
Redacción Análisis Urbano
En las horas de la tarde del 1 de octubre, fue encontrado en el baúl del carro Chevrolet Swift, color verde, de placas CEI 959, el cuerpo en descomposición de un hombre. El cadáver se encontraba en posición fetal, envuelto en plásticos de color negro y amarrado con cinta a la altura del tronco y las manos. El vehículo, que al parecer estaba abandonado desde el domingo, había sido robado a mediados de septiembre en el barrio Guayabal de la comuna 15.
Pareciera que este hecho no estuviera relacionado con la existencia de las casas de tortura —o pique— en Medellín, sin embargo, la modalidad utilizada de embolsar, amarrar y torturar es característica de estos sitios. En muchos casos despedazan a las víctimas o les aplican asfixia mecánica o muerte con arma blanca, contundente o de fuego. Estos hechos no son nuevos en la ciudad. Esta práctica criminal se viene realizando en Medellín desde la década de los 70.

Apenas con un día de iniciado el mes ya apareció un primer caso. Recordemos que septiembre cerró con el hallazgo de cuatro cuerpos desmembrados en la ciudad más innovadora del mundo.
La institucionalidad en Medellín sigue negando la existencia de las casas de tortura, mientras que en Buenaventura ya reconocieron su existencia

El 7 de marzo de 2014, ante los medios de comunicación del país, el entonces Ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, negaba tajantemente la existencia de las casas de pique en el puerto de Buenaventura, a pesar de que la realidad mostraba que sí existían. Cuatro meses después capturaron a uno de los jefes de las casas de pique y un año después se confirmó plenamente su existencia.
En Medellín, a pesar de que se sabe que en la historia reciente de la ciudad la existencia de las casas de tortura no son mito urbano, la institucionalidad sigue negándolo radicalmente; y en una actitud descarada y vergonzosa le piden a la ONG Corpades y a la Agencia de Prensa Análisis Urbano, que digan dónde están para ellos encontrarlas. ¿Más de 400 mil millones de pesos gastados en seguridad en cuatro años por la administración del alcalde Aníbal Gaviria y la inteligencia ha fracasado rotundamente en hallarlas y desmantelarlas?
Aquel que no conoce la historia…
Parece ser que los actuales administradores de la ciudad de Medellín, a pesar de tener altos cargos, como es el caso del vicealcalde de Gobernabilidad y Seguridad, ganando jugosos sueldos y con una burocracia fuerte en la administración, no leen y mucho menos investigan la historia de la ciudad de Medellín, en materia de seguridad y violencia.

El 27 de julio de 2010, el periódico El Colombiano publicó el artículo Nunca más, casa del terror, donde el entonces alcalde de Medellín, Alonso Salazar, planteaba que: “Siempre soñé con demoler esta casa. Toda la gente sabe que allí han pasado cosas feas e indeseables que afectan la vida de una comunidad y de la ciudad. Es una casa laberíntica, horrible”, declaración dada al medio mientras sostenía en una mano el mazo con el que anunciaba la demolición de una vivienda ubicada en el barrio San José La Cima, donde se cometían delitos de esta índole.
Igualmente, los medios de comunicación locales y nacionales han insistido permanentemente en el hallazgo, no solo de cuerpos desmembrados, sino de la existencia de las casas de tortura, terror o de pique.
Análisis Urbano ha publicado varias veces algunas imágenes de casas de tortura halladas en Medellín y Bello; sin embargo, pareciera que los funcionarios públicos no se dieran por enterados de lo que pasa en la ciudad que gobiernan. ¿Omisión o silencio cómplice?
Imágenes de casas de tortura halladas




Nuevamente preguntamos a las alcaldías del Valle del Aburrá: ¿existen casas de tortura en sus municipios? ¿Seguirán haciéndose los de la vista gorda ahora que se acerca el fin de las administraciones? Y para los candidatos a alcaldías y concejos, ¿qué opinan de esta situación?
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