San Francisco (EE.UU.), 27 julio.- La previsión meteorológica para los próximos días genera preocupación entre los cuerpos de emergencias en California (EE.UU.), ya que se teme que una nueva subida de las temperaturas empeore la situación, con varias decenas de grandes incendios ya activos en el estado.
Tras algunas jornadas en que la moderación del calor y el aumento de la humedad han permitido a los bomberos notables avances en la lucha contra las llamas, el pronóstico es que entre el miércoles y el viernes los termómetros vuelvan a marcar máximos en varias partes del estado.
En el condado de Plumas, por ejemplo, afectado por el mayor de los fuegos actualmente activos en California, se prevé que las temperaturas alcancen los 29 grados durante los próximos días, significativamente por encima de los 23 de máxima previstos para este martes.
Este incendio, que ha sido bautizado como «Dixie» por las autoridades, lleva 84.000 hectáreas quemadas desde que se declaró el pasado 14 de julio, y los más de 5.000 efectivos que trabajan en él sólo lo han podido contener en un 23 %.
El fuego trae los peores recuerdos a los vecinos de la cercana Paradise, una ciudad que fue arrasada en 2018 por el incendio más mortífero de la historia de California, en el que murieron 85 personas.
Otro de los grandes fuegos que más preocupan a las autoridades en California por su proximidad a zonas pobladas y turísticas es el de «Tamarack», que está activo desde el 4 de julio cerca del lago Tahoe, un popular destino recreativo.
Fuera de California, en el vecino estado de Oregón, sigue activo el que actualmente es el mayor de todos los incendios de EE.UU., el conocido como «Bootleg», que fue declarado tras la caída de un rayo el pasado 6 de julio en la zona boscosa de Winema-Fremont.
Las llamas ya han calcinado más de 166.000 hectáreas, lo que lo convierte en el tercer mayor incendio forestal de la historia de Oregón desde que se tiene registro, a principios del siglo XX.
Este fuego está contenido en un 53 %, pero las autoridades prevén que no podrá considerarse completamente controlado hasta principios de octubre y que para su extinción total será necesario que llueva, algo que no está previsto que ocurra en las próximas semanas.