Redacción Ciencia, 30 may – La obesidad es una crisis mundial. En 2022 el 43% de los adultos tenía sobrepeso y el 16% eran obesos (890 millones) y en los menores el problema empeora: 160 millones de niños y adolescentes de entre 5 y 19 años tienen obesidad, cuatro veces más que en 1990.
Estos datos de la organización Mundial de la Salud (OMS) reflejan la dimensión de un problema que no deja de crecer y que, además, tiene consecuencias para la salud. La obesidad aumenta el riesgo de cardiopatías y diabetes de tipo, puede afectar la salud ósea y a la reproducción, y dispara el riesgo de algunos tipos de cáncer.
Además, altera aspectos de la calidad de vida como el sueño o la movilidad.
Hoy, cuatro organizaciones líderes en medicina de la obesidad y nutrición -el Colegio Americano de Medicina del Estilo de Vida (ACLM), la Sociedad Americana de Nutrición (ASN), la Asociación de Medicina de la Obesidad (OMA) y la Sociedad de la Obesidad (TOS)— han publicado una guía clínica para ayudar a los médicos a apoyar a los pacientes que adelgazan con terapias GLP-1.
Estos tratamientos, tanto con agentes únicos como combinados, se han convertido en poderosas herramientas para tratar la obesidad, ya que en los ensayos clínicos han logrado una reducción media de peso de entre el 5 % y el 18 %, y han mejorado los resultados metabólicos y cardiovasculares.
Sin embargo, para mantener estos beneficios a lo largo del tiempo y maximizar los resultados de los pacientes se requiere una atención integral que integre la intervención en el estilo de vida, en particular la terapia nutricional, en el plan de tratamiento.
«Los GLP-1 son un avance importante en el tratamiento de la obesidad pero pueden provocar como efectos secundarios gastrointestinales, riesgo de deficiencias de micronutrientes, pérdida de masa muscular y ósea, mala adherencia a largo plazo con la consiguiente recuperación de peso y altos costes; y, por sí solos, no son suficientes», comenta el autor principal y presidente asesor, Dariush Mozaffarian, de la Universidad de Tufts.
«La terapia nutricional y el apoyo al estilo de vida son componentes esenciales para abordar estos retos, ayudar a los pacientes a maximizar y mantener los beneficios para la salud a lo largo del tiempo y garantizar que utilizamos estos fármacos de forma inteligente, eficaz y sin arruinar el sistema sanitario», apunta el médico.
El estudio aconseja ocho ejes para apoyar a los pacientes que toman medicamentos GLP-1: (1) centrar la terapia en el paciente, (2) hacer una evaluación nutricional inicial detallada, (3) controlar los efectos secundarios gastrointestinales, y (4) prescribir dietas personalizadas, ricas en nutrientes y mínimamente procesadas.
Los otros cuatro pilares son: (5) prevenir deficiencias nutritivas, (6) asegurar la ingesta de proteínas y el entrenamiento de fuerza para preservar la masa muscular, (7) aprovechar una buena dieta para maximizar la reducción de peso, y (8) promover un estilo de vida saludable, que cuide el sueño, evite el consumo de alcohol, tabaco y drogas y fomente las relaciones sociales.
Esta guía, que se ha publicado este viernes en cuatro revistas científicas, se basa estrategias nutricionales y conductuales basadas en la evidencia y, según subrayan los autores, en las pruebas que respaldan este modelo integrador basado en ocho pilares.
Sin embargo, a pesar de que está demostrado que las personas que han acompañado la terapia GLP-1 con una orientación nutricional estructurada fueron más propensos a mantener la pérdida de peso después de suspender la medicación, la mayoría de las personas a las que se les receta GLP-1 no reciben actualmente un asesoramiento nutricional adecuado ni apoyo conductual.
La guía pretende llenar ese vacío con una orientación práctica e interdisciplinaria, afirman los autores.
«Los GLP-1 están transformando el panorama del tratamiento de la obesidad, pero está claro que la medicación por sí sola no es una solución completa», afirma John E. Courtney, doctor y director ejecutivo de la Sociedad Americana de Nutrición.
«Esta guía basada en el consenso destaca el papel fundamental de la nutrición en el apoyo a los pacientes que siguen una terapia con GLP-1, con recomendaciones claras para que los profesionales sanitarios optimicen los resultados, reduzcan los riesgos y cubran las lagunas urgentes en la atención mediante estrategias nutricionales prácticas y basadas en la evidencia», concluye el experto.
La guía se ha publicado en el American Journal of Lifestyle Medicine (ACLM), The American Journal of Clinical Nutrition (ASN), Obesity Pillars® (OMA) y Obesity (TOS).
EFE