Plan del ICBF para seguir atendiendo a 1,7 millones de niños

FECHA:

La cuarentena impuesta por el Gobierno obligó a todas las familias del país a refugiarse en el interior de sus casas. Esta medida también afectó a millones de niños que reciben atención por parte del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).

La directora del instituto, Lina Arbeláez, anunció el cierre de todos los centros que prestan atención presencial (centros de desarrollo infantil, hogares comunitarios y hogares infantiles) ante la posibilidad de que estos lugares se convirtieran en focos de contagio.

Si bien se busca proteger la salud de los menores, la decisión trajo gran incertidumbre a las familias afectadas en temas como la continuación de la formación académica de los niños y su alimentación, ya que muchos de los que asisten a estos jardines solo comen durante el día lo que reciben como suplemento alimenticio.

La emergencia también causó preocupación en trabajadores de la entidad, en especial las madres comunitarias que trabajan en el cuidado de los niños.

Para atender esta situación, el ICBF definió protocolos para continuar con la atención, los cuales estarán vigentes hasta el 20 de abril y podrían mantenerse después de esa fecha según avance la emergencia sanitaria.

Continúa la alimentación
Actualmente 1’320.000 menores asisten a los jardines y hogares del ICBF, donde reciben parte de su alimentación en estos lugares (el 70 por ciento de su ingesta calórica diaria).

El pasado 16 de marzo, con el anuncio del cierre de estos centros, la entidad anunció que se cubrirá la totalidad de su alimentación. La cifra de hogares que serían atendidos aumentó en los días siguientes, para cubrir a 1,7 millones de niños.

“Tenemos una modalidad familiar que llega a 412.000 niños y niñas que no asisten a un lugar de manera constante. A ellos también se les atiende con canastas nutricionales. Eso suma 1’732.000 menores que atendemos en materia de primera infancia”, aseguró en diálogo con EL TIEMPO Lina Arbelaez, directora del ICBF.

Las canastas se entregan puerta a puerta y varían de acuerdo con la edad del menor: Una para bebés de entre cero y un año; para niños de entre uno y tres años; y otra para niños de entre tres y cinco años. Adicional a esto se entrega una canasta a madres gestantes.

La entrega inició el pasado 19 de marzo y a la fecha se han entregado 1’342.450 canastas alimentarias, con las que se busca cubrir toda la alimentación de los últimos días de marzo pasado y de todo el mes de abril.

Pero la entrega de alimentos ha tenido dificultades. Luis Carlos González, padre de un niño de tres años en Ciudad Bolívar, sur de Bogotá, asegura: “La canasta que nos dieron estaba incompleta, alcanzaba solo para dos semanas. Nos dijeron que iban a mandar lo que faltaba”.

Complicaciones logísticas reconocidas por la directora, quien señala que se ha buscado atender cada caso: “Tuvimos quejas de padres a los que les llega la canasta incompleta. Los estamos volviendo a visitar para completar los alimentos”.

Arbeláez señala que hubo problemas por el difícil acceso en ciertas regiones, pero se ha logrado atender la situación con el apoyo de las Fuerzas Militares y del sector privado.

Funcionando a distancia
“Cada día nos envían por correo o WhatsApp actividades que hay que hacer con los papás y los llamamos dos veces a la semana”, menciona Astrid Ochoa, una de las 53.187 madres comunitarias en el país.

Pasó de los salones de clase de un hogar infantil en Soacha a realizar su labor en casa por medio de llamadas telefónicas. Esta es una de las estrategias del ICBF para hacer seguimiento a los menores, contó la directora de la entidad: “Sabemos que muchas de estas familias necesitan que los niños continúen con sus procesos pedagógicos. Lo hacemos con llamadas diarias y semanales a las familias beneficiadas”.

Junto con la canasta se entrega una cartilla con pautas de cuidado y crianza, recomendaciones de salud e higiene, consejos de alimentación y actividades pedagógicas para potenciar el desarrollo de los pequeños mientras están en casa durante el aislamiento preventivo.

De acuerdo con el protocolo establecido, madres comunitarias y agentes educativos deben averiguar por este medio las condiciones en las que se encuentran los menores: si los alimentan bien y si siguen las recomendaciones de higiene. A la fecha se han realizado 3’534.215 llamadas de entre 20 y 40 minutos de duración.

Pese a esto, continuar con sus labores a distancia no ha sido fácil. Ochoa señala que le ha tocado sacar de su bolsillo para hacer recargas. Sin embargo, Asomovil, el gremio de operadores móviles, llegó a un convenio con el ICBF para dar minutos y mensajes de texto gratis a madres comunitarias en el marco de la cuarentena.

En principio se esperaba hacer seguimiento presencial por medio de visitas puerta a puerta, pero ante la negativa de los padres por miedo al contagio, esta estrategia se descartó.

Cinco preguntas a Lina Arbeláez, directora del ICBF
¿Cómo garantizar la atención de los menores en restablecimiento de derechos?

Actualmente tenemos 65.000 niños en proceso de restablecimiento de los derechos, quienes se encuentran o en internados u hogares sustitutos. Se les hace constante seguimiento con psicólogos, pedagogas, agentes educativos.

Se ha tenido que limitar las visitas por motivos de salud. Venimos trabajando en un proceso de virtualización para que tengan contacto con sus familiares.

Pero la labor también es fuera de estos establecimientos. Ponemos atención a la prevención mediante un seguimiento telefónico. Sabemos que no va a ser fácil hacer esta tarea por el encierro, pero esperamos que las familias salgan fortalecidas. Es de vital importancia que sea así porque el 72 por ciento de los casos de vulneración de derechos se producen en el hogar.

¿Y en el caso de los menores que han cometido delitos?

El ICBF cuenta con 11.300 menores que están en el marco de la responsabilidad penal adolescente. De estos últimos, 3.300 están privados de la libertad. A ellos se les tuvo que limitar las visitas para protegerlos del contagio. Tienen programas de virtualización. Se ha potencializado el eje de pautas de juego y actividades para explorar talentos.

Por ejemplo, en el centro El Redentor en Bogotá se entregaron 70 computadores para que tuvieran contacto activo con sus familiares. También tenemos casos valiosos como en Cali, donde los muchachos, por iniciativa propia, empezaron a producir tapabocas para distribuir a la comunidad.

¿Cómo ha sido la disposición de los funcionarios ante la emergencia?

Hay que hacer un reconocimiento a los agentes educativos, los operadores del ICBF, los directores territoriales. Todos se han puesto la camiseta en pro de la niñez y han hecho una tarea titánica para llegar a cada una de las casas. Sabemos que es difícil, que ha habido quejas por el cumplimiento de los protocolos, pero tratamos de llegar a cada rincón y cumplir con nuestra función.

Tomado de El Tiempo

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