Guayaquil (Ecuador), 18 de junio de 2025.- Decenas de profesores de Ecuador se concentraron este miércoles ante la sede de la Defensoría del Pueblo en la ciudad de Guayaquil, la más poblada y violenta de Ecuador, para demandar que esta institución interceda por ellos ante el Gobierno, que ha minimizado sus denuncias de extorsiones a docentes por parte bandas criminales.
«Queremos paz y seguridad», «exigimos ser escuchados», «necesitamos que se precautele nuestra vida», fueron algunos de los pedidos que una treintena de maestros que acudieron a la convocatoria realizada por la Unión Nacional de Educadores (UNE), un sindicato que representa a los maestros que trabajan en el sistema educativo público del país,
«Las autoridades no están dando seguridad a los maestros. Si un maestro es extorsionado, inmediatamente deben cambiarlo, pero ponen unas rutas largas y, mientras pasa ese tiempo, hay ocasiones en que los secuestran», dijo a EFE Luisa Falcones, una maestra que llegó desde el municipio de Daule, vecino de Guayaquil, para sumarse a la protesta.
«Le pedimos a la ministra de Educación (Alegría Crespo) que se dé cuenta de la realidad que está pasando la educación ecuatoriana», indicó la profesora, quien agregó que en las ciudades más pequeñas los grupos criminales suelen pedir hasta 3.000 dólares a cada maestro, pero que nadie denuncia por miedo a las represalias.
Aumento de las extorsiones
En las últimas semanas, la UNE en la provincia de Guayas, cuya capital es Guayaquil, ha denunciado que grupos criminales están amenazando con más frecuencia a los profesores y que les piden altas sumas de dinero por no hacerles daño.
Según datos de la UNE, al menos unos 200 maestros de Guayas han recurrido a ellos para denunciar que están siendo extorsionados y que en el último mes han renunciado unos 100 profesores en toda la provincia. Por eso han pedido al Gobierno que declare en emergencia el sistema educativo.
Sin embargo, la situación ha sido tildada de «falsa» y «exagerada» por parte del Ministerio de Educación, que ha alegado que las cifras de extorsiones y renuncias son mucho menores, que el panorama denunciado por la UNE busca «instalar una narrativa de miedo y caos en la opinión pública» y que están trabajando para evitar que «el miedo se imponga».
«Es muy lamentable lo que está ocurriendo y tenemos autoridades que, en lugar de solidarizarse con la comunidad educativa se han convertido en indolentes, no sienten la afectación que estamos sufriendo», señaló Gabriela Menéndez, presidenta de la UNE en Guayas.
Según Menéndez, los profesores tienen temor de ir a trabajar, porque en los alrededores de las instituciones educativas, especialmente en las zonas más conflictivas de ciudades como Guayaquil, «se escuchan detonaciones», lo que también pone en riesgo la vida de los estudiantes. «Y no se puede trabajar ni estudiar en medio del miedo», agregó.
La dirigente señaló que el Gobierno debe implementar un plan de prevención en el que la Policía esté constantemente en los exteriores de las escuelas y colegios, sumado a una estrategia de reinserción de estudiantes que impida que los niños y adolescentes sean «presa fácil de los grupos armados organizados».
«Por eso venimos a la Defensoría del Pueblo, para que nuestras voces sean escuchadas», añadió Menéndez.
Mediación de la Defensoría
Tras un pequeño plantón, algunos dirigentes ingresaron a las oficinas de la Defensoría del Pueblo y se reunieron con el delegado provincial, Gonzalo Ortega, quien aseguró que se instalarán mesas de trabajo en las que estén presentes los maestros, representantes del Ministerio de Educación, de la Fiscalía y Policía.
«La Defensoría del Pueblo hará esas gestiones para que se pueda afrontar esta situación de una manera coordinada y para que no se afecten a los menores en su derecho a la educación», señaló Ortega.
Aseguró que ya había solicitado información al Ministerio de Educación sobre cuáles son las medidas que se estaban tomando en este tema y a la Fiscalía las cifras de las denuncias, para sentarse a las mesas con los datos precisos y llegar a acuerdos.
En los exteriores de la reunión, otros maestros esperaban que la cita sea fructífera y que las autoridades se unan para darles «paz y tranquilidad». «Nos sentimos abandonados», insistieron.
EFE