No se pueden dejar tirados los muertos, la orden es no calentar el territorio

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Informe Especial Los Pájaros

Tercera parte

 

Redacción Análisis Urbano

Hace días se viene conociendo que la orden en el mundo criminal es no dejar muertos en el sitio de los hechos. Aunque el mandato tiene tintes políticos como el de aportar a la reducción de homicidios a fin de evadir persecuciones, la indicación se cumple, especialmente, para no “calentar” un territorio, es decir, para evitar que las autoridades acudan a una zona que tenga resonancia por ser recurrente en el accionar violento de las estructuras armadas que allí dominen.

Cuando el territorio no se “calienta”, permite que los criminales continúen su accionar, y a veces bajo la vista de algunos uniformados policiales que, en últimas, se hacen cómplices. Esta es la política criminal que actualmente impera en Medellín, la misma que expresaron los criminales ante el programa de la televisión española tierra hostil, y la que se impone en algunos barrios y corregimientos de Belén, la Comuna 16 de la ciudad.

De acuerdo con las fuentes del territorio consultadas por Analisisurbano.com, en Belén, específicamente en los barrios Buenavista, Cantarrana, Zafra, Los Alpinos y el corregimiento Altavista, no se tiene permitido asesinar a una persona y dejar su cuerpo en el territorio: la orden es desaparecerlo o alejarlo de la zona y sin dejar rastro.

Este mandato lo puso a circular Juancho Pájaro, líder de los Pájaros, por orden directa de la estructura criminal la Oficina, que en aras del acuerdo que tiene con los Urabeños, denominado pacto del fusil, se pactó la no agresión y por tanto la reducción de homicidios. No está de más anotar que esta medida benefició a Medellín con la disminución en la estadística de muertes violentas en la ciudad, de la cual se ha hecho eco en la Administración Municipal.

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Sin embargo, la desaparición forzada está a reventar en la capital antioqueña: las redes sociales, a cada tanto, impulsan campañas exigiendo la aparición con vida de alguna persona; y aquellos ajenos al uso de internet, sólo tienen que caminar por las calles del centro, especialmente de la Avenida Oriental, para observar los postes de la luz rebosados de carteles en cuyas leyendas suplican ayuda para encontrar a un desaparecido.

Algunas de estas personas han aparecido, en su mayoría, muertas y con señales de tortura, cuando no con sus cuerpos desmembrados. Estos hechos no se han estudiado como corresponde y tienden a presentarse de manera inconexa, evadiendo así el contexto, que no es otra cosa que la comisión de un crimen de manera sistemática, estructurado y ejecutado por una estructura criminal que cogobierna en la ciudad, reflejo de la real situación de inseguridad que azota a Medellín.

Para el fin de desaparecer a una víctima -matar sin dejar rastro, en teoría; mate pique y entierre, en la práctica-, los criminales requieren un espacio físico para ejecutar el delito, este lugar se conoce como casa de tortura y están distribuidas por toda la ciudad. Uno de estos sitios se encuentra en Belén, en el barrio Buenavista, en donde se ejecutan las desapariciones de las víctimas del suroccidente de Medellín, ordenadas por Juancho Pájaro y por su jefe directo, alias Jotica, el mando y enlace directo de la Oficina.

Belén no sólo sufre la extorsión mediante el cobro de vacunas, el control territorial y el secuestro exprés que se narró en la segunda parte de este especial, también padece la tortura y la desaparición.

Juancho Pájaro no se encuentra presente en Buenavista porque posee orden de captura por concierto para delinquir, en su lugar se encuentra como mando operativo alias El Juez; pero el que está al frente de la comisión de los crímenes es su hermano, alias Pepito, quien no posee orden de captura pero de quien los habitantes del sector aseguran, es el que directamente desplaza forzosamente a la comunidad, comete hurtos de mayor cuantía, extorsiona mediante vacuna, amenaza, secuestra, y está al frente de la ejecución de toda desaparición ordenada por su hermano Juancho.

La casa de tortura se encuentra ubicada sobre la Carrera 83 con calle 19, exactamente a media cuadra de la casa donde los Pájaros tenían secuestradas a la patrullera de la policía  Lisgrey Tatiana Arias Barrera y a la señora Daira Inés Arriete. La vivienda se encuentra deshabitada y en condiciones rústicas. Actualmente está en obra negra, es decir, revocada y sin pintura y, al parecer, es la única con estas características en el callejón. Al interior de la casa se puede hallar una bañera antigua y dentro de esta bañera es que se ejecutan todos los crímenes; una buena investigación criminalística y una revisión de químicos forenses podrían comprobarlo.

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El modo de operar de Los Pájaros consiste en trasladar a las víctimas hacia esta casa y allí asesinarlas, aunque en algunas ocasiones la persona llega ya sin vida; posteriormente se procede a la desmembración de su cuerpo y a ocultarlo en unas bolsas plásticas que serán trasladadas y alejadas del territorio, y casi siempre arrojadas a los vertederos de cadáveres en que se convirtieron algunos ríos que pasan por Antioquia, como el río Medellín y el río Cauca.

“La orden es que no puede haber un muerto tirado en la calle y el que desobedezca se gana problemas con la Oficina. De hecho, están molestos con Juancho Pájaro porque hace poco asesinó, sin permiso, a un muchacho en la entrada del cerro Las Tres Cruces”, afirma una de las fuentes consultadas y que habita en el territorio. Efectivamente, el 2 de febrero de este año, en el sector que indica la fuente consultada, fue asesinado Alejandro Cárcamo, un hombre de 31 años que era recurrentemente visto en ese punto porque cuidaba los carros que allí parqueaban. Aparentemente, este crimen desestabilizó la relación de Juancho Pájaro con la Oficina precisamente por desobedecer sus órdenes.

No obstante, Juancho Pájaro sigue siendo el jefe máximo de los Pájaros y Buenavista cuenta con una casa de tortura en donde se estaría concretando la desaparición de buena parte de las víctimas mortales de Medellín que con su ausencia logran la baja de estadísticas. Es hora de empezar a buscar a los desaparecidos, en lugar de intentar desaparecer el problema.

 Espere cuarta parte

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