La apneísta Sofía Gómez se vio sumergida no en el agua, sino en un lío en redes sociales que empezó el martes, cuando varios tuiteros sacaron al presente unos mensajes que ella escribió hace diez años y que hablan mal de los afrodescendientes, las personas con obesidad y los homosexuales.
Si bien ese mismo día publicó un nuevo mensaje lamentando sus expresiones, “qué gonorrea yo y mis comentarios de hace 10 años, pero crecí y maduré (Sic)”, esas palabras no fueron suficientes para los usuarios, así que la apneísta se disculpó este miércoles en un video en el que, llorando, pidió perdón por lo que había dicho y aseguró que asumirá las consecuencias. Algunos estaban pidiendo incluso que le quitaran el apoyo, pero por el momento sus patrocinadores no se han pronunciado al respecto.
“Pido perdón, porque los comentarios que hice fueron racistas, clasistas y excluyentes. Nada, absolutamente nada, justifica esas palabras que dije. Estoy totalmente segura de que esa persona que era a los 18 años no representa en lo absoluto lo que soy hoy. Que he tenido la oportunidad de ver lo mal que es pensar así, que me faltaba muchísima empatía y respeto hacia el otro. Nada de lo que dije ahora va a cambiar lo que dije en el pasado, pero reconozco mi error”.
Pese a las disculpas, la polémica continuó. Las capturas de pantalla se viralizaron y hubo una mezcla de sentimientos entre los que defendían que había pasado hace diez años y las personas cambian de opinión con el tiempo, y quienes aseguran que esos prejuicios no se van nunca.
¿Las personas cambian?
Sofía estaba afectada por las reacciones en redes e hizo énfasis en que su pensamiento de hace diez años no la representa hoy.
En psicología hay algunas ideas sobre la construcción de identidad, explica el doctor en psicología, psiconalista y jefe del departamento de Psicología de la Universidad Eafit, Johnny Orejuela, y hay algunas anclas como son el nombre, el apellido, la ocupación, la religión y el partido político. “Con el tiempo usted puede reconsiderar un aspecto de su identidad, obvio que la persona también podría reconsiderar sus convicciones alrededor, por ejemplo, de la discriminación racial. Lo que pasa es que tenemos la idea de que la gente es de una vez y para siempre así y es algo que ha traído el sentido común, pero la psicología no podría decirlo”.
El doctor explica que si la gente fuera de una misma manera siempre, no tendría sentido, por ejemplo, la psicoterapia. “Esa teoría de que loro viejo no aprende hablar o que nadie puede cambiar no corresponde con la realidad. La gente sí puede aprender, incluso los mayores todavía pueden aprender y tener flexibilidad cognitiva. Esa es una idea falsa que tenemos de un paradigma que ya no se sostiene”.
Orejuela precisa que si bien cosas como la identidad racial, la de género y la religiosa son difíciles de transformar, no son imposibles. Tal vez las conductas se cambian más rápido y las otras a más baja velocidad, pero es posible. “Yo creería que si ella ha dicho que ha cambiado pues podemos, por lo menos, darle el beneficio de la duda y pensar que pudo transformar sus ideas acerca, digamos, del racismo. Además en un periodo de tiempo tan largo como diez años obviamente la gente puede cambiar. No es lo mismo lo que usted piensa en la juventud, que lo que piensa en la madurez, en la mediana edad o en la vejez”. Mírese usted, ¿es el mismo de hace diez años? ¿Se siente igual?
Eso porque la trayectoria y las vivencias transforman al ser humano, añade él, y ayudan a reconsiderar puntos de vista que se tuvieron en el pasado, en tanto hay más educación, más aprendizajes, se ha interactuado más culturalmente, “y eso te hace sensible a transformar las ideas. El tema es polémico, no se puede negar, pero que haya una verdad absoluta acerca de que ella no hubiera podido cambiar su posición, es una presunción radicalizada e ideologizada de quienes quieren ver que no cambió para justificar posiciones ideológicas que justifiquen su ataque”.
De hecho, esa fue una de las justificaciones de la deportista. “La vida me ha dado la oportunidad de ponerme en los zapatos del otro y entender que muchos de los comentarios que hacía, los hacía desde el privilegio. A las personas que me siguen y se sintieron decepcionadas por mis comentarios les pido perdón. Todos cometemos errores, pero también el derecho y el deber de cambiar, no solo con lo que decimos y escribimos, sino también con nuestros actos. Asumiré las consecuencias de todo con mucho amor, mucho respeto y mucho entendimiento”.
Además hay un aprendizaje tras sus trinos del pasado y las respuestas de otros usuarios en el presente: el respeto por el otro.
Eso sí, cuidado con lo que dice
Antes de escribir cualquier cosa en la red social, piénselo bien. Deténgase a revisarlo y asegúrese de lo que quiere decir, porque aunque lo borre, ya dejó una marca para siempre.
Aunque Sofía hubiese escrito los trinos hace diez años, hubo manera de recuperarlos. Incluso aunque luego los borró, ya había pantallazos que fueron prueba de eso que dijo alguna vez.
La ONG Internet Society define la huella digital como “un retrato de lo que somos en línea”. Se alimenta con el contenido que una persona comparte, las publicaciones a las que les da “me gusta”, las páginas que visita, etc. “Sin importar qué hagamos en línea, es importante saber qué tipo de rastro estamos dejando y cuáles son los potenciales efectos de este rastro”, advierte en su página web.
El problema de ese retrato es que es permanente, señala el consultor en transformación digital Santiago Villegas-Ceballos. Aunque usted borre tuits del pasado o privatice sus publicaciones, las gigantes tecnológicas almacenan la información que se sube en servidores. “La privacidad es una falacia técnica porque una vez se suben datos a la red, el usuario pierde el control sobre ella”, dice Villegas-Ceballos.
Un consejo de la Internet Society: “Todos esos retweets y comentarios en Facebook (incluso los privados) dejan un registro. Es importante conocer cuáles son las configuraciones de privacidad por defecto de nuestras cuentas en las redes sociales y estar atentos a las mismas. Muchas veces los sitios introducen nuevas políticas y configuraciones que aumentan la visibilidad de nuestros datos. Puede que confíen en que el usuario simplemente hará clic y aceptará todos los términos que están introduciendo, sin siquiera leerlos”.
Tomado de El Colombiano