Nuevo Gobierno mexicano lidiará con una Centroamérica bajo una crisis migratoria inédita

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Fotografía de archivo fechada el 10 de abril de 2024 que muestra a migrantes mientras llegan a una estación de recepción migratoria luego de cruzar la selva del Darién con rumbo a los Estados Unidos, en Lajas Blancas (Panamá). EFE/ Bienvenido Velasco

Ciudad de Panamá, 30 de mayo de 2024.- En una crisis migratoria inédita, miles de migrantes irregulares atraviesan o salen a diario de Centroamérica con destino a Estados Unidos o México, en el caso de no alcanzar el «sueño americano». Esa es la realidad con la que deberá lidiar el nuevo presidente mexicano que será elegido el próximo domingo.

La crisis migratoria y humanitaria no para de crecer. Más de 520.000 viajeros, alrededor del 20 % de ellos menores y adolescentes, atravesaron la jungla panameña del Darién, la peligrosa frontera natural entre América del Sur y Centroamérica, en 2023, una cifra sin parangón que amenaza con palidecer frente a las 800.000 que agencias de la ONU como Unicef calcula pueden hacerlo este año.

Se trata en su mayoría de venezolanos, a los que se suman haitianos, ecuatorianos, colombianos, brasileños y nacionales de países lejanos como China, la India, Angola, Pakistán o Senegal, entre otros. Los llamados extracontinentales.

Los horrores que sufre esta población en movilidad se repiten una y otra vez: robos, violaciones, abusos de todo tipo en las carreteras, a lo que se suma el temido Tapón del Darién, donde además los viajeros se enfrentan a la rudeza de un entorno natural salvaje.

Un corredor sin mayores obstáculos

Hasta ahora, las autoridades centroamericanas han optado por dar paso a este flujo que confiesan es inmanejable para ellas, insistiendo en la necesidad de ayuda internacional para gestionarlo y en soluciones regionales que permitan una migración regular, ordenada y segura que ponga fin a esta crisis humanitaria y al gran negocio del crimen organizado que la fomenta.

Panamá y Costa Rica aplican desde 2015 – cuando estalló la primera crisis con miles de cubanos viajando hacia EE.UU. – un llamado «flujo controlado»: los migrantes que cruzan el Tapón del Darién son atendidos en estaciones por las autoridades panameñas que, a costo de cada viajero, los embarcan en autobuses que los dejan en territorio costarricense, donde toman otro transporte para salir de ese país.

Pero esta situación puede cambiar. El presidente electo de Panamá, José Raúl Mulino, quien asumirá el cargo el próximo 1 de julio, habla de repatriar en masa los migrantes que crucen el Darién, ya que su país no cuenta ya con recursos para manejar ese flujo que, asegura, está devastando la selva, que es Patrimonio de Humanidad, y constituye además un problema para la seguridad nacional y regional.

El director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) de Honduras, Rolando Sierra, indicó a EFE que la política del Gobierno hondureño ha sido «facilitar la migración», con medidas como una amnistía que suspendió el pago de una sanción administrativa a los viajeros, ya que este país “no tiene la capacidad” de atender a tantos migrantes.

Sierra dijo que hay que esperar a ver quien gana la Presidencia de México para conocer si su política será de “mayor control migratorio” y negociará con los países centroamericanos para frenar la migración irregular, incluidos los miles de hondureños, guatemaltecos y salvadoreños que salen cada día para intentar llegar a Estados Unidos desde hace más de tres décadas.

Nuevas rutas y la política de Nicaragua

La jefa de Misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en México, Dana Graber, dijo a EFE que los migrantes están utilizando rutas donde son propensos a caer en el tráfico de personas y ser víctimas de diversos delitos, y que estas cambian volviéndose cada vez más peligrosas.

«Hemos visto a la mayoría cruzando el Darién, pero los traficantes encontraron otras rutas por América Central. Hay un aumento de personas llegando a Honduras sin cruzar el Darién. Son rutas por mar, irregulares, peligrosas, en las que las personas tratan de ser invisibles para que no sean retornadas», explicó Graber.

En este sentido, se ha señalado que Nicaragua, con la política iniciada en 2021 de eximir de visado para ingresar al país a cubanos, haitianos, y a ciudadanos de países africanos como Angola, Catar y Senegal, se ha convertido en un trampolín para los migrantes irregulares que buscan llegar a Estados Unidos.

Según expertos nicaragüenses en relaciones exteriores, Nicaragua facilitó el trasiego de más de 100.000 migrantes irregulares a EE.UU. a través de vuelos chárter.

«El clan familiar Ortega-Murillo aprovechó la oportunidad económica y política para usar la migración como política exterior contra Estados Unidos y aumentar el peso de la crisis humanitaria», dijo el nicaragüense Manuel Orozco, investigador del Diálogo Interamericano, con sede en Washington, en declaraciones a la plataforma Confidencial.

Estados Unidos lanzó el pasado 22 de mayo una ronda de sanciones contra el Gobierno de Daniel Ortega, que afectan a decenas de funcionarios y a empresas, por atacar los derechos humanos y ser «cómplices en la explotación de migrantes».

Una oportunidad para México

La jefa de Misión de la OIM en México explicó que ante el aumento sin precedentes de la migración en los últimos años, se abren una serie de retos para México – y para el resto de países de la región – pero también oportunidades.

«Esta migración tan compleja es un reto para México, pero también vemos una oportunidad en términos de aprovechar la migración laboral porque más personas migrantes ven a México como un posible país de destino o se ven obligadas a permanecer», comentó.

Graber dijo que México tiene cerca de 1,6 millones de puestos de trabajo vacantes que podrían ser aprovechados por los migrantes, pero para ello debe haber vías accesibles de regularización.

EFE