Resultados del operativo que capturó a “Gomelo” en Comuna 8, ¿falsos positivos?

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Imagen tomada de Vanguardia.com

Redacción AnalisisUrbano.com

Mientras el país recibía la noticia del operativo que llevó a cabo la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá (Meval), a cargo del entonces brigadier general Yesid Vásquez, en donde se señalaba la captura de el “Gomelo”, líder de la banda Villatina y miembro de los autodenominados “Urabeños”; tres hombres capturados en el operativo estaban siendo legalizados como partes de los resultados y otro había sido asesinado de manera confusa, todos eran reseñados en los medios de comunicación como hombres de confianza del delincuente. Sin embargo, estos cuatro hombres eran aparentemente inocentes.

El primer enfrentamiento entre la banda del “Gomelo” y la policía se dio casi a la 1:00 de la tarde, hora en la que, según testigos, sonó la primera balacera y la explosión de una granada. La respuesta u operativo policial inició minutos después, cerca de la 1:30, justo en el momento en que los jóvenes Andrés Felipe Higuita Taborda, José Edilsón Ossa Martínez y Feider Antonio David Grajales se encontraban en el billar de Ever Antonio David Úsuga, padre de éste último, sitio en el que hacía poco se habían reunido para comenzar una partida del juego.

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La captura

El billar está ubicado en la calle 54 con carrera 10C, del sector La Finquita, más o menos como a tres cuadras del sitio en el que se presentaba el enfrentamiento armado. Los jóvenes se encontraban en el billar y cuando inició el enfrentamiento Ever Antonio sugirió que permanecieran allí y que no se expusieran pues no se sabía qué era exactamente lo que ocurría, estos obedecieron y permanecieron en el lugar pero nunca cerraron sus puertas. Como a la 1:30 pasaron tres policías que se dirigían al lugar de los hechos, pero antes se acercaron al billar, pidieron agua y el préstamo del baño, Ever, por ser el dueño del lugar, les colaboró y luego siguieron su ruta.

Minutos después llegó al sitio Sebastián Gutiérrez, un menor de edad, mensajero de una cigarrería ubicada en la Placita de Flores, quien les llevaba una botella de ron y otra de aguardiente que los jóvenes y Ever Antonio habían pedido a domicilio. Sebastián no había terminado de entregar el encargo y de escuchar a Ever, quien le decía que por motivos de seguridad era mejor que permaneciera allí hasta que se calmaran las cosas, cuando llegó al sector el miembro del grupo policial de operaciones especiales (Goes), Sargento Mayor Dagoberto Bermúdez Villa, más conocido como “El Diablo”.

Las cinco personas del billar, entre ellos el mensajero, estaban cerca de la puerta del negocio curioseando los acontecimientos cuando el sargento Bermúdez pasó junto a Wilfer Giovanni Rendón Ramírez, otro miembro del Goes. Ever les informó sobre los tres policías que acababan de pasar, como respuesta el Diablo hizo un movimiento de cabeza y Rendón Ramírez golpeó en el rostro de Feider Antonio, el hijo de Ever, al tiempo que les ordenaban cerrar el local. Todos asustados obedecieron y bajaron la persiana metálica, pero no habían transcurrido ni siquiera diez minutos cuando alguien golpeó la  rejilla.

Fue Feider quien abrió nuevamente la persiana y se encontró con la cara de Rendón Ramírez junto a otros cinco o seis policías más y a un taxista, Gabriel, quien vivía al lado del local y fue sacado violentamente de su casa e ingresado al billar. El diablo también ingresó y, al mejor estilo de un grupo mercenario, volvieron a cerrar la persiana y, luego de hacerlos acostar en el piso, comenzaron a golpear a las seis personas no uniformadas que ahora estaban en el negocio, a la vez que les insultaban y vociferaban que dónde estaban las armas. Los agredidos aseguran que fueron torturados y que la policía les gritaba que los iban a matar, a Feider lo asfixiaron con una bolsa a la que le habían vaciado la basura que contenía y Ever denuncia que le robaron la plata que había recogido el negocio y que sin razón alguna destrozaron el lugar.

Posteriormente los sacaron del local y los montaron a un carro de la policía en el que los trasladarían posteriormente a las instalaciones de la que funcionaba como estación de policía de Villatina, en donde seguirían siendo golpeados y torturados.

El crimen

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Imagen de Elkin Darío Gallo Higuita con una de sus hijas.

Cuando las personas del billar eran trasladadas al camión de la policía, al final de la cuadra, otra situación irregular ocurría al interior de una habitación en alquiler. En ella dormía el vigilante Elkin Darío Gallo Higuita, compañero de Dubis y padre de cinco hijos y quien en el transcurso del operativo resultó asesinado en forma confusa.

Elkin alquiló la habitación para poder descansar, sus horarios de vigilancia le obligaban muchas veces a dormir de día y trabajar de noche y en su casa era imposible lograr el reposo, razón por la cual alquiló el cuarto, apartado, pero no tanto, de su hogar.

Esa mañana como entre 10 y 11, según Dubis, Elkín se había despedido de ella y le había dicho que se iba a descansar y que pasado el mediodía volvería para almorzar. Llegadas las 12:30, la balacera empezó, se oía lejos. En la cuadra de Dubis se empezaron a oír gritos e insultos, los curiosos se asomaron a las ventanas y testigos cuentan que sólo había policías en esa calle, incluso afirman que a algunos se les veía desesperados. Dubis, al igual que muchos vecinos, escuchaban que los policías vociferaban: “a todo ‘hijueputa’ que encuentren sáquenlo”, “los vamos es a matar a todos”, de repente, unos tiros sonaron muy cerca, ahí mismo en la calle donde sólo estaba la fuerza pública.

“Yo nunca imaginé que esos tiros eran para mi compañero, él era una persona buena, no se metía con nadie, era un hombre trabajador que sacaba adelante a su familia. Supe que era él al ratico, cuando una hija lo fue a buscar y salió gritando, enloquecida que a su papá lo habían matado”, cuenta Dubis al tiempo que denuncia que a Elkin lo mató la policía, culpa específicamente a “El Diablo” porque varios testigos lo vieron salir de la habitación, y dice que luego lo hicieron pasar como hombre de confianza del “Gomelo”. Ella afirma que a su compañero lo mataron dormido y enseña unas fotos en las que, efectivamente, la cama en que se supone él debía estar dormido, está llena de sangre. Sin embargo, cuando Dubis entró al cuarto encontró el cuerpo de Elkin boca abajo y sobre un charco de sangre.

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Elkin el vigilante asesinado mientras dormía en su habitación.

Elkin no portaba armas, no era un vigilante de ese nivel, y lo único que tenía en ese cuarto, era algunas ropas, sus papeles de identificación y la plata que en el trabajo le habían pagado recientemente. Según su compañera, la policía destrozó el cuarto, y casi volteó del todo el colchón, tal vez ocultando la sangre, además relata que le robaron el dinero y se llevaron sus papeles, en los cuales se verificaba su identidad y su trabajo, para ser presentado como un N.N., tal cual como figura en algunos expedientes del proceso.

Dubis cuenta que ella pensaba que su marido aún tenía vida y que bajó corriendo para pedir ayuda y desesperada gritaba que la auxiliaran, que tenía un herido y que necesitaba urgentemente un taxi, pero que la policía impidió el ingreso de cualquier vehículo y que en su cara le gritaron «que se mueran todos esos ‘hijueputas’, a nosotros ya no nos importa nadie”.

Más de siete vecinos y Dubis, declaran que una vez hecho el levantamiento del cadáver, el cuerpo de Elkin fue trasladado en una camilla, y a pie, las tres cuadras que separaban su habitación del sitio real del combate y que una vez allí, fue dejado al lado de los muertos reales del conflicto: el subteniente Juan Jacob Freyte Sarta y los patrulleros Fredy Alexánder Espinosa García y Diego Fabián Hernández Pisa,los tres policías que perdieron la vida en el primer combate contra la gente del “Gomelo”. No se explican cuál fue la razón del traslado ni por qué luego los medios de comunicación presentaban a Elkin como uno de los supuestos dos muertos que hacían parte de la escolta del delincuente, aunque lo denominaban N.N.

Dos días después, el 6 de noviembre, Dubis cuenta que ella estaba en su casa y que hasta allí llegó “El Diablo”, que ella lo vio y rompió a llorar y que entonces él se le acercó y la amenazó: “ustedes también van a pagar”, fueron sus palabras.

Ella denunció el caso ante la fiscal 27, Claudia Carrasquilla, quien tomó su declaración. Sin embargo, el crimen hoy sigue en la impunidad, a Dubis nunca la han llamado para testificar y no ha asistido a ninguna audiencia pese a que ha denunciado el crimen en cuanta institución le han aconsejado que lo haga y ha señalado públicamente al sargento mayor Dagoberto Bermúdez Villa como el culpable de la muerte de su compañero y del desplazamiento forzado al que se vio sometida por sus amenazas: el temor a las represalias del policía hizo que ella abandonara, junto a sus hijos, la casa del sector La Finquita.

El testigo

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Imagen del Diario Mío del 15/11/2012

Jorge Velásquez, hombre de precaria salud, oxígeno dependiente, y quien estaba a punto de cumplir 65 años, observaba hacia la calle y tenía una vista perfecta del sitio en donde ocurrió el crimen de Elkin Darío Gallo Higuita por lo que aseguró que al vigilante lo mató la policía, también aseguró que no sabía el nombre del uniformado pero que era capaz de reconocer al asesino si se lo ponían en frente.

Algunas personas aseguran que Jorge se asomó a la calle en el momento del crimen, que los del grupo Goes lo vieron, y que el sargento-mayor Bermúdez, “El Diablo”, le dijo “éntrese viejo ‘hijueputa’ si no quiere que lo matemos a  usted también”.

Jorge también fue citado como testigo presencial de los hechos por parte de Ever Antonio David Úsuga, el dueño del billar, pues el hombre aseguraba que lo había visto todo. Al parecer su error fue repetírselo a todo el mundo, pues no escatimaba en palabras especialmente al asegurar que era el único que había visto al autor del crimen de Elkin, tal vez se puso en evidencia porque exactamente diez días después, Jorge fue asesinado en la puerta de su casa por un grupo de hombres armados.

Nadie se explica hoy la causa del asesinato del fundador de La Finquita, pues la casa de Jorge fue la primera del lugar, ni por qué le quitaron la vida a un hombre enfermo, que no discutía con nadie y que ni siquiera salía de su hogar porque tenía movilidad reducida. Una persona que sólo tenía sonrisas mañaneras para sus vecinos al iniciar el día fue víctima de un homicidio, y la única causa aparente, según deducen algunos vecinos, fue la de haber sido testigo de un crimen.

La Conclusión

El día del operativo que concluyó con la captura del “Gomelo”, cinco hombres fueron legalizados, tres de ellos son los jóvenes del billar y hoy continúan sindicados pese a las múltiples versiones de testigos que aseguran que son inocentes y, cabe anotar, algunas personas afirman que los otros dos también son inocentes y que, al parecer, son dos soldados que ese día se hallaban de permiso. Además otra persona fue ejecutada extrajudicialmente, no en combate como se insinuó en algunos medios de comunicación, y diez días después fue asesinado un testigo del crimen.

El dictamen de medicina legal, del cual AnalisiUrbano.com posee copia, es prueba de la agresión física a la que fueron sometidos los jóvenes del billar. Los jóvenes llevan un año y cinco meses en la cárcel y su situación aún no es clara, al parecer sólo están sindicados. El crimen de Elkin Darío Gallo Higuita sigue en la impunidad aunque su esposa denuncie públicamente a los supuestos culpables.

El Diablo
Imagen del sargento mayor Dagoberto Bermúdez Villa. Tomado de http://www.facebook.com/emisora.policia/posts/622788234401853

“EL Diablo”, aparentemente, hace lo que quiere en esta ciudad, desde el 2008 reposan denuncias en su contra, especialmente por su forma salvaje de actuar contra la gente inocente, mujeres y niños también han sido víctimas de sus agresiones.

El colombiano e inforiente.com han sacado notas dedicadas a denunciar su conducta, la antigua banda delincuencial La Terraza lo reseñó en una carta enviada al entonces presidente Andrés Pastrana, y aun así, el sigue haciendo de las suyas en las calles de Medellín.

Cuando Ever Antonio David Úsuga lo denunció, ante diferentes entidades, tiempo después recibió dos cartas de la Fucot de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, La primera llegó el 14 de enero del 2013, en la cual le decían, básicamente, que ante los hechos el personal del operativo había sido instruido “sobre el buen trato que se le debe brindar a un ciudadano” y que también se les había exhortado a evitar dicho comportamiento.

Ante la insistencia de Ever, averiguando sobre la denuncia que había interpuesto sobre “El Diablo”, pues éste le había amenazado razón por la cual ever se desplazó forzadamente de la Comuna 8, llegó La segunda carta, fechada el 30 de enero de este año, en ella se informaba que al sargento mayor Bermúdez ya no laboraba en el Goes, no obstante, AnalisisUrbano.com ha recibido información que el policía aún labora en el grupo, pero se encuentra por los lados de la Comuna 3 Manrique, este medio trato de confirmarlo pero no le fue posible.

Lo cierto es que este operativo estuvo lleno de irregularidades, que aparentemente no son nuevas pues fuentes cercanas a la policía aseguran que “El Diablo” tiene serios problemas mentales y que sobre él recaen casi 35 investigaciones acerca de su agresivo comportamiento y confusas capturas. Al parecer, en todo operativo policial en el que este sujeto interviene los resultados no son confiables y a la hora de las capturas y las muertes, entre culpables e inocentes, la premisa pareciera ser: que entre el diablo y escoja.

 

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