Finalizó el Proyecto Piloto de Desminado El Orejón, vereda ubicada en el municipio antioqueño de Briceño, un proceso que cada vez que avanzaba fortalecía todos los esfuerzos que se hacían en torno a la construcción de la paz.
“Cuando vinimos aquí para iniciar formalmente este proceso, el paisaje era otro. En los primeros encuentros las miradas eran expectantes, incrédulas, desconfiadas; hoy vemos niños, jóvenes, hombres y mujeres con miradas de esperanza, esperanzados en este proceso. Cuando iniciamos esto no habíamos culminando el punto 5 sobre víctimas, estábamos en el debate, pero decidimos desarrollar este proyecto en el marco de las medidas para generar confianza en el proceso de paz. Fueron unas medidas dirigidas a desescalar el conflicto y a mostrar que la paz efectivamente tenía cuerpo en la región”, explicó Pastor Álape, quien hace parte del Secretariado de las Farc-EP.
El proyecto —que básicamente fue un gesto de paz que acordó la limpieza y descontaminación del territorio de Minas Antipersonal (MAP), Artefactos Explosivos Improvisados (AEI), Municiones Sin Explotar (MUSE) o Remanentes de Guerra (REG)— inició el pasado 18 de mayo y fue liderado por las Farc-EP y el Batallón de Ingenieros Desminado Humanitario (BIDE). Además, contó con la coordinación de la ONG Ayuda Popular Noruega (APN) y el apoyo de la Acción Integral contra Minas Antipersonal (Daicma).
Un año atrás, la última vez que se reunieron Farc-EP, gobierno, ayuda internacional y comunidades, apenas se construía la articulación con las instituciones y la comunidad, un encuentro de debates y discusiones importantes; hoy es otro el escenario, un escenario de resultados.
El proyecto de desminado humanitario en El Orejón arrojó como resultado: diez polígonos despejados que constituyen 19.849 metros cuadrados, despejados en dos fases y un polígono demarcado. Así mismo, fueron encontradas y destruidas 46 Minas Antipersona. Trabajo hecho con esfuerzo manual, mecánico y con ayuda canina.
El acuerdo de paz ya firmado ahora entra a la fase de implementación y, como dijo Pastor Álape, “este ya no es un punto de partida, ahora empezamos a caminar”. La entrega de estos polígonos es un mensaje para el país e indica que la paz en los territorios, las regiones, las comunidades, va tomando fuerza, aunque Álape, con entusiasmo, lo resumió mucho mejor: “El Orejón fue la metáfora de la esperanza en el proceso de paz”.
La entrega no se hizo con el acto que se había previsto por razones climáticas, pero ahora podría resultar mejor. Según Pastor Álape, el nuevo acto de cierre podría estar “acompañado de mensajes y propuestas para continuar esta tarea, este esfuerzo. Hemos venido discutiendo la posibilidad, en el proceso de implementación, de extender esta experiencia para poder trasladarla a las once veredas que conforman el proceso de sustitución de cultivos ilícitos”.
Las Farc-EP han demostrado decisión y compromiso ético y moral a la hora de trabajar en las tareas de desminado en Colombia. “Aportar nuestro esfuerzo al proceso es un imperativo ético y una responsabilidad política, así como participar en todas las actividades que nos conlleven a la edificación de la paz”, afirmó Álape.
Y el “imperativo ético y la responsabilidad política” con la paz, dejó un coletazo benéfico para el municipio de Briceño. Según Jhon Jader Sucerquia, secretario Ejecutivo de la Administración Municipal y encargado de su Oficina de Paz, “Briceño y el sector de Pueblo Nuevo han sido zonas muy olvidadas por la institucionalidad, por la lejanía que ha tenido, pero hoy tenemos hasta carreteras para llegar al Orejón. El plan piloto de desminado nos ha traído muchos beneficios, nos ha traído desarrollo social para las comunidades y nos está mejorando la calidad de vida. Sin el plan no tendríamos una caseta comunal como la de hoy ni una escuela en el nivel de avance y estructura que nos van a entregar”.
Siendo así, Pastor Álape tenía razón: “El Orejón fue la metáfora de la paz”, y un ejercicio concreto de la construcción del nuevo país.
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