Penosa partida de Ricardo Rojas, un estudiante de derecho inteligente y buena gente

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Duele la partida de Ricardo Rojas Becerra. Su sepelio se cumplió este sábado 2 de octubre en la ciudad de Medellín. Amigos, compañeros y familiares lo despidieron con mucha tristeza. Sicarios lo balearon en el barrio Las Brisas del municipio de La Estrella, sur del Valle de Aburrá, el jueves 30 de septiembre en horas de la mañana. Los mercenarios le propinaron 30 balazos cuando conducía un vehículo Chevrolet gris por la calle 77 sur con carrera 57. El día que lo velaron cumpliría 25 años de edad. Era un estudiante de noveno semestre de derecho de la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín al que sus compañeros describieron como un buen estudiante, una excelente persona y quien siempre tenía una sonrisa para ofrecer.

Richi, como le decían sus conocidos, se trasladaba en el automotor con su tía, la abogada Gloria Estela Becerra López, de 51 años de edad, quien iba en el asiento del copiloto. Ese día no quería salir, habría dicho en su casa. Estaba preparando exámenes parciales y cada minuto era importante para estudiar, pero le había prometido a su tía que la acompañaría. Todo parece indicar que el ataque era para ella. Presuntamente, los asesinos creyeron que la penalista iba conduciendo. Los vidrios oscuros no permitían ver bien. La abogada recibió cuatro disparos en el pecho, brazo y piernas, recibe atención especializada en un centro médico y cuenta con vigilancia de la Policía.

Una patrulla de la Policía que estaba cerca del sitio arrestó a uno de los cuatro sicarios, a quien le halló una pistola con supresor de sonido. Con su testimonio, las autoridades esperan descubrir quiénes son los autores intelectuales y por qué asesinaron a la joven promesa del derecho. Al capturado, alias Milton, de 19 años, los agentes le habrían hallado una pistola con supresor de sonido. Los asesinos dejaron en la escena del crimen una moto NKD negra y un casco.

Esa mañana, Becerra López fue citada a una reunión en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí y se hizo acompañar de su sobrino. De regreso, fueron abordados por los asesinos. Ricardo no tenía enemigos y era muy apreciado por familiares, amigos y compañeros de universidad. Su partida ha dejado un vacío y una aflicción enormes. Paz en su tumba.

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