Yaroun (Líbano), 17 febrero de 2025.- Una barricada improvisada de barro por el efecto de la lluvia sirve de parapeto entre las fuerzas libanesas y las israelíes, tierra para dividir la tierra, para alargar la espera agónica de los libaneses que quieren volver a sus hogares en la localidad de Yaroun, en el sur del Líbano.
En una de las entradas de esta localidad, una señal con agujeros de metralla por las explosiones indica el camino hacia el pueblo, ahora bloqueado para evitar el paso de los libaneses a este territorio ocupado por las fuerzas israelíes que deberían haber salido el pasado 26 de enero en cumplimiento de lo acordado en el alto el fuego, que luego fue extendido hasta mañana, 18 de febrero.
Un soldado libanés se refugia de la lluvia en una tienda de campaña improvisada, detrás suyo un paisaje arrasado y sonidos intermitentes de disparos a lo lejos, advierte de que ”hay que tener cuidado, te pueden disparar si te ven asomado”.
Yaroun es una pequeña localidad fronteriza con Israel, apenas a un kilómetro de distancia se encuentra la Línea Azul, la demarcación entre Líbano e Israel que estableció la ONU el 7 de junio del 2000 y que por ahora ha caído en el olvido.
En la última línea que separa la zona ocupada de la que ya regresó a control del Líbano, varios vecinos acuden para intentar ver si sus hogares siguen intactos o, si por el contrario, han sucumbido a las demoliciones que está realizando Israel en estas últimas semanas.
Hogares quemados
Uno de estos vecinos es Hassan, natural de Yaroun, quien acude casi a diario para ver si su hogar aún sigue en pie, ya que está parcialmente quemado.
Como contó a EFE “hace dos o tres días, mientras estaba aquí, vi como ellos entraban y quemaban mi casa”, y añadió que “ ellos no son soldados, son gánsteres, no tienen moral ni ética haciendo esto, y menos en un tiempo de alto al fuego”.
Las demoliciones de casas son una práctica habitual del Ejército israelí, como en Cisjordania o como se ha visto en el conflicto en Gaza, algo que ha sido condenado por diferentes organizaciones internacionales como Human Rights Watch, que afirma que viola las leyes internacionales contra el castigo colectivo.
Por el momento se desconoce el número total de infraestructuras que han sido destruidas en el país, el último informe publicado por el Banco Mundial en noviembre de 2024, antes de la entrada en vigor del alto al fuego, contabilizó 99.209 viviendas dañadas, de las que el 18 % fueron totalmente destruidas.
El mismo informe asegura que las pérdidas para la infraestructura del Líbano ascendían a unos 3.400 millones de dólares.
Halan Nasha, lugareña de Yaroun, es una de las personas afectadas por esa destrucción de viviendas, que junto a su padre, se acerca al punto fronterizo, donde dice a EFE: «hemos tenido que salir de nuestro pueblo, de nuestra tierra y patria, y no debemos abandonar ni un palmo de terreno».

Y añade que “pese a la destrucción y la agresión en toda la zona de Dahye (el suburbio mayoritariamente chií del sur de Beirut) nosotros seguimos con resiliencia, mi casa está destruida pero seguro que se irán de la zona”.
Antes de irse junto a su padre, Halan Nasha asegura: «mañana volveré aquí» y «si Dios quiere veré lo que queda de mi hogar».
A un día de que finalice el acuerdo de alto el fuego, que entró en vigor el pasado 27 de noviembre y que inicialmente estaba previsto para 60 días para luego ser extendido, la retirada total de las fuerzas israelíes presentes en el sur del territorio libanés no está clara, pese a la rotundidad del Gobierno del Líbano de rechazar cualquier ampliación más allá de la fecha señalada.
Edgar Gutiérrez
EFE