ONU rechaza atentado contra líder social de Jamundí, Lina Tabares

FECHA:

Es la tercera vez que atentan contra esta defensora de derechos humanos en el Valle. El paquete tenía 20 gramos de pólvora negra y estaba ubicado al lado del mofle.

El paquete estaba envuelto en papel aluminio y no era más grande que el puño de una persona. Tenía en su interior 20 gramos de pólvora negra y estaba ubicado justo al lado del exosto de la camioneta blindada dispuesta para seguridad de Lina Tabares, defensora de derechos humanos en Jamundí, sur del Valle.

Era imposible llegar, a simple vista, a la parte inferior del automotor donde estaba el paquete. Lina dice que a ella, y a sus escoltas, los guiaron sus «espíritus que no fallan».

El hallazgo fue este lunes a las 6:20 a.m., cuando la líder social pretendía salir a una reunión en la Alcaldía de Jamundí, pero unas hojas de papel debajo del carro retrasaron la puesta en marcha. «Yo le dije a uno de los escoltas: mira esas hojas, voy a traer una escoba para sacarlas de ahí para ver qué son. Pensábamos que eran amenazas».

La escoba fue tomada por el escolta, quien se agachó mínimamente para extraer las hojas. Se dio cuenta de que al lado del exosto brillaba algo e inmediatamente se reincorporó y ordenó a Lina entrar de nuevo a la casa. Minutos después llegó el grupo antiexplosivos de la Policía, que sacó el paquete y confirmó el tercer atentado contra esta defensora de derechos humanos, que actualmente es testigo clave en un proceso de presunto falso positivo del Ejército contra el indígena Ómar Guasaquillo, asesinado el pasado 5 de septiembre de 2019 en el corregimiento Villa Colombia.

A Lina la han intentado asesinar sicarios y lanzándole artefactos explosivos a su casa. En esta nueva ocasión, pretendían que el vehículo se pusiera en marcha, el exosto se calentara y asimismo la pólvora negra, para generar una explosión que pudiera acabar con la vida de la líder social.

Hoy, no sale del asombro porque para evitar «dar papaya» estuvo desde el viernes sin salir de su vivienda. Es decir, el paquete fue instalado mientras la camioneta estuvo parqueada afuera.

«Ayer estuve muy mal, porque si ese papel no se mete debajo de la camioneta nos hubieran matado. Eso me ha afectado mucho. Algún día acertarán y cerrarán mis ojos y sé que para ese día mi espíritu descansará por todo lo que ha dado. Solamente decirle a mis hijos, mi compañero, mi madre y mi familia: siento mucho hacerlos pasar por todo esto», dice Lina, quien cada semana recibe amenazas a través de panfletos o por mensajes de texto.

Las autoridades analizan los videos registrados en cámaras de seguridad, para identificar a las personas que instalaron el paquete explosivo en la camioneta. Mientras tanto, Lina se apega a sus espíritus salvadores para seguir evadiendo a los violentos.

Tomado de Revista Semana

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