Tijuana (México), 2 ene – Organizaciones civiles de la frontera norte de México alertan de un incremento de jóvenes reclutados de manera forzosa por el crimen organizado, como muestran los casos de quienes llegan a solicitar ayuda tras escapar de los delincuentes.
Albert Rivera Colón, director de la asociación Ágape Misión Mundial, contó este martes a EFE que han encontrado a jóvenes que arribaron a la fronteriza ciudad de Tijuana para buscar asilo y protección en Estados Unidos tras huir de grupos criminales.
Pero el activista advirtió que los jóvenes y sus familias no hablan de ello por temor, lo que dificulta conocer una estadística y lo hace ser “un fenómeno silencioso que está pasando por aquí y del que todo el mundo tiene miedo de hablar e investigar”.
“Algunos padres tienen miedo de reportar teniendo conocimiento de que sus hijos están en cautiverio, además que no existen las garantías para ellos y, obviamente, temen que algo les pase a sus hijos. Es muy lamentable porque esto va en aumento, se debe hacer algo para prevenir y evitar que esto siga sucediendo”, manifestó.
La organización civil Reinserta estimó el año pasado que el crimen organizado ha reclutado a, por lo menos, 30.000 menores de edad a nivel nacional.
Siete años obligado a trabajar para el crimen
Un joven, que se identificó como ‘Jorge’ por seguridad, relató a EFE que, tras terminar la escuela secundaria, con 15 años de edad, un grupo armado lo capturó cuando volvía a su casa de una fiesta en Michoacán, estado del occidente del país.
Lo llevaron a un lugar en el que le dijeron que, a partir de ese momento, trabajaría para ellos o, de lo contrario, lo matarían a él y a toda su familia.
Él tenía planes de continuar el bachillerato y estudiar Criminología en la universidad, pero ese día su vida cambió y no tuvo otra opción más que aceptar.
“Me levantaron hombres encapuchados y armados. Me amenazaron tanto físicamente como verbalmente, y me dijeron que si yo no trabajaba para ellos iban a matarme a mí y a toda mi familia”, contó.
Durante varios meses su madre no supo de él, hasta que le permitieron comunicarse con ella solo para decirle que «estaba bien», pero que no fuera a hacer nada y se mantuviera callada.
Jorge pasó así más de siete años.
“Me pedían de todo, desde ser halcón (vigilante), distribuidor de droga y, en ocasiones, igual también me tocaba a mí levantar (secuestrar) a gente. Yo tenía un poco de conocimiento de lo que pasaba en el pueblo y los alrededores con los jóvenes, pero yo nunca me imaginé que me tocara a mí”, expuso.
Para Jorge, este periodo “fue todo un tormento”, pues “mucho tiempo fue estar con un nerviosismo y una mente en blanco porque solo era acatar órdenes de lo que fuera y todas eran muy puntuales, siempre al mando del jefe de plaza”.
Pero durante su cautiverio, dice que nunca perdió la esperanza de escapar y, una vez, en un enfrentamiento en el que asesinaron a su jefe de plaza, huyó y salió del pueblo junto con su familia.
“En ese transcurso sufrí un accidente de moto y quedé inmovilizado por casi un año, de esa manera quitaron su atención en mí y así pude salir, a escondidas después con mi familia”, detalló.
Una de las cosas de las que el joven se percató sobre el reclutamiento es que “hay temporadas en las cuales ellos saben que hay una cierta edad de los jóvenes en la cual se convierten en objetivo fácil».
Los criminales identifican «que no están bien con sus familias o que tienen muchos problemas y se la pasan solos, son a los que fácilmente suelen reclutar”.
«Como me pasó a mí, le puede pasar a otros y esto realmente jode la vida de las personas. A mí lo único que me gustaría ahora es empezar de cero, que nos den el asilo (en Estados Unidos) y tener una nueva vida con mi familia y, si se me da la oportunidad, retomar mis estudios», dijo.
Una situación dolorosa para las madres
La madre de Jorge compartió a EFE que “es una situación muy desesperante, muy dolorosa por no saber de tu hijo y estar con la angustia día a día».
«Pasó tiempo para saber de él, yo pensé que ya me lo habían matado, pero le doy gracias a Dios que está aquí conmigo y que aunque fue muy difícil y en contra de la voluntad de él, quiero que salga adelante con nosotros y con su familia”, mencionó la mujer, quien prefirió mantener el anonimato.
Para Rivera Colón, estos son casos que deben ser de prioridad y que las autoridades de asilo de Estados Unidos deberían considerar de forma exprés, especialmente porque son menores de edad.
“Son casos eminentes que, si se siguen quedando en esta nación, tarde o temprano los pueden encontrar y pueden perder sus vidas, además que no pueden denunciar porque son situaciones de alto riesgo y están en peligro», puntualizó.
EFE