos y el incendio de 25 casas, entre otros hechos victimizantes.
La Unidad para las Víctimas tiene registrados más de 700 sujetos de reparación colectiva en Colombia, 22 de estos en Antioquia con planes en implementación con medidas como emprendimiento de proyectos productivos, rehabilitación o construcción de infraestructura comunitaria (casetas comunales, parques, puentes, vías veredales, canchas deportivas, sitios turísticos), dotaciones a centros médicos, instituciones educativas, puestos de salud, casas de la cultura y recuperación de tradiciones.
