Roma, 22 nov – Más de cuatro siglos después de su muerte, el legado artístico de Caravaggio saca aún a la luz joyas casi desconocidas como ‘El retrato de Monseñor Maffeo Barberini’, un cuadro atribuido al pintor barroco y que se expone por primera vez al público este viernes en las Galerías Nacionales de Arte Antiguo de Roma.
La obra, un retrato del noble que se acabaría convirtiendo en el papa Urbano VIII, luce desde hoy en una pequeña sala casi a oscuras donde sus detalles son tan vivos que el cuadro parece casi una fotografía.
«Este cuadro es el Caravaggio que todos querían ver. Nunca fue expuesto al público, nunca fue prestado a una exposición, nunca fue visto en un museo», dice a EFE el director de la institución, Thomas Clement Salomon. Según añade, es un préstamo de gran valor también para el museo, que tiene en su muestra permanente otras cuatro obras del artista, que la define como «la colección más importante del mundo».
Los retratos de Caravaggio «son muy raros» en su trayectoria artística, «por lo que poder mostrar» uno de ellos tras varios siglos es un hito «trascendental» para la historia del arte, ya que «finalmente está a disposición de todos», destaca Salomon.
Su existencia se conocía desde que un experto en arte la reveló en 1963, y numerosos especialistas atribuyen a Caravaggio la autoría de una obra no había llegado al público en los últimos siglos y desde hace décadas pertenecía a una colección privada, de la cual ahora se ha tomado en préstamo para exponerla por primera ocasión.
La obra se podrá ver hasta el 23 de febrero de 2025 en el Palacio Barberini, como parte de la exhibición ‘Caravaggio. El retrato desvelado’, una oportunidad para el estudio de este complejo pintor que fue uno de los exponentes del Barroco y tuvo en Roma uno de sus epicentros artísticos.
El cuadro destaca por varios elementos propios de Caravaggio, que vivió entre 1571 y 1610, en una época de transición artística hacia un estilo barroco que él mismo ayudó a desarrollar, dice a EFE Paola Nicita, comisaria de las Galerías Nacionales de Arte Antiguo.
«Caravaggio fue uno de los pintores más grandes de su tiempo. La esencia de su revolución estuvo en pintar al natural, observar la realidad de las cosas y los hombres y llevarlas al centro», cuenta.
En el caso del cuadro expuesto, «pone justo al centro una figura humana que se representa sin filtros en su inmediatez», y «logra captar la acción y el sentido en una unidad».
«Es una obra construida con pocos elementos, que juega enteramente con la fuerza de la luz y la oscuridad», algo propio «de la firma estilística de Caravaggio», destaca Nicita.
En la pintura también sobresalen los gestos del retratado, Maffeo Barberini, aristócrata y religioso de la Roma a caballo entre siglo XVI y XVII que viste una cofia y sotana sobre una túnica blanca, indumentaria propria de la época y de una clase dirigente que Caravaggio se encargó de dejar plasmada en su arte.
«Es un cuadro que juega con los gestos, el gesto poderoso de una mano que sostiene la carta, el gesto poderoso de la otra que señala hacia nosotros. Es un cuadro de fuerza hipnótica extraordinaria», argumenta Nicita.
Según añade, «no es una pintura estática, áurica ni retórica», y «tiene una monumentalidad» que hace que «podamos establecer casi una intimidad» con la figura del Maffeo Barberini de hace cuatro siglos.
Con todo, destaca la comisaria, que este cuadro regrese a Roma, donde fue pintado, es también otro elemento simbólico.
«Caravaggio alcanzó su madurez estilística» en la ciudad, y «esta pintura fue probablemente vista y estudiada por otros pintores y artistas que estaban en Roma en la época», como Velázquez o Bernini.
«Los retratos parlantes en escultura de Bernini y de pintores como Velázquez nos permiten conectar eslabones que faltan, porque es un cuadro que fue visto, no solo encerrado en una habitación», concluye.
EFE