El operativo se habría desarrollado por parte de hombres del comando Agamenón II en Nuquí, departamento de Chocó, municipio que sirve de tránsito de las rutas del narcotráfico a las AGC, uniendo a la subregión antioqueña de Urabá.
Juan Fernando Amaya, luego de haber salido de la cárcel, estuvo buscando empleo, llegando a Rionegro donde un empresario estuvo dispuesto a contratarlo, de no ser porque al revisar su hoja de vida se dio cuenta de que había pertenecido a las Farc. Sin apoyo del Gobierno y un empresariado indolente, sin familiares en la ciudad y a la deriva, decidió irse para Ituango, en donde estuvo unos días en la zona veredal de Santa Lucía.
¿Dónde está la institucionalidad? El Batallón de Operaciones Urbanas del Ejército Nacional, que tiene indicaciones precisas de hacer control y vigilar el corregimiento de Altavista, al parecer ha estado ausente, dejando a merced de las bandas de Los Chivos, La Mano de Dios y Las AGC la tranquilidad de los pobladores.
Sin embargo, a partir de mediados del año pasado, la criminalidad parecía ir en un descenso significativo, al punto de ser marzo de 2017 el mes con menos homicidios reportados desde hace 38 años. Parecía que por fin la estrategia de seguridad de Federico Gutiérrez empezaba a dar resultados.
Dejamos abiertos estos interrogantes mientras esperamos también que el Estado haga presencia en la zona con independencia del pacto del fusil y de la nómina paralela que flagela la legítima seguridad en la ciudad.