Santo Domingo, 6 feb- Marco Rubio concluyó este jueves su primera gira internacional como secretario de Estados de EE.UU., un viaje de «impacto» por Centroamérica y República Dominicana que marcó un cambio de rumbo en la política exterior estadounidense, poniendo el foco en Latinoamérica en asuntos clave como la migración o el Canal de Panamá y la supuesta influencia china en la región.

«Creo que ha sido una visita de tanto impacto que hubo un terremoto, el primer terremoto que yo he tenido en mi vida», bromeó Rubio al inicio de una intervención en Guatemala, en la que fue la cuarta parada de una gira que lo llevó, en este orden, a Panamá, El Salvador, Costa Rica y, por último, a República Dominicana.

El secretario de Estado se encontraba despierto de madrugada cuando sintió un movimiento, y aunque pensó en un principio que simplemente se hallaba «mareado», a la mañana siguiente descubrió que había vivido «un pequeño terremoto» de 5,6 grados, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).

Rubio, de ascendencia cubana, lo explicó con su acento caribeño en un buen español, idioma que utilizó para abrir sus intervenciones ante la prensa, para luego repetirlas en inglés en referencia a su público estadounidense, en un gesto inédito como primer secretario de Estado de origen hispano.

Con estos precedentes, no podía ser de otra manera que por primera vez en 100 años un secretario de Estado norteamericano escogiera Latinoamérica para su primer viaje internacional.

Una gira que decidió abrir con el plato fuerte, Panamá, después de la tensión desencadenada por la amenaza del presidente Donald Trump, repetida durante su discurso de investidura, de «recuperar» el Canal por la supuesta influencia china en la vía interoceánica y los «injustos» peajes a sus embarcaciones.

 «Recuperar» el Canal de Panamá

Los analistas consultados por EFE esperaban que el viaje rebajara la tensión sobre la disputa del Canal, construido y controlado por Estados Unidos desde su inauguración en 1914 hasta el 31 de diciembre de 1999, cuando pasó a manos panameñas, como estipulaban los Tratados Torrijos-Carter firmados en 1977.

El inicio del viaje parecía esperanzador, con una reunión de Rubio con el presidente panameño, José Raúl Mulino, tras la cual el mandatario se comprometió a no renovar el acuerdo comercial con China sobre la Nueva Ruta de la Seda, o la visita del jefe de la diplomacia estadounidense al Canal, cuyas autoridades anunciaron que trabajarían con la Marina de EE.UU. para «optimizar la prioridad en el tránsito de sus buques».

Sin embargo, esa cordialidad estalló por los aires la tarde del miércoles, cuando el Gobierno de Estados Unidos aseguró que Panamá había aceptado no cobrar a sus buques por el tránsito por el Canal, ahorrando así «millones de dólares al año», una información que posteriormente la autoridad de la vía acuática rechazó.

Mulino fue más tajante: «Me sorprende muchísimo el comunicado del Departamento de Estado de ayer, porque están haciendo comunicados importantes (…) en función de una falsedad, y eso es intolerable, simple y sencillamente intolerable», dijo Mulino este jueves, visiblemente enfado.

El viernes está previsto que el presidente panameño mantenga una conversación con Trump, una llamada que no fue confirmada hasta hoy y que quizá sirva para llegar a un punto en común sobre el Canal.

Mientras la vía acuática seguía distanciando a estos dos aliados históricos, hubo un aspecto en el que Rubio se fue particularmente satisfecho, como es el de la gestión de la migración irregular, un asunto que también trató con un resultado favorable en el resto de países de la región.

 Migración, tema de la concordia

En Panamá, el secretario de Estado supervisó el proceso de deportación de migrantes colombianos en un vuelo pagado por Estados Unidos como parte de un acuerdo firmado el pasado 1 de julio, el mismo día de la toma de posesión de Mulino, que desde agosto ha permitido al menos 42 vuelos chárter con destino a 14 países, expulsando a más de 1.700 personas.

La mayoría de estos migrantes se dirigían a Norteamérica, y fueron interceptados tras cruzar la peligrosa selva del Darién, la frontera natural con Colombia, donde desde la llegada de Mulino al poder se ha producido un drástico descenso en el flujo migratorio.

«Así que, hasta cierto punto, nuestra frontera no empieza en Texas y México, empieza mucho antes», aseguró Rubio.

En El Salvador, su siguiente parada, el mandatario salvadoreño, Nayib Bukele, mostró una química especial con Rubio, presentándole a sus hijas o llevándolo a su residencia con vistas al lago Coatepeque, en el occidente del país, en una clara señal de amistad.

Allí Bukele, que se consolida como el gran aliado regional de la nueva Administración de Trump, aceptó recibir en su megacárcel a migrantes indocumentados detenidos por crímenes graves en Estados Unidos, y abrió la puerta incluso a albergar a presos de nacionalidad estadounidense, en un acuerdo «sin precedentes».

«Ningún país ha hecho jamás una oferta de amistad como esta», declaró Rubio.

Bukele es, junto al argentino Javier Milei, el mandatario latinoamericano más afín a Trump y, de hecho, fue el primer presidente de la región al que el republicano llamó después de ser investido.

La Administración de Trump ve como un ejemplo la estrategia de seguridad del Gobierno de Bukele, que ha reducido drásticamente la inseguridad en el país con medidas de mano dura policial y militar criticadas por organizaciones de derechos humanos.

 Seguridad y distanciamiento de China

En San José, Rubio se reunió con el presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, donde confirmaron que continuarán con la cooperación bilateral en temas de ciberseguridad, migración y narcotráfico, en un país que el secretario de Estado calificó de «ejemplo y modelo», donde un gran número de estadounidenses han decidido mudarse y vivir por «la seguridad y estabilidad de esta república».

Además, Rubio felicitó al Gobierno de Costa Rica por su «firmeza» para evitar que empresas chinas participen en concursos públicos para el desarrollo de redes de telecomunicaciones de quinta generación (5G), permitiendo solo «proveedores de confianza» en una tecnología «crítica» para todas las industrias.

En Guatemala, el presidente Bernardo Arévalo de León informó tras una reunión con Rubio que el país centroamericano volverá a recibir a migrantes deportados de otras nacionalidades desde Estados Unidos, y que también aumentarían en un 40 % los vuelos de deportados procedentes de la nación norteamericana.

Y en la República Dominicana, la última parada de esta gira que comenzó el sábado, Rubio mantuvo un encuentro con el presidente dominicano, Luis Abinader, con el que trató la crisis en el vecino Haití, subrayando que «el primer objetivo es pacificar y acabar» con las pandillas, que controlan el 85 % de la capital.

«Estados Unidos seguirá apoyando el futuro de Haití, para que puedan haber industrias en ese país, para que haya estabilidad económica, eso es fundamental para su futuro», opinó Rubio, que aseguró que continuarán apoyando económica y logísticamente la Misión Multinacional de Apoyo a la Paz en Haití (MMS).

Rubio, durante su gira, también tuvo palabras para sus adversarios en Latinoamérica.

«Esos tres regímenes que existen: Nicaragua, Venezuela y Cuba son enemigos de la humanidad y han creado una crisis migratoria, si no fuera por esos tres regímenes no hubiera una crisis migratoria en el hemisferio», sentenció.

EFE

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