Se aproxima la alborada mafiosa. ¿Quién ganará la partida esta vez?

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Por Luis Fernando Quijano Moreno

Y así nació una fiesta espuria, nada que ver con los celebraciones ancestrales, ni con la cultura popular. La alborada, que en rigor es la luz del alba, o tiempo de músicas al amanecer, serenata y dulzura, se tornó desde 2003 en Medellín y el Valle de Aburrá, en estallidos desaforados, en un fragor y estropicios de medianoche que más parecen bombardeos nocturnos.

(Extractado del  artículo titulado, “Alborada mafiosa y paramilitar”, escrito por Reynaldo Spitaletta, publicado en el periódico el Espectador el 1 DIC 2014 – 11:00 PM)

 Estamos ad portas de terminar 2016, el llamado año de la paz, que paradójicamente está acompañado del asesinato de líderes y defensores de derechos humanos. También es el año en el que se estrenaron los nuevos alcaldes y gobernadores, muchos de ellos, por no decir todos, aseguraron que todo empezaría a cambiar en sus municipios y departamentos. Fueron más las promesas de campaña y la retórica en los medios de comunicación que los resultados de la gestión administrativa que han realizado hasta ahora.

En el caso del alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, se ha planteado, como uno de los retos principales de su gobierno, lo concerniente a la seguridad de la ciudad; planes de intervención y persecución a una parte del crimen urbano han sido las estrategias de seguridad diseñada. Por otro lado está el caso del gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez, quien también ha forjado en su programa de gobierno el tema de la seguridad. Aciertos y desaciertos y un balance de seguridad de los dos mandatarios todavía no lo haré, en esta ocasión escribo para proponerles, respetuosamente, un reto. Veremos quién gana la partida de legalidad vs. ilegalidad en la celebración de la alborada espuria y mafiosa.

Alcalde Federico Gutiérrez y gobernador Luis Pérez Gutiérrez, el 30 de noviembre y el amanecer del 1 de diciembre, como bien saben, se presenta en la ciudad metropolitana la alborada traqueta, acompañada de la quema de toneladas de pólvora, uso de drogas alucinógenas indiscriminadamente y alcohol —una parte de este adulterado y de contrabando—.

Esta costumbre está enmarcada en el triunfo militar que trajo el poder territorial de la estructura paramafiosa que desmovilizó parcialmente el 25 de noviembre al Bloque Cacique Nutibara. Esa alborada criminal llegó para quedarse y reemplazó la alborada del recorrido comunitario por las calles, las luces, uno que otro volador, chocolate, parva y arepa, que se hacía en barrios, corregimientos y veredas de la ciudad metropolitana.

Alborada mafiosa que ha hecho el crimen urbano a lo largo de doce años. Al parecer este no será la excepción, o sino que lo diga, por ejemplo, alias el Negro, el mandamás pesebrero, reemplazo del Diablo recién capturado, que controla La Iguaná y que, literalmente, tiene casas llenas de pólvora detonante, parte de la cual está vendiendo y la otra quemará para darse ínfulas de patrón de barrio. Obviamente no es el único, en casi todas las zonas de la ciudad están atiborradas de pólvora detonante.

Señores mandatarios, en la ciudad el estallido es ensordecedor y nefasto para animales, seres humanos, medio ambiente y para la democracia de la subregión del Valle de Aburrá, el crimen urbano muestra quién cogobierna, esa peor noche la proporcionan no menos de 500 bandas paramilitarizadas al servicio de la Oficina del Valle de Aburrá y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC).

Estamos a dos días de que el ocurra y es inminente que, al igual que ocurrió con otros alcaldes y gobernadores, pierdan ustedes la  partida a menos de que cambien las cosas.

Podría ocurrir que la Oficina, las AGC y las bandas que les sirven hagan una demostración de que están en el camino de la paz y les dé por enviar un mensaje positivo a la ciudad metropolitana ante el inminente inicio de diálogos y la negociación, realizando una alborada de luces, pitos, cascabeles, bombas blancas con mensajes de paz cosa —lo dudo —; el espíritu traqueto de sus miembros, la arrogancia y la ostentación de poder no los deja pensar en la ciudad y menos estratégicamente.

Lo otro sería que ustedes diseñaran un plan de contingencia que ponga en máxima alerta a la policía, el ejército, incluso pidiendo apoyo al CTI y se tomen a Medellín y el resto del Valle de Aburrá, muestren la efectividad de los cuadrantes y de la inteligencia, muestren en la práctica que el Estado Social de Derecho y su institucionalidad mandan en el Valle de Aburrá. No se dejen ganar la partida del crimen urbano, ejerzan la presión necesaria para evitar que quemen pólvora detonante y repartan alucinógenos indiscriminadamente, ustedes mejor que nadie conocen los puntos donde se concentra la alborada. ¿Será que por fin le ganarán al crimen la partida?

El 1 de diciembre se harán los balances sobre la alborada, pero es claro que si el 30 de noviembre y el amanecer del 1 de diciembre la ciudad se convierte en una explosión masiva y sincronizada de pólvora se sabrá de antemano quien volvió a ganar la partida.


Apunte Urbano

La mayoría de las personas que en la ciudad participan en la alborada mafiosa son gente buena y luchadora que por ignorancia pueden no saber los orígenes de esta; espero que este año ellos hagan la diferencia y empiecen a cambiar el estado de cosas impuesto por el régimen criminal de las estructuras paramafiosas, vuelvan a celebrar la alborada como en antaño, en paz, al lado de la familia y sus vecinos, en medio de luces, pitos y la chocolatada, y que no acompañen la celebración de quienes los someten diariamente.

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