Oscurantismo le ganó la partida a la biblioteca comunitaria de Niquía

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Imagen de cortesía.

Redacción Análisis Urbano

Al buscar la palabra oscurantismo en el Diccionario de la lengua española, se encuentra en su primera acepción que es la oposición sistemática a que se difunda la instrucción en las clases populares; y en la segunda, la defensa de ideas o actitudes irracionales o retrógradas.

Eso parece estar ocurriendo en el barrio Niquía, en el municipio de Bello, Antioquia, donde la comunidad perdió la batalla y ganaron los intereses particulares de Jorge Mario Acosta, párroco de la iglesia Nuestra Señora de Chiquinquirá, ya que como lo informa el periódico El Tiempo, del 7 de septiembre del año en curso, en el artículo titulado Cerrarán la Biblioteca Comunitaria de Niquía, a este espacio comunitario se le acabó el tiempo.

Al ser consultado por el citado medio, el sacerdote afirma que la biblioteca comunitaria ya no es necesaria y que la comunidad no la requiere: “Ya cumplió su ciclo útil. A mí me interesa que se le cumpla un servicio a la gente y en el colegio yo tengo una biblioteca más moderna: con internet, sala de estudio, 250 sillas y como 6.000 libros. La otra biblioteca no se actualiza hace 40 años, y yo no soy de ese estilo”. Además suelta la perla que le da sustento a su intención de acabar con el espacio comunitario: “Adicionalmente eso se había convertido en un centro ideológico de izquierda, por eso no me interesa que esas personas sigan ahí”. Eso, obviamente, está acompañado de su clara decisión de que lo comercial prime sobre lo comunitario. Teniendo esto en cuenta, valdría la pena preguntarse: ¿está es la iglesia que pregona el papa Francisco? Parece que al párroco, por estar afanado en hacer dinero, se le olvidó que la humildad y el servicio a los más necesitados son las nuevas directrices para la iglesia católica.

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Imagen de cortesía.

Análisis Urbano público el 9 de marzo de 2015 el clamor de la comunidad en el artículo: La Biblioteca Comunitaria Niquía debe salvarse, donde se mostraba cómo desde hace cuarenta años se empezó a construir el espacio comunitario impulsado por luchadores populares que estaban convencidos de que los libros son la base del conocimiento. Esa herencia la continuaron quienes ahora verán que la arbitrariedad, el sesgo ideológico y la ambición de un clérigo harán cerrar el viernes la Biblioteca Comunitaria Niquía.

A dicho personaje se le olvidó que el espacio comunitario ha servido durante décadas como lugar de contención contra la violencia, la criminalidad y la destrucción del tejido social comunitario, el cual ha sobrevivido a partir del trabajo colectivo, tal como se hacía antiguamente con la realización de los convites comunitarios.

¿Será que al sacerdote Jorge Mario Acosta se le olvida la labor histórica que ha cumplido la Biblioteca Comunitaria Niquía? ¿Desconoce que ha servido para concentrar el movimiento cultural de la zona? Allí tienen espacio obras de teatro, preuniversitarios, club de lectura, talleres de origami, pintura, fotografía y primeros auxilios. ¿Es este un espacio que merezca semejante condena?

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Imagen de cortesía.

Es casi un hecho que el viernes 11 de septiembre, por orden de un juez de la República, la biblioteca comunitaria será desalojada, sus más de 6000 libros y otros enseres irán a dar a la calle. Se podrá ver ahí, en toda su dimensión, que el oscurantismo, a pesar de estar en pleno siglo xxi, no ha desaparecido, lamentablemente.

Esta será la tercera biblioteca que se cierra en ese sector de Bello. Representantes de la institucionalidad acudirán presurosos a cumplir la orden judicial, a hacer posible el sueño del sacerdote que considera lo comercial por encima de lo comunitario. ¿Será que su dios es el mercado?

Mientras el viernes vamos a asistir al vergonzoso espectáculo de ver cómo se lanzan los libros a la calle, el crimen se consolida en Bello, pero para ese no emanan órdenes judiciales que lo persigan y desmantelen. Ese sí paga cumplidamente la nómina paralela para mantener protección oficial.

 

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Análisis Urbano invita a la ciudadanía a asistir masivamente al cierre de la Biblioteca Comunitaria Niquía, espectáculo dantesco que no se debe perder nadie y que igualmente servirá para ver si quienes lo realizarán no les da VERGÜENZA hacerlo.

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