Buenos Aires, 4 junio de 2025.– De recolectar residuos en Santiago de Chile, Soledad Mella pasó a representar a América Latina en las negociaciones globales para redactar un tratado internacional que limite la contaminación por plásticos. Como ella, son cada vez más los recicladores que van de las calles a las mesas de discusión que toman decisiones sobre el futuro del planeta.
«Hoy día somos parte de la negociación. Ya no miramos a la industria del plástico hacia arriba. La miramos de frente y decimos: ‘Negociamos ¿Cuánto me va a pagar usted por las toneladas de material que yo le puedo entregar?’”, afirma Mella, presidenta de la Asociación Nacional de Recicladores de Chile y miembro de la Red Latinoamericana y del Caribe de Recicladores (Red LACRE), en una entrevista con EFE.
La charla se dio con ocasión del Día Mundial del Medioambiente, que se celebra este jueves 5 de junio.
Desde Panamá, donde participa del encuentro regional Grulac, previo al tramo final de las negociaciones que tendrán lugar en Ginebra en agosto, Mella destacó el rol social, económico y ambiental de los recicladores de base.
En busca de acuerdos internacionales
La ejecutiva será la única representante del continente en la quinta sesión del Comité Intergubernamental de Negociación (INC 5.2), donde se buscará acordar un instrumento legal vinculante para frenar la contaminación plástica en el mundo.
Su rol es llevar a la mesa de la ONU los reclamos de quienes recolectan, clasifican y comercializan materiales reciclables en condiciones precarias, pero con un impacto ambiental enorme.
Según estimaciones de Avina, una fundación que promueve el reciclaje inclusivo, estos trabajadores —muchas veces invisibles para los gobiernos— aportan más del 50 % de las materias primas secundarias que utiliza la industria en América Latina y el Caribe.
“El reconocimiento debe traducirse en financiamiento que pueda fortalecer los procesos”, señala Romina Malagamba, responsable de la Unidad de Ciencia de Datos en Reciclaje Inclusivo de Avina.
La fundación trabaja desde hace dos décadas para articular el saber técnico y la experiencia de los recicladores con herramientas como Latitud R, una métrica que calcula que cada tonelada de plástico recuperada evita la emisión de 1,27 toneladas de CO₂ equivalente.
En ese contexto, las organizaciones de recicladores reclaman que el tratado del plástico incorpore tres demandas centrales.
“Primero, el reconocimiento de los recicladores de base dentro de la recolección como el primer hito de la cadena medioambiental. Segundo, que haya una transición justa, que permita que los recicladores de base sean parte de los modelos que se vayan a financiar a niveles de país. Y tercero, que el financiamiento baje directamente a los actores principales, que somos quienes mitigamos la contaminación”, resume Mella.
En Brasil, donde la articulación entre recicladores y el Estado lleva años de avance, el Gobierno busca consolidar un sistema que incluya a cerca de un millón de recolectores de materiales reciclables, responsables del 90 % del reciclaje en el país.
“Creamos el programa Procatador y fuimos la primera delegación en incluir un recolector como miembro oficial de la negociación del INC”, explica a EFE Adalberto Maluf, ministro de Medioambiente y Cambio Climático.
Otras iniciativas
Brasil también impulsa la creación de mecanismos como el pago por servicios ambientales y decretos, que reconocen a las cooperativas como actores clave en la gestión de residuos.
En ese marco, propuestas como los certificados de reciclaje o los planes de inversión a cinco años podrían constituir una fuente estructural de financiamiento para el sector.
Pero la realidad es desigual. Mientras países como Chile, Colombia o Brasil avanzan con políticas de estado, los recicladores siguen siendo criminalizados en otras naciones.
En ese escenario, el paso de los recicladores desde los márgenes hasta los foros globales no solo simboliza una conquista, sino una urgencia. “Este trabajo se inventó desde la pobreza, desde la necesidad, pero hoy entendemos que es un modelo de negocio”, dice Mella. Y agrega: “Fuimos visionarios. Lo que muchos patearon en la calle, nosotros lo transformamos en valor”.
Según la recicladora chilena, la mayoría de los movimientos nacionales están liderados por mujeres. “Casi el 60 % o 70 % de los procesos los conducen recicladoras de base”, dice. Además, recuerda que un solo trabajador puede recolectar entre dos y tres toneladas de residuos al día.
“Multiplícalo por los más de 40 millones de recicladores en el mundo, y entendés el impacto real”, concluye.
EFE